"Ventana abierta"
Comentario al Evangelio
Carlos Latorre, cmf
Jesús y Zaqueo
Lc 19, 1-10:
Seguimos en la ciudad de Jericó, donde ayer
Jesús curó a un ciego. Los evangelistas con estas narraciones dan realce
a esta ciudad importante para el comercio y también para la acción
evangelizadora de Jesús.
Aquí vivía y se ganaba la vida el protagonista
de nuestro relato, Zaqueo. De él sabemos que era un hombre rico por su
profesión, jefe de los recaudadores de impuestos que trabajaban para Roma y por
esa razón, muy mal considerados por sus conciudadanos judíos. Pero de él el
evangelista nos dice algo que hace de este hombre alguien especial: ¿por qué
Zaqueo quería conocer a Jesús? ¿Era únicamente curiosidad o había algo más? No
podemos saber la respuesta, pero sí podemos intuir que a Zaqueo, teniéndolo
humanamente casi todo, algo le faltaba. Su vida no estaba completa. Por eso
buscaba. Y vemos que esta búsqueda era sincera, pues tuvo que vencer sus
dificultades, una de ellas la multitud que no le deja acercarse a Jesús. Al
subir al árbol no sólo ha de vencer el respeto humano haciendo que todos se
fijen en él, sino que consigue cumplir el deseo principal que él tiene: QUE
JESÚS LE MIRE.
«Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo
que alojarme en tu casa», le dice el Maestro. ¿Por qué hoy? ¿Por qué le pide
alojamiento? Todo parece casual, pero esa frase esconde el secreto de dos
hombres que se buscan. Jesús que viene a salvar a quien estaba perdido en medio
de sus riquezas. Y un hombre que no sabe cómo enderezar su vida.
No ayer, ni mañana, sino hoy Jesús quiere quedarse en la casa de todo aquél que
le quiera acoger, de todo el que le necesite, de todo el que se sienta un
pecador. Hoy. No importa tanto tu ayer. Importa -y mucho- que hoy Jesús detiene
su camino, te mira y te dice que hoy se quiere quedar en tu casa. Y es que
Zaqueo sólo podía descubrir el verdadero sentido de su vida a la sombra y
al amparo de Jesús. Por eso le dice al despedirse: «Hoy ha sido la
salvación de esta casa…” Y será esta compañía de Jesús la que hará que a Zaqueo
se le abran los ojos. Que se dé cuenta realmente de cómo en su vida no siempre
ha obrado bien. Zaqueo quiere empezar una nueva vida y para eso debe sanar los
errores del pasado y se compromete a restituir lo robado, para reparar el mal
hecho. Porque una nueva vida no se puede empezar con los lastres del pasado,
que son un peso que no nos deja ir en pos de Jesús.
Carlos Latorre
Misionero Claretiano
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