"Ventana abierta"
Rincón para orar
Sor Matilde
LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS
27 Acercándose algunos de los saduceos, esos
que sostienen que no hay resurrección, le preguntaron:
28 « Maestro, Moisés nos
dejó escrito que si muere el hermano de alguno, que estaba casado y no tenía
hijos, que su hermano tome a la mujer para dar descendencia a su hermano.
29 Eran siete hermanos;
habiendo tomado mujer el primero, murió sin hijos;
30 y la tomó el segundo,
31 luego el tercero; del
mismo modo los siete murieron también sin dejar hijos.
32 Finalmente, también
murió la mujer.
33 Esta, pues, ¿de cuál de
ellos será mujer en la resurrección? Porque los siete la tuvieron por mujer. »
34 Jesús les dijo: « Los
hijos de este mundo toman mujer o marido;
35 pero los que alcancen a
ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de entre los
muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido,
36 ni pueden ya morir,
porque son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección.
37 Y que los muertos
resucitan lo ha indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando llama al
Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.
38 No es un Dios de
muertos, sino de vivos, porque para él todos viven. » (Lc. 20,
27-38)
He aquí un Evangelio en donde los saduceos
le plantean a Jesús una cuestión insidiosa, para dejarle en ridículo ante las
turbas que le siguen y escuchan sus palabras con fervor.
Se refiere a un texto del Deuteronomio 25,5,
en que Moisés, para salvaguardar la perpetuidad del pueblo de Israel, manda que
cuando muera un hebreo sin dejar hijos, el hermano del muerto ha de casarse con
la viuda, para dar descendencia al difunto (Ley del Levirato).
Los saduceos, niegan la resurrección de los
muertos, no así los fariseos que la defendían.
El caso planteado es bastante absurdo: Una
mujer casada sucesivamente con siete hermanos que fueron muriendo sin dejar
hijos. Y preguntan: “Cuando muera la mujer y llegue la resurrección, ¿de cuál
de ellos será la mujer, pues los siete estuvieron casados con ella?”…
Jesús, no rehúsa la dialéctica, pero va por
partes:
Primero les cita un pasaje de la Torá, única
Escritura aceptada por los saduceos: “El Dios de los patriarcas hebreos es un
Dios de vivos y no de muertos”, con lo que afirma la existencia de la
resurrección.
Segundo, les dice que están equivocados
porque no conocen la Sagrada Escritura y la Fuerza de Dios: “los resucitados no
se desposan, ni toman mujeres: son como los ángeles de Dios, tienen una nueva
condición”, que no son los parámetros de la vida terrena: son hijos de Dios y
esto les hace estar vinculados a Él, en una vida divina, porque Él nos ha
adoptado como hijos… Y nuestra filiación divina, es más fuerte que la muerte y
que nuestra generación humana, por parte de nuestros padres…
¡Es muy bello y esperanzador meditar en
nuestra próxima resurrección de entre los muertos y de nuestra propia muerte!…
Porque el Amor de Jesús, con su vida, muerte y resurrección, nos ha merecido
estos regalos tan inmerecidos, pero que llevan en sí una gratitud y alegría
infinitas… Es verdad que es “ya pero todavía no”, lo cual no le quita su peso
de gozo y confianza sin fin…
¡La Palabra de Jesús sobre nuestra vida
futura, es una “perla preciosa” que nada ni nadie puede arrebatarnos!… ¡Es el
mismo Amor de Dios, hecho Vida Eterna en nosotros, que “ni muerte, ni vida, ni
ángeles, ni presente, ni futuro… ni criatura alguna, nos puede separar del Amor
de Dios, manifestado en Cristo Jesús, Nuestro Señor”! (Rom. 8, 38-39)...
¡Manifestemos, con nuestra adoración a Jesús, nuestra gratitud!…
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