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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

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Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

domingo, 20 de febrero de 2011

"No sólo de pan"


El hombre tiene otras dimensiones que no pueden llenarse con el pan, ni el placer de los sentidos. (Foto: Flickr Tsitika)
El hombre tiene otras dimensiones
que no pueden llenarse con el pan,
 ni el placer de los sentidos.
(Foto: Flickr Tsitika)

Luego de un prolongado ayuno de cuarenta días, también Jesús sintió hambre. Llevado por el Espíritu Santo comienza Jesús su vida pública haciendo la experiencia de los más pobres. La experiencia de pasar hambre. Dios ya sabe lo que es carecer de pan y lo que es sufrir las consecuencias del hambre.
Y no es fácil encontrar pan en el desierto.
Por eso, la tentación parecía tener su lógica. ¿Tienes hambre?
Pero si tú eres el Hijo de Dios ¿qué te cuesta convertir estas piedras en panes?
Utiliza tus poderes divinos y disfruta de una buena hornada de pan convirtiendo en trigo estas piedras.
En nuestra cultura todo lo queremos convertir en pan.
Todo lo queremos ver pan.
Porque todo lo queremos reducir a estómago.
Todo lo reducimos a sentirnos satisfechos de todo. De todo lo que nos agrada y satisface nuestros sentidos. Lo queremos probar todo.
Que no nos falte nada.
Es cierto que el hombre necesita del pan.
Pero ¿será suficiente con llenar los estómagos para sentirnos satisfechos?
Es importante el estómago. ¿Seremos sólo estómago?
El hombre tiene otras dimensiones, y otros rincones dentro de su corazón que no pueden llenarse con el pan, ni el placer de los sentidos.
Hoy hay mucha gente en cuya mesa falta o escasea el pan.
Y hay otros muchos a quienes les sobra el pan.
Incluso algunos ya no comen pan para conservar la línea. El pan engorda. O por el colesterol, por la glucosa y no sé cuantas cosas más.
No son felices los que no tienen pan para sus hijos.
No son felices los que cada día no saben si podrán traer el pan a casa.
No son felices quienes tienen que depender diariamente del pan.
Pero ¿serán felices todos aquellos a quienes les sobra el pan?
Estómagos llenos, pero corazones vacíos.
Estómagos llenos, pero vidas vacías.
Estómagos llenos, pero corazones sin amor.
Estómagos llenos, pero corazones sin comprensión.
Estómagos llenos, pero corazones sin perdón.
Estómagos llenos, pero almas sin la gracia.
Estómagos llenos, pero mentes vacías de ideales.
Estómagos llenos, pero vidas sin esperanza.
Cada día leemos noticias del hambre en el mundo.
De los niños que mueren de hambre. ¿Recuerdas aquella foto del niño en agonía y el buitre esperando por detrás a que muera para saciarse con su cuerpecillo hambriento?
Y nosotros seguimos tan tranquilos, a lo más también nosotros caemos en la tentación de culpar de ello a los demás:
¿Cómo es que Dios permite que ese niño se muera de hambre?
Si Dios es tan bueno como dicen ¿no podía darle de comer?
Si Dios lo puede todo, ¿por qué no puede poner pan en la mesa de sus padres?
¿Qué hace la Iglesia por los que mueren de hambre?
¿No podía vender todas sus riquezas, incluido el Vaticano, para otros coman?
La misma tentación de Jesús. Ya que eres “Hijo de Dios, di a estas piedras que se conviertan en panes”. Con tus poderes divinos puedes solucionar tu hambre y el hambre de todos los hombres. La tentación de solucionar los problemas con los milagros de Dios, más que con los milagros de amor y solidaridad de nuestro corazón, que todos podemos hacer cada día.
La Cuaresma ha de ser un tiempo para solidarizarnos con aquellos que no tienen. No convirtiendo las piedras en panes, sino compartiendo nuestros graneros y nuestro pan.
La Cuaresma ha de ser un tiempo, para pensar no solo en el estómago vacío, sino en esas otras hambres que son tan importantes como la carencia de pan.
El hambre de amor, que tantos sufren.
El hambre de comprensión, que tanto escasea.
El hambre de compañía, que tantos necesitan.
El hambre de perdón, que tantos esperan.
El hambre de libertad, que nos arranque de nuestras esclavitudes.
El hambre de un hogar caliente, que tantos hijos no tienen.
El hambre de Dios, ausente de tantas vidas.
El hambre de la Palabra de Dios que nos guíe por nuestros caminos.
El hambre de la gracia y del amor de Dios, sin los cuales la vida carece de sentido.

Oración

Señor: En tu Bautismo quisiste identificarte
con nuestra condición de pecadores.
En tus Tentaciones en el desierto, has querido experimentar
nuestras luchas interiores de cada día.
Luchas de fidelidad o infidelidad a nosotros mismos.
Luchas de fidelidad o infidelidad a nuestra vocación.
Luchas de fidelidad o infidelidad a nuestra misión.
Sabes que necesitamos del pan para llenar nuestra hambre.
Pero también sabes que en nuestros corazones existen muchas hambres.
Al comienzo de esta Cuaresma, llena nuestros corazones de esperanza.
Una esperanza que, al final del camino, amanezca en verdadera Pascua.
Clemente Sobrado C.P.

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