Me escribe un amigo diciendo que está muy preocupado por el futuro de sus nietos.
Lo de que Dios les coja confesados es un buen deseo, pero me parece que no tiene que ver con su preocupación.
En muchas de mis conferencias, se levantaba una señora (esto es pregunta de señoras) y decía esa frase que me a mí me hace tanta gracia:
Ahora, como me ven mayor y ven que mis hijos ya están crecidos y que se manejan bien por el mundo, me suelen decir:
Yo suelo tener una contestación, de la que cada vez estoy más convencido:
"¿Y a mí, qué me importa?!"
Quizá suena un poco mal, pero es que, realmente, me importa muy poco.
Yo era hijo único.
Mis padres fueron un modelo para mí.
Pero, ¿qué mundo me dejaron?
1. La guerra civil española.
2. La segunda guerra mundial.
3. Las dos bombas atómicas.
4. Corea.
5. Vietnam.
6. Los Balcanes.
7. Afganistán.
8. Irak.
9. Internet.
10. La globalización.
Y no sigo, porque ésta es la lista que me ha salido de un tirón, sin pensar. Si pienso un poco, escribo un libro.
Eso es lo que yo quiero dejar a mis hijos, porque si me pongo a pensar en lo que va a pasar en el futuro, me entrará la depre y además, no servirá para nada, porque no les ayudaré en lo más mínimo.
A mí me gustaría que mis hijos, y los hijos de ese señor que me ha escrito, y los tuyos, y los de los demás, fuesen gente responsable, sana, de mirada limpia, honrados, no murmuradores, sinceros, leales. Lo que por ahí se llama "buena gente".
Porque si son buena gente harán un mundo bueno.
Por tanto, menos preocuparse por los hijos y más darles una buena formación:
Que sepan distinguir el bien del mal.
Que no digan que todo vale.
Que piensen en los demás.
Que sean generosos...
En estos puntos suspensivos podéis poner todas las cosas buenas que se os ocurran.
Al acabar una conferencia la semana pasada, se me acercó una señora joven con dos hijos pequeños. Como también aquel día me habían preguntado lo del mundo que les vamos a dejar a nuestros hijos, ella me dijo que le preocupaba mucho qué hijos íbamos a dejar a este mundo.
A la señora joven le sobraba sabiduría, y me hizo pensar. Y volví a darme cuenta de la importancia de los padres.
Pero lo fundamental es lo otro: los padres.
Que las cosas ya no son como antes.
Que el padre y la madre llegan cansados a casa.
Que mientras llegan, los hijos ven la tele basura.
Que la autoridad de los padres es cosa del siglo pasado.
Lo sé todo. TODO. Pero no vaya a ser que como lo sabemos todo, no hagamos NADA.
P. D .
1. No he hablado de los nietos, porque para eso tienen a sus padres.
2. Yo, con mis nietos, a merendar y a decir tonterías y a reírnos, y a contarles las notas que sacaba su padre cuando era pequeño.
3. Y así, además de divertirme, quizá también ayudo a formarles.
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