"Ventana abierta"
La Buena Semilla
El que no amare al Señor Jesucristo, sea
anatema.
1 Corintios 16: 22
El Hijo de Dios… me amó y se entregó a sí mismo
por mí.
Gálatas 2: 20
¿Es usted anatema?
El predicador inglés John Flavel (1627-1691) comentaba
el primer versículo arriba citado. Mostraba cómo los evangelios resaltan el
amor de Dios por nosotros, y hasta qué punto llegó el amor de Cristo. Es un
amor insondable, pues Jesús aceptó morir por sus enemigos. Insistía sobre la
gravedad de permanecer indiferente a ese amor. Rechazar este don de la gracia
de Dios en Jesucristo tenía como terrible consecuencia ser “anatema”, es decir,
reprobado por Dios mismo. ¡Esta expresión tan fuerte nos interpela! La seriedad
de esta advertencia impresionó mucho al mismo Flavel y a los que lo escuchaban.
Al final de su mensaje, pidiendo la bendición de Dios sobre la asistencia,
titubeó y, muy emocionado, repitió: “pero los que no aman al Señor Jesús son
malditos…”.
Entre ellos había un adolescente de unos quince
años, Luc Short. Esta advertencia también le concernía, pero tenía tantos
proyectos que la ignoró. Poco después emigró a Estados Unidos donde hizo
prosperar una gran hacienda. Siendo muy anciano, repentinamente vino a su mente
ese episodio de su juventud y recordó el llamado de Dios: “El que no amare al
Señor Jesucristo, sea anatema”.
Después de 85 años
de haber oído estas duras palabras, Luc Short confesó a Dios sus pecados, su
vida alejada de él por sus propias faltas, y halló el perdón y la paz. Pudo
vivir sus últimos momentos con Dios y para Dios. Nunca es demasiado tarde para
arrepentirse; pero no dejemos pasar nuestra vida sin hacerlo.
“Acuérdate de tu Creador en los días de tu
juventud, antes que vengan los días malos” (Eclesiastés 12: 1).
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