"Ventana abierta"
Biografía
de San Diego de Alcalá
aciprensa
En este santo se cumple lo que decía San Pablo: que Dios escoge aquello que opara el mundo no tiene valor, para hacer grandes obras en el campo espiritual.
Nació en España en el
año 1400, de familia muy pobre. De joven fue a un campo solitario a acompañar a
un familiar que hacía allí vida de monje ermitaño. Y de él aprendió el arte de
la oración y de la meditación y un gran cariño por Jesús Crucificado.
Se dedicó a las labores manuales y a recoger leña, y con lo que ganaba
ayudaba a muchos pobres. Y como el que más da, más recibe, la gente empezó a
llevarle abundantes limosnas para que repartiera entre los necesitados.
Pero sucedió que leyó la vida de San Francisco de Asís y se entusiasmó
grandemente por el modo de vivir de este santo, y además estaba preocupado
porque su demasiada popularidad en su tierra le quitaba la oportunidad de poder
vivir en soledad y recogimiento. Y así fue que pidió ser recibido como religioso
franciscano y fue admitido.
Diego había hecho muy pocos estudios, pero era muy iluminado por luces
celestiales, y así sucedía que cuando le preguntaban acerca de los temas
espirituales más difíciles, daba unas respuestas que dejaban admirados a todos.
Fue enviado a misionar a las Islas Canarias y allá logró la conversión de
muchos paganos y no permitió que los colonos esclavizaran a los nativos. Y
haciendo una excepción a la regla, los superiores lo nombraron superior de la
comunidad, siendo un simple lego. Y lo hizo muy bien.
En 1449 hizo un viaje desde España hasta Roma a pie. Iba a asistir a la
canonización de San Bernardino de Siena. Acompañaba al Padre superior, el P.
Alonso de Castro. Este se enfermó y Diego lo atendió con tan gran esmero y delicadeza,
que los superiores lo encargaron por tres meses de la dirección del hospital de
la comunidad de Roma, y allí hizo numerosas curaciones milagrosas a enfermos
incurables.
A San Diego lo pintan llevando algo escondido en el manto. Es un mercado
para los pobres. Y es que en los últimos años estuvo de portero en varios
conventos y regalaba a los pobres todo lo que encontraba. Y dicen que en un día
en que llevaba un mercado a un mendigo se encontró con un superior que era muy
bravo y este le preguntó qué llevaba allí. El santito muy asustado le respondió
que llevaba unas rosas, y al abrir el manto sólo aparecieron rosas y más rosas.
Los últimos años de su vida pasaba días enteros dedicados a la oración. Al
ver un crucifijo quedaba en éxtasis. Su amor por la Virgen Santísima era
inmenso. Untaba a los enfermos con un poco de aceite de la lámpara del altar de
la Virgen y los enfermos se curaban. Un muchacho cayó en un horno ardiente, y
el santo lo bendijo y el joven salió sano y sin quemaduras.
El 12 de noviembre del año 1463, sintiéndose morir pidió un crucifijo y
recitando aquel himno del Viernes Santo que dice: "¡Dulce leño, dulces
clavos que soportásteis tan dulce peso!" expiró santamente.
En su sepulcro se obraron muchos milagros y el mismo rey de España, Felipe
II, obtuvo la milagrosa curación de su hijo al rezarle a Diego. Por eso el rey
le pidió al Sumo Pontífice que lo declarara santo. Y fue canonizado sólo 25
años después de haber muerto, en 1588.
San Diego de Alcalá,
heraldo ferveroso de los
evangelios, tú que defendiste a los débiles de los
poderosos, alimentaste a los hambrientos, sanaste a
los enfermos, y en tu lecho de muerte con sincera
y pura devoción al presionar un crucifijo sobre
tu corazón exclamaste:
dulce leño,
dulce
fierro,
dulce
el fruto que nos dio,
por tu poderosa intercesión, obtén para nosotros,
humilde fraile, la fortaleza para proteger a los oprimidos,
el amor a los pobres, la compasión por los
afligidos y al final de la vida, una buena muerte.
Amén.
Tú que fuiste elegido por Nuestra Señora de Guadalupe como instrumento para mostrar a tu gente y al mundo que el camino del cristiano es uno de amor, compasión, comprensión, valores, sacrificios, arrepentimiento de nuestros pecados, aprecio y respeto por la creación de Dios, y por encima de todo, uno de humildad y obediencia.
Tú, quien ahora sabemos que estás en el Reino de nuestro Señor y cerca de nuestra Madre, sé nuestro ángel y protégenos, quédate con nosotros mientras luchamos en esta vida moderna sin saber, la mayor parte del tiempo, dónde fijar nuestras prioridades.
Ayúdanos a orar a Dios, por medio del Corazón de nuestra Señora de Guadalupe hacia el Corazón de Jesús, para obtener los dones del Espíritu Santo y usarlos para el bien de la humanidad y el bien de nuestra Iglesia.
Radio María
En la Catedral de Alcalá de Henares, España, cada 13 de
noviembre, se exponen los restos de San Diego, con motivo de la fiesta de este
santo que llegó a ser patrono de los hermanos franciscanos legos y a realizar
milagros con ayuda de la Virgen María.
San Diego nació en una familia pobre de San Nicolás del Puerto, Sevilla
(1400). Siendo joven se decidió a vivir como ermitaño. Más adelante sería
recibido como hermano lego (no sacerdote) en los Franciscanos Frailes Menores
de la Observancia.
Fue de peregrino a Roma por el jubileo de 1450 y la canonización de
Bernardino de Siena. En ese tiempo una epidemia azotó la ciudad romana y San
Diego ayudó como enfermero por tres meses. Muchos sanaron milagrosamente.
Cierto día, un niño sufrió graves quemaduras por quedarse dormido dentro
de un horno que luego fue encendido. Tras la intercesión de San Diego, el niño
apareció sin quemaduras. El santo solía atribuir los milagros a la Madre de
Dios.
De vuelta a España fue portero y jardinero en el convento de Santa María
de Jesús en Alcalá de Henares, donde partió a la Casa del Padre un 12 de
noviembre de 1463.
Se dice que al morir, expedía una milagrosa fragancia. Sus restos fueron
visitados por cardenales y miembros de la realeza, como Felipe II que llevó el
cuerpo de San Diego al palacio, obteniendo así la curación del príncipe Carlos
que se había accidentado.
La ciudad estadounidense de San Diego, al sur de California, lleva su
nombre debido a la misión que establecieron los franciscanos por esa zona.
Con motivo de esta celebración, la Catedral Magistral de Alcalá de Henares
permanecerá abierta desde las 8 hasta las 14 horas y desde las 16 hasta las 21.
La Misa solemne será presidida por Mons. Reig Pla, Obispo de Alcalá, a las
19:30 pm.
Texto Cortesia: Aciprensa.com.
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