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"CUENTOS PARA DESPERTAR".
ABANDONA TU NADA:
"Pensaba que era de vital importancia ser pobre y austero.
Jamás había caído en la cuenta de que lo vitalmente importante era renunciar al "ego"; que el "ego" engorda tanto con lo santo como con lo mundano, con la pobreza como con la riqueza, con la austeridad como con el lujo.
No hay nada de lo que no se sirva el "ego" para hincharse.
De tu nada puedes hacer una auténtica posesión y llevar contigo tu renuncia como un trofeo.
No abandones tus posesiones. Abandona tu "ego".
IDEOLOGÍA.
Es abrumador lo que se puede leer acerca de la crueldad del hombre para con sus semejantes.
El hombre no es cruel por naturaleza. Se hace cruel cuando es infeliz...
o cuando se entrega a una ideología.
Una ideología contra otra; un sistema contra otro; una religión contra otra.
Y en medio, el hombre, que es aplastado.
Los hombres que crucificaron a Jesús probablemente no eran crueles.
Es muy posible que fueran tiernos maridos y padres cariñosos, que llegaron a ser capaces de grandes crueldades para mantener un sistema, una ideología o una religión.
Si las personas religiosas hubieran seguido siempre el instinto de su corazón, en lugar de seguir la lógica de su religión, se nos habría ahorrado asistir a espectáculos como la quema de herejes o el de millones de personas inocentes asesinadas en guerras libradas en nombre de la religión y del mismo Dios.
Si tienes que escoger entre el dictado de un corazón compasivo y las exigencias de una ideología, rechaza la ideología sin dudarlo un momento.
La compasión no tiene ideología.
CAMBIAR YO PARA QUE CAMBIE EL MUNDO.
El sufí Bayazid dice acerca de sí mismo:
"De joven yo era un revolucionario y mi oración consistía en decir a Dios:
"Señor, dame fuerzas para cambiar el mundo".
A medida que fui haciéndome adulto y caí en la cuenta de que me había pasado media vida sin haber logrado cambiar a una sola alma, transformé mi oración y comencé a decir:
"Señor, dame la gracia de transformar a cuantos entran en contacto conmigo. Aunque sólo sea a mi familia y a mis amigos. Con eso me doy por satisfecho".
Ahora, que soy un viejo y tengo los días contados, he empezado a comprender lo estúpido que yo he sido. Mi única oración es la siguiente:
"Señor, dame la gracia de cambiarme a mí mismo".
Si yo hubiera orado de este modo desde el principio, no habría malgastado mi vida.
Todo el mundo piensa en cambiar a la humanidad.
Casi nadie piensa en cambiarse a sí mismo".
LA VOZ DEL CANTANTE LLENA LA SALA.
Oído a la salida de un concierto:
- ¡Vaya un cantante! Su voz llenaba la sala.
- Es cierto. Varios de nosotros tuvimos que abandonar la sala para dejarle sitio.
-¡Curioso! Pueden ustedes conservar sus asientos, señoras y señores; la voz del cantante llenará la sala, pero no ocupará ningún espacio.
Oído en una sesión de orientación espiritual:
- ¿Cómo puedo amar a Dios tal como dicen las Escrituras?
¿Cómo puedo darle todo mi corazón?
-Primero debes vaciar tu corazón de todas las cosas creadas.
¡Engañoso!
No temas llenar tu corazón con las personas y las cosas que amas porque el amor de Dios no ocupará espacio en tu corazón, del mismo modo que la voz del cantante no ocupa espacio en la sala de conciertos.
El amor no es como una hogaza de pan.
Si doy un pedazo de la hogaza, me quedará menos pan que ofrecer a los demás.
Puedes amar a tu madre con todo tu corazón; y a tu esposa; y a cada uno de tus hijos.
Lo asombroso es que el dar todo tu corazón a una persona no te obliga a dar menos a otra.
Al contrario, cada una de ellas recibe más.
Si sólo amas a tu amigo y a nadie más, de hecho lo que le ofreces es un corazón bastante pobre.
Tu amigo saldrá ganando si ofreces también tu corazón a los demás.
Dios saldría perdiendo si insistiera en que le entregaras tu corazón únicamente a Él.
Regala tu corazón a otros: a tu familia a tus amigos... y Dios saldrá ganando cuando le ofrezcas a Él todo tu corazón.
Amar a Dios con todo el corazón significa hacer propias las célebres palabras de Dag Hammaskjold:
Por todo lo que ha sido, gracias. A todo lo que ha de ser, sí.
Esto es lo que únicamente puede darse a Dios.
En este terreno Dios no tiene rival.
Y comprender que en esto consiste amar a Dios significa, al mismo tiempo, comprender que amar a Dios no es obtáculo para amar incondicional, tierna y apasionadamente a los amigos.
Dios conserva un dominio indiscutible sobre tu corazón, prescindiendo del número de personas que quepan en él.
Tampoco es obstáculo para Dios la presencia de dichas personas.
La única amenaza podría venir de un intento, por parte de esas personas, de desvirtuar el "sí" incondicional que tú pronuncias a todos los planes que Dios pueda tener acerca de tu vida.
(Cada uno de estos cuentos tiene que ver con uno mismo, no con cualquier otra persona).
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