"Ventana abierta"
Redacción, 10 de noviembre de 2013 a las 11:43
Palabras del Papa antes del rezo del Ángelus:
Los saduceos que negaban la resurrección.
¡Queridos hermanos
y hermanas, buenos días!
El Evangelio de
este domingo nos presenta a Jesús con los saduceos que negaban la resurrección.
Y es justamente sobre este tema que ellos dirigen una pregunta a Jesús, para
ponerlo en dificultad y ridiculizar la fe en la resurrección de los muertos.
Parten de un caso imaginario: "Una mujer ha tenido siete maridos, muertos
uno después del otro", y preguntan a Jesús: "¿De quién será esposa
aquella mujer después de su muerte?". Jesús, siempre dócil y paciente, responde
que la vida después de la muerte no tiene los mismos parámetros de aquella
terrenal. La vida eterna es otra vida, en otra dimensión donde, entre otras
cosas, no existirá más el matrimonio, que está ligado a nuestra existencia en
este mundo. Los resucitados - dice Jesús - serán como los ángeles, y vivirán en
un estado diferente, que ahora no podemos experimentar y ni siquiera imaginar.
Pero luego Jesús ,
por así decirlo, pasa al contra ataque. Y lo hace citando la Sagrada Escritura,
con una sencillez y una originalidad que nos dejan llenos de admiración ante
nuestro Maestro, ¡el único Maestro! Jesús encuentra la prueba de la
resurrección en el episodio de Moisés y de la zarza ardiente (cfr Ex 3,1-6),
allí donde Dios se revela como el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. El
nombre de Dios está ligado a los nombres de los hombres y de las mujeres con
los que se liga, y este lazo es más fuerte que la muerte. He aquí el por qué
Jesús afirma: « Porque él no es Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en
efecto, viven para él» (Lc 20,38). Y el lazo decisivo, la alianza fundamental
es aquella con Jesús: Él mismo es la Alianza, Él mismo es la Vida y la
Resurrección, porque con su amor crucificado ha vencido a la muerte. En Jesús
Dios nos dona la vida eterna, la dona a todos, y todos gracias a Él tienen la
esperanza de una vida más verdadera que esta. La vida que Dios nos prepara no
es un simple embellecimiento de aquella actual: ella supera nuestra
imaginación, porque Dios nos sorprende continuamente con su amor y con su misericordia.
Por lo tanto,
aquello que acontecerá es precisamente lo contrario de cuanto se esperaban lo
saduceos. ¡No es esta vida la que hace referencia a la eternidad, sino es la
eternidad que ilumina y da esperanza a la vida terrenal de cada uno de
nosotros! Si miramos sólo con el ojo humano, estamos llevados a decir que el
camino del hombre va de la vida hacia la muerte. Jesús vuelca esta perspectiva
y afirma que nuestra peregrinación va de la muerte a la vida: ¡la vida plena!
Por lo tanto la muerte está detrás, a la espalda, no delante de nosotros.
Delante de nosotros está el Dios de los vivos, está la derrota definitiva del
pecado y de la muerte, el inicio de un tiempo nuevo de alegría y de luz sin
fin. Pero ya sobre esta tierra, en la oración, en los Sacramentos, en la
fraternidad, encontramos a Jesús y a su amor, y así podemos saborear algo de la
vida resucitada. La experiencia que hacemos de su amor y de su fidelidad
enciende como un fuego en nuestro corazón y aumenta nuestra fe en la
resurrección. De hecho, si Dios es fiel y ama, no puede serlo por tiempo
limitado: Él es fiel por siempre, según su tiempo, que es la eternidad.
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