"Ventana abierta"
El antipadrenuestro
La oración más propia del cristiano, sea cual sea su Iglesia o Confesión, es el Padre Nuestro, la oración del Señor.
La rezamos con frecuencia, por desgracia muchas veces sin demasiada atención, como una cantinela repetida y sin captar el sentido profundo de sus ideas y el compromiso que supone también.
El padrenuestro es tan importante, que los primeros libros para enseñar a los cristianos a rezar en los primeros siglos de la Iglesia eran simplemente comentarios al padrenuestro, aprendiendo el padrenuestro se aprendía a rezar y a orar; además, si uno quiere saber qué es el cristianismo, con ver el padrenuestro, tenemos un resumen de todo el Evangelio, de toda la Doctrina Cristiana; y si un@ quiere vivir en cristiano, conque viva el padrenuestro, ya tiene todo hecho.
Pero cuando nosotros rezamos el padrenuestro tan repetidamente, ¿nos vamos convirtiendo a él, o inconscientemente lo que queremos es que él se convierta a nosotros?
Hoy se habla en distintos ámbitos: en el mundo del márketing, de la dinámica de grupo, de la psicología, de lo que se llaman las agendas secretas... En una negociación, una cosa es lo que dice el negociador, y otra cosa lo que pretende realmente; lo que aparece en su agenda pública, la que tiene encima de la mesa, y esa agenda secreta de sus intenciones menos confesables que tiene en su interior.
Quizá también en una relación interurbana yo hablo y doy una imagen e intento convencer al otro de algo que no se puede manifestar tan claramente, porque es mi intención de manipulación de la otra persona. O bien por mí mismo, puede ser que tenga agendas secretas conmigo mismo, que mi manera de pensar sea una y si me preguntan por ella, por mi ideología, por mis valores, responda de una manera; y por el contrario, mi manera de actuar, mi manera de sentir, , mi manera de comportarme en la vida, sea absolutamente diferente e incluso interpuesta.
Por eso aparecen las incoherencias en nuestra vida, por eso decimos que, "del dicho al hecho va mucho trecho"; por eso rezamos tantas veces el padrenuestro, y somos por desgracia todavía tan poco parecidos a la psicología y a la actuación del padrenuestro.
Por eso vamos a preguntar a nuestra vida: nuestra vida personal, nuestra vida como comunidad cristiana, nuestra vida social, cuál sería nuestro auténtico padrenuestro, es decir, esa agenda, esa manera de pensar, de sentir, de actuar que corresponde a nuestros deseos más inconfesables, quizá más ocultos, pero por desgracia quizá más reales; no vaya a ser, que aunque recemos muchas veces el padrenuestro, lo que realmente estemos pensando, y pidiendo, y deseando, y haciendo en la vida, sea un antipadrenuestro, un antipadrenuestro que más o menos podía rezarse así, y decir lo siguiente:
"Desconocido y tiránico Padre mío.
El que tu nombre sea santificado es tu problema.
Venga mi reino y el de los de mi cuerda.
Hágase mi voluntad en la tierra, y si existe algo, también en el Cielo.
Te exijo mi pan, mi mantequilla, mi mermelada, mi realización, mi comodidad, mi prestigio, mi imagen social, mi progreso económico, mi felicidad, aquí, ahora, y sin condiciones ni obligaciones.
Es tu problema -para eso eres Dios- el concedérselo a los demás; de no hacerlo, no significa que lo tenga que hacer yo, sino que Tú no existes y que la vida es injusta y absurda.
No necesito que me perdones nada, ya que no tengo responsabilidad para nada, pues soy fruto totalmente de la biología, o del ambiente, o de la educación, o de la sociedad, o del azar, o del destino etc, etc.
Si yo perdonara, "me comerían por sopas".
"La mejor defensa es un buen ataque".
"La tentación es la salsa de la vida" y prefiero un infierno divertido, a ese Cielo tan aburrido; mi medida es el aguante de mi hígado y de mi cartera.
"Del mal no nos libra ni la santa caridad", así que al que le toque, que se aguante y que no moleste a los demás.
Amén. Que así sea porque así lo quiero yo".
Perdónanos Padre, porque no sabemos lo que decimos, ni lo que hacemos.
Señor Jesucristo, Tú quisiste compartir con nosotros la fatiga del vivir y del morir, al resucitar de la muerte has liberado nuestro corazón de todo miedo y de toda tristeza, y nos has dado la certeza de participar en tu victoria.
Concédenos reconocerte con la sencillez y el arrepentimiento de Pedro.
Con la alegría desbordante de la Magdalena.
Y con la esperanza inquebrantable de tu Madre, la Virgen María.
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