"Ventana abierta"
9 -octubre- 2011.
Comunicar-se.
Estamos en una era de plena expansión de las comunicaciones y de las redes sociales: la radio, la televisión, Internet, nos hacen situarnos en tiempo presente en aquello que ocurre en cualquier lugar del mundo; de tal manera que no podemos ni siquiera imaginar cómo antiguamente las noticias tardaban años quizás en llegar, si es que llegaban.
Todos nos acordamos de aquella anécdota de los últimos de Filipinas, que el grupo de españoles siguió luchando cuando ya la Independencia de Filipinas estaba firmada.
Incluso he leído -nos explica el sacerdote dominico Francisco J. Rodríguez Fassio- de un cierto país centroamericano, que no se enteró hasta muy tarde, que ya era independiente, porque no le había llegado la noticia de la victoria decisiva contra las tropas coloniales españolas.
Pero en esta expansión tremenda de la comunicación,
¿es todo positivo o supone una cierta crisis?
Y crisis -ya saben- que se compone de riesgo y de oportunidad toda crisis.
Nos avisan, incluso de distancia no oficiales, que este mundo de la comunicación de las redes sociales en especial, puede ofrecer el peligro real de engancharnos, de sentirnos enredados en la red; porque me surgen varias preguntas:
1. en primer lugar, cuando nosotros colgamos o subimos un mensaje o una foto, ¿quién va a hacer uso de esa foto?
Ya no existe la intimidad, ya no existe el pudor, ya no puedo controlar ni mi imagen, ni mi pensamiento, ni lo que yo digo a mis amigos, porque es incontrolable.
Al final de cuentas estamos ante el mercado de las noticias, incluso de las más íntimas.
2. En segundo lugar, crea adicción también.
Hay personas que están horas y horas y horas..., enganchados a la red o en los móviles, de tal manera que se hace difícil un encuentro cara a cara, o un encuentro de otro tipo con esas personas.
3. Y en tercer lugar, ¿hasta qué punto estamos controlados?
Aquello que siempre hemos querido de gran hermano, pero hoy es fácil, de hecho están los Estados haciendo leyes de protección de datos, de protección a la intimidad, porque existe el peligro de ser controlados, por alguien, o por algo, o por ciertos intereses ocultos, donde si ya la economía no es controlable por los Estados independientes, ¿la información lo podrá estar?, ¿no estaremos a merced de potencias ocultas y desde luego no humanizadoras?
Por otra parte nos tenemos que preguntar que no solamente es negativo, sino que es sobre todo una gran oportunidad.
Las últimas revoluciones no se han hecho ni en las bibliotecas ni en las universidades, se han hecho en las plazas convocadas por Internet. Por lo tanto un nuevo ámbito de comunicación, de expresión es posible, y de hecho está funcionando a niveles mundiales, globales.
Pero junto a esto, que nos obliga a plantearnos, qué sentido y qué papel tiene nuestra vida, las redes sociales, la comunicación,
también hay otros preguntas más íntimas quizás, pero mucho más decisivas:
Cuando nos comunicamos, ¿qué comunicamos?
Porque a veces se trata de darnos datos, o noticias, o chismes, pero no hay comunicación profunda.
En el comunicarse, lo importante es el "se", comunicar-se, que yo me comunico a ti, no sólo algo de mí, sino a través de mis pensamientos, de mis palabras, de mis sentimientos, de mis datos yo en cierto modo me estoy dando en comunicación contigo, me estoy expresando, exponiendo, entregando...
Quizá en este sentido es donde se vea más claramente, que cantidad va en contra de calidad; como la charlatanería, que no significa mejor comunicación.
Sabemos mucho sobre muchas personas, pero son datos irrelevantes, sin embargo, lo profundo de esa persona, eso que brota
del silencio y que se recibe del silencio, eso realmente lo conocemos muy poco.
Yo tengo una experiencia a veces un poco traumática -explica Rodríguez Fassio- de cuando estoy con una pareja preparando el Sacramento del Matrimonio, cuando entramos un poco más profundo y les pregunto:
¿Qué te gusta más de ella?
¿Qué te gusta más de él?
¿Qué queréis construir juntos?
¿Qué es lo que valoráis?
¿Cuál es vuestro proyecto de pareja?
A veces las caras que te ponen son un poco extrañas.
Saben algo del otro, pero no saben realmente del otro.
No tienen un proyecto compartido de lo que quieren construir, les ha ido bien hasta ahora y quisieran que esto durase, ¿pero, eso tan frágil puede durar?
Cuando se casan yo les hago una pregunta que puede parecer retórica, pero que es profunda, y creo que debía de ser un punto serio de meditación:
¿Con quién te estás casando en este momento: con tus expectativas, tus ilusiones, tus esperanzas, tus engaños, o con esta persona concreta que la conoces, la valoras, la quieres y quieres compartir tu vida con ella?
Con relación a Dios pasa lo mismo.
La comunicación con Dios que se establece en la oración y en el compromiso por los demás, ¿es profundo o es superficial?
¿Voy a Dios simplemente para pedirle cosas, cuando me interesa, o simplemente lo margino?
Y junto a eso, ¿qué es lo que comparto?
Pues la persona no se da, hasta que se da en sus sentimientos más profundos; y en un mundo que vive más bien de imágenes -porque es una cultura de la imagen- es difícil reconocerse, darse y expresarse a esos niveles más profundos.
Por eso, en un mundo donde hay esa explosión de comunicación...
El otro día leía twitter, tiene más de cien millones de usuarios -me parecen pocos- se dan cada vez más los fenómenos curiosos, contrarios del aislamiento, la soledad, la depresión, el sentirse sin valor en el mundo.
¿Cómo es posible que nos comuniquemos tanto?
Si uno se siente tan solo, ¿porqué no se comunica?
¿Cómo es posible que haya tantos e-mail que mando, o tantos mensajes que mando, y sin embargo no me encuentro acompañado profundamente con nadie?
Porque son rostros anónimos, somos superficiales; y los rostros anónimos son intercambiables, ¡pero la persona querida no! ella está de frente, ella es diferente.
El gran dramaturgo inglés Wilian Chespir, nos dejó un soneto donde habla de la importancia de la persona amada y de su relación con ella, de la comunicación profunda que no es intercambiable ni pasajera. Es un poema de amor, pero también hubiera podido ser un poema de amistad, de relación profunda, de relación padres e hijos, de relación, creyente con Dios.
Significa que cuando uno se ha comunicado profundamente, se establece una relación que no es intercambiable ni frágil.
El gran poeta inglés, el gran dramaturgo dice así:
"Que a la unión de las almas que son fieles,
jamás admita yo impedimento,
no es amor el amor que muda y decide una mudanza
o que voluble muestra la actitud del voluble o no,
pues es inmóvil faro que sin nunca estremecerse contempla tempestades, la estrella polar del rumbo de los barcos que aunque venir sepamos, misteriosa permanece.
El amor no es juguete del tiempo, y si estoy equivocado y alguien puede probarlo, ni jamás yo he escrito, ni jamás amó nadie".
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