"Ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA LA SOLEMNIDAD DE NUESTRA SEÑORA MADRE DE LA DIVINA PROVIDENCIA
Hoy celebramos en
Puerto Rico la Solemnidad de Nuestra Señora Madre de la Divina Providencia,
Patrona de Puerto Rico, declarada como tal por el papa san Pablo VI hace
cincuenta y tres años, el 19 de noviembre de 1969.
La lectura evangélica que nos propone la liturgia propia de la solemnidad
es Jn 2,1-11, el pasaje de las Bodas de Caná. Y el pasaje es muy apropiado,
pues nos muestra a María haciendo uso de su prerrogativa como madre de Dios,
provocando así el primer milagro de su Hijo. Un milagro que es producto de la
generosidad de la providencia divina. Recordemos que Dios es el único que puede
obrar milagros; su Madre tan solo se limita a interceder por nosotros ante su
Hijo, y guiarnos hacia su Palabra: “Hagan lo que él les diga”.
Es curioso notar cómo en el relato, María parecería estar más preocupada
por los jóvenes esposos que por su propio Hijo, a quien ella refiere su
preocupación. Él sigue siendo el foco de atención, como lo será durante toda la
vida de su madre. Pero en ese momento ella, como mujer y madre, está pendiente
a los detalles, a diferencia de su hijo, que está disfrutando de la fiesta con
sus nuevos amigos (Cfr.
Jn 1,35-51; 2,2). Por eso es ella quien se percata de la escasez del vino, una
situación altamente embarazosa para una familia de la época. Y de la misma
manera que tan pronto se enteró del embarazo de su prima salió a ayudarla sin
pensarlo (Lc 1,39-45), emprendiendo un largo y peligroso viaje a pesar de su
corta edad y su propio estado de embarazo, en esta ocasión actuó de inmediato
para resolver el problema de los novios. Y aunque su Hijo le manifiesta que aún
no ha llegado su “hora”, ella insiste y hace que esa “hora” se adelante.
Del mismo modo hoy María está pendiente de nosotros, de nuestras vidas,
presta a venir en nuestro auxilio y presentar nuestros problemas y nuestras
necesidades ante su Hijo. Tan solo nos pide una cosa: “Hagan lo que Él les
diga”.
En las palabras de María en este pasaje encontramos un doble propósito:
por un lado resolver el apuro material de los novios (“no tienen vino”), y por
otro, dirigir a los que allí estaban (y a nosotros) a prestar atención y actuar
conforme a la Palabra de su Hijo (“Hagan lo que él les diga”). Con esa última
frase nos abre a la intervención de su Hijo para que se produzca el milagro.
Así, de la misma manera que suscitó la fe de los que estaban aquel día en Caná
de Galilea, hoy coopera para que nuestros corazones se abran a la fe en su Hijo
y en la Divina Providencia.
En esta Solemnidad de nuestra patrona, pidámosle que nos lleve de su mano
hacia su Hijo, y encomendémonos a su intercesión para que lleve ante Él todas
nuestras necesidades materiales y espirituales.
Les invito a ver el vídeo sobre esta advocación en nuestro canal de
YouTube De la mano de María TV para
conocer el origen de esta advocación mariana y cómo llegó a Puerto Rico. De
paso, te invito a suscribirte al canal y activar la campanita de las
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María, Madre de la Divina Providencia, ¡ruega por Puerto Rico; ruega por nosotros!
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