"Ventana abierta"
Las
cuatro esposas
Web católico de Javier
Había una vez un rey
que tenía cuatro esposas. Él amaba a su cuarta esposa más que a las demás y la
adornaba con ricas vestiduras y la complacía con las delicadezas más finas.
Sólo le daba lo mejor. También amaba mucho a su tercera esposa y siempre la
exhibía en los reinos vecinos. Sin embargo, temía que algún día ella se fuera
con otro.
También amaba a su segunda esposa. Ella era su confidente y
siempre se mostraba bondadosa, considerada y paciente con él. Cada vez que el
rey tenía un problema, confiaba en ella para ayudarle a salir de los tiempos
difíciles. La primera esposa del rey era una compañera muy leal y había hecho
grandes contribuciones para mantener tanto la riqueza como el reino del
monarca. Sin embargo, él no amaba a su primera esposa y aunque ella le amaba
profundamente, apenas si él se fijaba en ella. Un día, el rey enfermó y se dio
cuenta de que le quedaba poco tiempo. Pensó acerca de su vida de lujo y caviló:
Ahora tengo cuatro esposas conmigo pero, cuando muera, estaré solo".
Así que le preguntó a su cuarta esposa: "Te he amado más
que a las demás, te he dotado con las mejores vestimentas y te he cuidado con
esmero. Ahora que estoy muriendo, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi
compañía?"
- "¡Ni pensarlo!", contestó la cuarta esposa, y se
alejó sin decir más palabras. Su respuesta penetró en su corazón como un
cuchillo afilado.
El entristecido monarca le preguntó a su tercera esposa:
"Te he amado toda mi vida. Ahora que estoy muriendo,
¿Estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?"
- "!No!", contestó su tercera esposa. "¡La vida
es demasiado buena! Cuando mueras, pienso volverme a casar!"
Su corazón experimentó una fuerte sacudida y se puso frío.
Entonces preguntó a su segunda esposa: "Siempre he
venido a ti por ayuda y siempre has estado allí para mí. Cuando muera, estarías
dispuesta a seguirme y ser mi compañía?"
- "¡Lo siento, no puedo ayudarte esta vez!", contestó
la segunda esposa. "Lo más que puedo hacer por ti es enterrarte". Su
respuesta vino como un relámpago estruendoso que devastó al rey.
Entonces escuchó una voz:
- "Me iré contigo y te seguiré dondequiera que tu vayas".
El rey dirigió la mirada en dirección de la voz y allí estaba su primera
esposa. Se veía tan delgaducha, sufría de desnutrición.
Profundamente afectado, el monarca dijo: Debí haberte
atendido mejor cuando tuve la oportunidad de hacerlo!"
En realidad, todos tenemos cuatro esposas en nuestras vidas.
Nuestra cuarta esposa es nuestro cuerpo. No importa cuanto
tiempo y esfuerzo invirtamos en hacerlo lucir bien, nos dejará cuando muramos.
Nuestra tercera esposa son nuestras posesiones, condición
social y riqueza. Cuando muramos, irán a parar a otros.
Nuestra segunda esposa es nuestra familia y amigos. No
importa cuanto nos hayan sido de apoyo a nosotros aquí, lo más que podrán hacer
es acompañarnos hasta el sepulcro.
Y nuestra primera esposa es nuestra alma, frecuentemente
ignorada en la búsqueda de la fortuna, el poder y los placeres del ego. Sin
embargo, nuestra alma es la única que nos acompañará dondequiera que vayamos.
Así que, cultívala, fortalécela y cuídala ahora! Es el regalo más grande que
puedes ofrecerle al mundo. ¡Déjala brillar!
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