"Ventana abierta"
Santos Ángeles Custodios
Dominicos
Los ángeles velan por
los hombres, guardan sus caminos, presentan a Dios sus oraciones y son enviados
por Dios para asistir a los seres humanos
La tradición bíblica
La tradición bíblica concibe la corte celestial en torno a Yahvé-Dios a
modo de un soberano oriental fastuosamente rodeado de sus servidores: les
asigna diversos nombres según su función, por ejemplo: los querubines sostienen
su trono, mueven su carro mayestático, guardan la entrada de sus dominios,
resguardan al arca sagrada con sus alas, sobre el propiciatorio: los serafines
(los ardientes) son los cantores de su gloria, y purifican los labios del
profeta (Is 6. 7).
En la concepción primitiva se habla de ángeles buenos y malos, responsables de
las buenas o malas obras respectivamente. Más tarde, después de la cautividad
(siglo Vl a.C.), por influencia mesopotámica y persa, los ángeles malos son
calificados como Satán o demonios.
A los ángeles se les atribuye un papel benefactor: velan por los hombres
(Tb 3. 17: Sal 91: «Tú que habitas al amparo del Altísimo... No se te acercará
la desgracia.... porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en
tus caminos: te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la
piedra...»: Dn 3, 49 s.); presentan a Dios sus oraciones (Tb 12. 12); presiden
los destinos de las naciones (Dn 10, 13-21).
En el Nuevo Testamento hallamos 179 textos que mencionan o hacen
referencia a los ángeles. Por naturaleza son «espíritus»: «Espíritus servidores
con la misión de asistir a los que han de heredar la salvación» (Hb 1, 14).
Cuando son «enviados» a ejercer un servicio, ya a Jesús, ya a las personas
humanas, reciben el nombre de «ángeles» porque el «oficio» de ángel es:
anunciar a María...
(Gabriel, Lc 1); a José... (Mt 1-2); a los pastores... (Lc 2): anunciar a las
mujeres la resurrección (ML 28).
servir a Jesús tras
las tentaciones (Mt 4 y ss.).
'proteger y
custodiar: «sus ángeles (de los niños) ten continuamente el rostro de Dios».
(Mt 18, 10)
se alegran por la
conversión del pecador (Lc 15, 10).
confortan a Jesús en
Getsemaní (Lc. 22. 43).
Defienden a Jesús:
«... a mi disposición más de doce legiones de ángeles». (Mt 26, 53).
acompañarán a Jesús
en su segunda venida… (Mt 16. 27).
liberan a Pedro y
Juan de la cárcel (Hch 5. 12).
ejecutan las órdenes
de Dios (Ap).
De los Ángeles Custodios, con nombre propio, conocemos a: Rafael,
compañero de viaje y guardián de Tobías, y Miguel «arcángel» (Judas 9),
defensor Custodio de la iglesia (Ap 12).
Ángeles Custodios
De la tradición bíblica, pues, nace el sentido del ángel protector,
guardián o custodio:
Del pueblo (Israel): «He aquí que voy a enviar un ángel delante de ti,
para que te guarde en el camino y te conduzca al lugar que te tengo preparado»
(Ex 23. 20).
De las personas: Abrahám dice a Isaac, que marcha en busca de esposa: «...
El enviará su ángel delante de ti.... (Gn24, 7). Compañero y guardián de Tobías
(5, 4): presenta las oraciones y buenas obras de Tobit ante Dios, le cura... (
11, 12 ). Pedro es liberado de la prisión por el «ángel del Señor» y se dirige
a «casa de María, madre de Juan, por sobrenombre Marcos», donde los reunidos,
extrañados, contestan a la sirvienta Rode que ha acudido a la puerta, «será su
ángel» (Hch 12, 7-15).
De los niños: Dice Jesús: «Guardaos de menospreciar a uno de estos
pequeños: porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente
el rostro de mi Padre que está en los cielos» (Mt 18, 10). El ángel del Señor
protege la vida e infancia de Jesús, avisando a José del peligro e indicándole
lo que éste ha de hacer (Mt 1, 20; 2, 13.19).
En la liturgia de las horas
La Liturgia de las horas del día, en su oficio de lectura, nos propone un
fragmento de uno de los sermones de San Bernardo, abad, sobre el salmo 90, en
el que leemos reflexiones como éstas:
«Señor, ¿qué es el hombre para que te ocupes de él?... Para que ninguno de
los seres celestiales deje de tomar parte en esta solicitud por nosotros,
envías a los espíritus bienaventurados para que nos sirvan y nos ayuden, los
constituyes nuestros guardianes, mandas que sean nuestros ayos...»
«A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. Estas
palabras deben inspirarte una gran reverencia... por la presencia de los
ángeles, devoción por su benevolencia, confianza por su custodia. Porque ellos
están presentes junto a ti, y lo están para tu bien. Están presentes para
protegerte, lo están en beneficio tuyo... Debemos estarles agradecidos, pues
que cumplen con tanto amor esta orden, nos ayudan en nuestras necesidades, que
son tan grandes... Correspondamos a su amor, honrémoslos cuanto podamos y según
debemos. Sin embargo, no olvidemos que todo nuestro amor y honor ha de tener
por objeto a aquél de quien procede todo, tanto para ellos como para nosotros,
gracias al cual podemos amar y honrar, ser amados y honrados».
«En él, hermanos, amemos con verdadero afecto a sus ángeles, pensando que
un día hemos de participar con ellos de la misma herencia y que, mientras llega
este día, el Padre los ha puesto junto a nosotros, a manera de tutores y administradores...,
y viviremos así a la sombra del Omnipotente».
No hay comentarios:
Publicar un comentario