"Ventana abierta"
P. Leonardo Molina García. S.J.
LA ANTICIPACIÓN DEL TRIUNFO DE JESÚS Y DE NUESTRO
TRIUNFO.
Fe adulta
José Luis Sicre
2º domingo de Cuaresma. Ciclo C
El domingo 1º de Cuaresma se dedica
siempre a las tentaciones de Jesús, y el 2º a la transfiguración. El motivo es
fácil de entender: la Cuaresma es etapa de preparación a la Pascua; no sólo a
la Semana Santa, entendida como recuerdo de la muerte de Jesús, sino también a
su resurrección. Este episodio, que anticipa su triunfo final nos ayuda a
enfocar adecuadamente estas semanas.
El contexto: la promesa
Jesús ha anunciado que debe padecer mucho,
ser rechazado, morir y resucitar. Y ha avisado que quienes quieran seguirle
deberán negarse a sí mismos y cargar con la cruz. Pero tendrán su recompensa
cuando él vuelva triunfante. Y añade: «Os aseguro que algunos de los aquí
presentes no morirán antes de ver el reinado de Dios». ¿Se cumplirá esa extraña
promesa?
El cumplimiento: la transfiguración
Seis después tiene lugar este extraño
episodio. El relato de Lucas, el que leemos este domingo, podemos dividirlo en
dos partes: la subida a la montaña y la visión. Desde un punto de vista literario
es una teofanía, una manifestación de Dios, y los evangelistas utilizan los
mismos elementos que empleaban los autores del Antiguo Testamento para
describirlas. Por eso, antes de analizar cada una de las partes, conviene
recordar algunos datos de la famosa teofanía del Sinaí, cuando Dios se revela a
Moisés.
La teofanía del Sinaí
Dios no se manifiesta en un espacio
cualquiera, sino en un sitio especial, la montaña, a la que no tiene acceso
todo el pueblo, sino sólo Moisés, al que a veces acompaña su hermano Aarón (Ex
19,24), o Aarón, Nadab y Abihú junto con los setenta dirigentes de Israel (Ex
24,1). La presencia de Dios se expresa mediante la imagen de una densa nube,
desde la que habla (Ex 19,9). Es también frecuente que se mencione en este
contexto el fuego, el humo y el temblor de la montaña, como símbolo de la
gloria y el poder de Dios que se acerca a la tierra. Estos elementos demuestran
que los evangelistas no pretenden ofrecer un informe objetivo, “histórico”, de
lo ocurrido, sino crear un clima semejante al de las teofanías del Antiguo
Testamento.
La subida a la montaña
Jesús sólo elige a tres discípulos,
Pedro, Santiago y Juan. Este dato no debemos interpretarlo solo como un
privilegio; la idea principal es que va a ocurrir algo tan grande que no puede
ser presenciado por todos.
Lucas introduce aquí un cambio pequeño,
pero importante. Marcos y Mateo dicen que subieron “a una montaña alta y
apartada”; Lucas, que “subieron a la montaña para rezar”. La altura
y aislamiento del monte no le interesa, lo importante es que Jesús reza en
todas las ocasiones trascendentales de su vida.
La visión
En ella hay cuatro elementos que la hacen
avanzar hasta su plenitud. El primero es la transformación del rostro y las
vestiduras de Jesús. El segundo, la aparición de Moisés y Elías. El tercero, la
aparición de una nube luminosa que cubre a los presentes. El cuarto, la voz que
se escucha desde el cielo.
1. La transformación de Jesús la expresaba
Marcos con estas palabras: «En su presencia se transfiguró y
sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no es capaz de
blanquearlos ningún batanero del mundo» (Mc 9,3). La fuerza recae en la
blancura del vestido de Jesús. Lucas, sin embargo, destaca que el cambio se
produce mientras Jesús oraba, y se centra en el cambio de su rostro, no en el
de sus vestidos: “Y, mientras oraba, el aspecto de su
rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos.” Lucas nos invita a
contemplar una escena a cámara lenta, centrada en el primer plano del rostro de
Jesús. Es un anticipo de las apariciones de Cristo resucitado, cuando su rostro
es difícil de identificar para María Magdalena, los dos de Emaús y los
discípulos en el lago.
2. La aparición de Moisés y Elías. Moisés
es el gran mediador entre Dios y su pueblo, el profeta con el que Dios hablaba
cara a cara. Según la tradición bíblica, sin Moisés no habrían existido el
pueblo de Israel ni su religión. Elías es el profeta que salva a esa religión
en su mayor momento de crisis, hacia el siglo IX a.C., cuando está a punto de
sucumbir por el influjo de la religión cananea. Sin Elías habría caído por
tierra toda la obra de Moisés. Por eso los judíos concedían especial
importancia a estos dos personajes. El hecho de que se aparezcan ahora a los
discípulos (no a Jesús) es una manera de garantizarles la importancia del
personaje al que están siguiendo. No es un hereje ni un loco, no está
destruyendo la labor religiosa de siglos, se encuentra en la línea de los
antiguos profetas, llevando su obra a plenitud.
En este contexto, las palabras de Pedro
proponiendo hacer tres chozas suenan a simple despropósito. Pero son consecuencia
de lo que ha dicho antes: «qué bien se está aquí». Es preferible quedarse en lo
alto del monte a cargar con la cruz y seguir a Jesús hasta la muerte.
3. Como en el Sinaí, el monte queda
cubierto por una nube.
4. Las palabras de Dios reproducen
exactamente las que se escucharon en el momento del bautismo, cuando Dios
presentaba a Jesús como su siervo. Pero aquí se añade un imperativo:
"¡Escuchadle!" La orden se relaciona directamente con las anteriores
palabras de Jesús, sobre su propio destino y sobre el seguimiento y la cruz de
sus discípulos.
Resumen
Este
episodio no está contado en beneficio de Jesús, sino como experiencia positiva
para los apóstoles. Después de haber escuchado a Jesús hablar de su pasión y
muerte, de las duras condiciones que impone a sus seguidores, tienen tres
experiencias.
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