"Ventana abierta"
Rincón para orar
Sor Matilde
LA HERMOSURA DEL TEMPLO Y TIEMPO DE ANGUSTIA
5 Como dijeran algunos, acerca del Templo,
que estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, él dijo:
6 « Esto que veis, llegarán
días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida. » 7 Le
preguntaron: « Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que
todas estas cosas están para ocurrir? »
8 Él dijo: « Mirad, no os dejéis
engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: "Yo
soy" y "el tiempo está cerca". No les sigáis.
9 Cuando oigáis hablar de guerras y
revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas
cosas, pero el fin no es inmediato. »
10 Entonces les dijo: « Se levantará
nación contra nación y reino contra reino.
11 Habrá grandes terremotos, peste y
hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del
cielo.
12 « Pero, antes de todo esto, os
echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y
llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre;
13 esto os sucederá para que deis
testimonio.
14 Proponed, pues, en vuestro corazón
no preparar la defensa,
15 porque yo os daré una elocuencia y
una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros
adversarios.
16 Seréis entregados por padres,
hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros,
17 y seréis odiados de todos por
causa de mi nombre.
18 Pero no perecerá ni un cabello de
vuestra cabeza.
19 Con vuestra perseverancia
salvaréis vuestras almas (Lc 21, 5-19)
Dos acontecimientos finales relata Jesús
ante la insistente pregunta de sus cuatro discípulos más cercanos:Pedro, Santiago,
Juan y Andrés. Preguntan primero: “cuándo”, el tiempo en el que sucederá, y
segundo: los “signos” que les acompañarán.
El primer acontecimiento es la destrucción
de Jerusalén, su Templo y la Nación entera.
Cuando Jesús les hablaba de estas cosas
nadie podía prever tan grande catástrofe porque Jerusalén estaba tranquila y
crecía en prosperidad. Pero Jesús les asegura y dice: “el cielo y la tierra
pasarán, pero mis Palabras no pasarán”, siempre se han cumplido…
El segundo acontecimiento es la Parusía, la
venida de Jesús en gloria y poder y el fin del mundo.
Estos dos eventos, son referidos por los
evangelistas en el mismo “discurso escatológico”, pero no son ni simultáneos ni
les acompañaran las mismas “señales”.
Primero, Jesús señala a sus discípulos,
precisamente, no el tiempo exacto, pero sí las señales de la “Gran
Tribulación”, cuando el Templo de Dios será profanado por los sanguinarios
zelotas (una secta extremista y armada, entre el pueblo judío). Entonces
aparecerán muchos predicadores jactándose de ser el Mesías y embaucarán a
muchos. Pero los discípulos no los escucharán y serán perseguidos por los
poderosos de este mundo a causa de su fe en Jesús. Esto les dará la ocasión de
dar testimonio y predicar a todas las gentes la “Buena Nueva” del Evangelio… Y
el final de Jerusalén está ya muy cerca… Entonces, los discípulos huirán lejos
de la ciudad a toda prisa, como hicieron en verdad, retirándose a Pella, más
allá del Jordán y salvaron la vida…
Luego les insinuó el “cuando”: “en verdad os
digo que no pasará está generación sin que ocurra”. Una generación de entonces
eran 40 años. Así, el año setenta ocurrió la desgracia del pueblo judío: se
acabó su Templo y la Nación entera pereció a manos de los romanos…
El segundo acontecimiento es tan impreciso
para nosotros como lo fue para los discípulos: “aquél día, nadie lo sabe, ni
los ángeles, ni el Hijo, sino el Padre”. No lo saben para ser revelado a los
hombres. Además Dios ha tenido una gran misericordia con nosotros porque si
supiéramos cuándo es el fin del mundo moriríamos antes de ansiedad y angustia…
Pero sí dijo Jesús: “estad en vela” y
“vendrá de improviso”, así, todas las generaciones pueden pensar que ocurrirá
mientras ellos vivan y estarán preparados… A esta Venida todo ser creado
asistirá, unos para salvar su alma y glorificar a Dios por su poder y majestad
y otros para su destrucción por la maldad de sus obras y su impiedad hacia
Dios, que tantas veces los llamó “como la gallina llama y recoge bajo sus alas
a sus pollitos, pero no habéis querido”. Entonces “será el llanto y el rechinar
de dientes”, como dice la escritura, “ante lo que se le viene encima al mundo”…
Pero nosotros velamos y oramos para que “ese
Día” no nos coja como un ladrón en la noche. Nuestra perseverancia será
garantía de nuestra próxima entrada en el Reino de Cristo…
¡Que Jesús nos conduzca y ponga junto a Sí,
en esta lucha, antes de su Venida!…
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