"Ventana abierta"
Homilía de José-Román Flecha
para el
I Domingo de Adviento, A, (1-12-2013)
Homilía del
sacerdote y teólogo José-Román Flecha Andrés para el I Domingo de Adviento, A,
(1-12-2013), titulada:
Adviento y Esperanza
Una vez más
estamos en el tiempo de Adviento. Durante estas cuatro semanas preparamos la
celebración de la fiesta del nacimiento de Jesús. Pero no sólo eso. El Adviento
es el tiempo que resume toda nuestra vida. En este tiempo se nos invita a
redescubrir la virtud de la esperanza. Y a vivir como quienes están de camino.
En este
itinerario del Adviento nos acompañan, sobre todo, las figuras del profeta
Isaías, de Juan el Bautista y de María la Madre de Jesús.
En este
primer domingo, recordamos cómo Isaías invitaba a las gentes de su pueblo a
marchar por las sendas del Señor, a repensar nuevas estrategias para la paz y a
caminar a la luz del Señor. En ese camino había de encontrarse Israel con todos
los demás pueblos de la tierra. La esperanza o es universal o no es esperanza
(Is 2, 1-5).
ORACIÓN Y
TAREA
En este nuevo
año litúrgico leeremos el evangelio según San Mateo. En el texto que hoy
se proclama (Mt 24, 37-44) escuchamos este aviso: "A la hora que menos penséis
viene el Hijo del Hombre". En tiempos de Noé las gentes vivían despreocupadas y
cuando menos lo esperaban llegó el diluvio. El evangelio nos invita a vivir
atentos y despiertos.
Con
frecuencia vivimos olvidando lo que somos y lo que esperamos. Estamos llamados
a vivir esperando la manifestación del Señor y la plenitud de su Reino. La
esperanza nos exige vivir despiertos, atentos a los signos de los tiempos.
En la
eucaristía repetimos con frecuencia la súplica con que se cierra el libro del
Apocalipsis: "Ven, Señor Jesús". Tendremos que preguntarnos si de verdad
vivimos esperando, deseando y anticipando la manifestación del Señor. Orar bajo
el signo de la esperanza, no significa manifestar nuestro descontento con la
realidad de este mundo.
Al
contrario. Como nos ha dicho el Concilio Vaticano II, "La espera de una tierra
nueva no debe amortiguar, sino más bien avivar, la preocupación de perfeccionar
esta tierra, donde crece el cuerpo de la nueva familia humana, el cual puede de
alguna manera anticipar un vislumbre del siglo nuevo"
(GS 39).
VIGILANCIA Y
ESPERA
Hoy
encendemos la primera de las velas en la corona del Adviento. A su luz
escuchamos las dos exhortaciones que nos dirige Jesús, también en nuestro
tiempo:
"Estad en vela porque no sabéis cuándo vendrá
vuestro Señor". Nos mantenemos despiertos, no por temor al que viene sino con
la gozosa espera del que ama. Además de velar y orar, dedicamos un
momento a buscar algunos signos por los que el Señor nos indica el camino que
hemos de seguir para anunciar y preparar su venida.
"Estad preparados porque a la hora que menos
penséis viene el Hijo del Hombre". Esta última frase no es una amenaza, sino
una preciosa advertencia. En cualquier momento de la historia humana puede
hacerse evidente que el Señor está con nosotros. Para el buscador de pepitas de
oro cualquier momento puede ser el que cambie su suerte. Hay que estar atentos.
-
Señor Jesús, andamos preocupados por mil cosas y nos enzarzamos en
discusiones sin sentido. No permitas que perdamos de vista la realidad que nos
circunda. Ayúdanos a descubrir en ella los signos de tu presencia. Y a
esperarte cada día con amor. Amén.
José-Román
Flecha Andrés
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