Traición castigada. Vladimir Barriga Cuentas, escritor. Cuento sobre la traición.
Ocurrió así. A unos cuantos kilómetros de la ciudad de La Paz se halla una región mejor conocida como los Yungas que no son mas que un conjunto de valles cubiertos de selvas serranas tropicales. La región difiere de las tierras montañosas por la abundancia de las precipitaciones lo que origina el surgimiento de los bosques tropicales siempre verdes que los caracterizan.
En un ambiente de clima subtropical, los Yungas alojan en su hábitat una selva de palmeras, bambúes y epifitas que configuran el gran ecosistema en el que se ha desarrollado la coca, arroz, plátanos, cítricos, té, y café. Por tratarse de zonas húmedas de ladera suelen encontrarse una gran cantidad de sapos como nuestro protagonista.
El sapo es un anfibio similar a la rana que se distingue de esta por la rugosidad de su piel. Los sapos son animales tímidos, por lo general nocturnos, que durante el día se ocultan en lugares oscuros y durante la noche se dedican a la caza de insectos, gusanos, babosas, lombrices y otros invertebrados.
Sin embargo nuestro protagonista, tenía otro defectillo, era sumamente flojo. No quería que llegue la noche porque le daba pereza salir a buscar su comida. Su pereza llega al extremo que por no salir a la tradicional y ardua faena para la caza de su alimento, paso aproximadamente una semana sin bocado alguno.
Finalmente, tremulento por su fragilidad, confabuló un plan. A las doce de un soleado día fue en busca de insectos, a su paso se encontró con varios gusanos que en un principio trataron de huir, pero luego se percataron que lo que el sapo quería era conversar con ellos.
- No teman no les comeré- exclamo el sapo
- Vine preocupado porque allá, ladera arriba, escuché atónito una noticia que les dejará igual.
- De que se trata?- masculló apesadumbrado el gusano rey.
A lo que el sapo respondió:
- Pues supe que pronto, de la ciudad, llegarán unos hombres con el único propósito de atraparles a ustedes, esto porque quieren realizar investigaciones, ya que vosotros les podéis ser de mucha utilidad como nuestros amigos, los ratones.
Melancólico el gusano rey vitoreó:
- Y ahora, ¿qué será de nosotros?
A su turno el sapo:
- Yo ya tengo una idea.
- Debemos confiar en ti- el gusano Presuroso el sapo contestó:
- Así es, en el transcurrir de mis días, mis saltos me llevaron a una región río arriba, más conocida como la región del Madidi.
Los gusanos con fácil de confianza escuchaban al sapo:
- Es una región bellísima con abundante vegetación, no les faltará nada, el clima es muy parecido al de acá.
El gusano rey, después de dialogar con sus coterráneos, se dirigió al sapo:
- Y como iremos allá, nosotros no conocemos el camino.
El sapo: -
Pues yo les llevaré, pero como no puedo llevarles a todos juntos, les llevaré uno a uno, en mi lengua.
Confiando totalmente en el sapo y sin hallar otra solución a su problema, los gusanos uno a uno montaban la lengua del sapo y este comenzaba a saltar.
No obstante, cuando se alejaba no dudaba ni un instante y se devoraba al gusano que sostenía en su lengua. El sapo había encontrado la perfecta solución a su problema de alimentación. Así, día tras día repetía la misma rutina. Los gusanos estaban muy alegres ya que pensaban que estaban siendo salvos de la desgracia que el sapo les había dicho que se avecinaba.
No obstante, por la región se encontraba una serpiente que observaba lo que hacia el sapo. Consternado por los gusanos, la serpiente decidió castigar al anfibio.
Un buen día, la serpiente, apareció entre los gusanos dirigiéndose al presuroso sapo que nuevamente se disponía a llevar a cabo su tradicional tarea:
- Me comentaron, los gusanos, que los estas trasladando hacia la región del Madidi.
- Así es – el sapo
- Pues yo vivo allá y resulta que las lluvias, características de la época, me arrastraron a esta región y estoy como una semana tratando de buscar el camino de regreso a casa y no lo encuentro. ¿Será que me puedes llevar?
Ante esta contingencia y para que no sospechen los gusanos, al sapo no le quedó otra opción que aceptar. Fue así que con su lengua cogió a la serpiente, la misma era enorme por lo que el sapo tuvo que transportarla del medio de su cuerpo.
Cuando habían recorrido varios kilómetros y sin que el sapo se percatará, súbitamente la serpiente abrió su boca y de un feroz mordisco comenzó a devorar al sapo sin que este pudiese hacer nada. La cadena alimenticia que rige a los seres vivos había sido cumplida; así mismo, la traición había sido castigada.
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