"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
ZAQUEO, DESEÓ VER A JESÚS Y SE SALVÓ
1 Habiendo entrado en Jericó, atravesaba la
ciudad.
2 Había un hombre llamado Zaqueo, que era
jefe de publicanos, y rico.
3 Trataba de ver quién era Jesús, pero no
podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura.
4 Se adelantó corriendo y se subió a un
sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí.
5 Y cuando Jesús llegó a aquel sitio,
alzando la vista, le dijo: «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me
quede yo en tu casa.»
6 Se apresuró a bajar y le recibió con
alegría.
7 Al verlo, todos murmuraban diciendo: «Ha
ido a hospedarse a casa de un hombre pecador.»
8 Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor:
«Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a
alguien, le devolveré el cuádruplo.»
9 Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la
salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham,
10 pues el Hijo del hombre ha venido a
buscar y salvar lo que estaba perdido.» (Lc. 19, 1-10).
Zaqueo, era pequeño de estatura, pero muy grande de
alma. Y añadiremos, y “un muy grande ladrón”porque, no sólo era recaudador de
impuestos, sino jefe de ellos. Y esto, porque robaba a su pueblo al recoger de
sus conciudadanos, el dinero que después daba a los romanos, el pueblo opresor.
Y en estas transacciones, todos sabían que, se le pegaban las monedas en las
manos, por eso, era muy rico. Como no tenía que guardar la imagen ante los
suyos, queriendo ver a Jesús y no acertando a verle por causa del gentío, se
adelantó y se subió a una higuera, por donde tenía que pasar Él. Todos le
juzgaron ridículo, menos Jesús que, valoró su gesto porque “lo que quería era
verle”. No era simple curiosidad, sino que, tenía que tener algo más en su
corazón que, le hizo realizar esta acción un poco infantil y llamativa.
Jesús, veía hasta el fondo todos los pensamientos de
Zaqueo, por ello, lo llamó por su nombre y lo invitó a bajar enseguida porque
quería comer con él en su casa. Esta escena, fue criticada por los observantes
de la Ley porque “había entrado a hospedarse en casa de un pecador”. Y, he aquí
la grandeza de alma de Zaqueo que, acogiendo la verdad de que, era un
indeseable, quiso reparar sus pecados de codicia con una generosidad, nada
común: “daría la mitad de sus bienes a los pobres y de los que se había
aprovechado, los restituiría cuatro veces más”. ¡En verdad que, la salvación
había entrado en la casa de este hombre y sobre todo en su corazón que, por su
sincero arrepentimiento, era sobradamente perdonado por la misericordia de
Jesús!
Y podemos preguntarnos: ¿que vio y que sintió ante Jesús
que, le hizo despreciar todas sus riquezas y hasta su oficio oscuro, por
adherirse a Él y a su Evangelio? Pues lo que le llegó al alma de Zaqueo fue
que, Jesús, era un hombre de Dios que, en contacto con Él, colmaba todos sus
deseos de amor absolutos, cosa que no había podido llenar con sus dineros. Y,
ante la “perla preciosa” que había encontrado, mejor que le había encontrado a
él, vende todo y se lo da a los pobres. Esos que, Jesús predicaba que “son
felices porque de ellos es el Reino de los cielos”. Porque Jesús, ha venido a
salvarle a él y a los que son como él: pecadores arrepentidos.
¡Cuánta confianza nos da este Evangelio, ante la
salvación, a lo grande, de un hombre codicioso y no bueno! Nosotros, que somos
pecadores, que, nuestra vida tantas veces, no tiene la altura de la santidad de
Dios que, Él nos confirió en el bautismo y tantas gracias actuales a lo largo de
nuestra vida, es a nosotros, en nuestro momento actual, a quien Jesús viene a
rescatar y regalar la santidad. Porque Él, es puro Don; Es Bondad absoluta; Es
Amor gratuito que, no se compra, sino que siempre se nos ofrece y regala; Que
su Misericordia es un mar sin fondo transparente y limpísimo…
¡Él, ha dado todo su ser por mí y como Zaqueo, no quiero ser ingrato! ¡Dámelo Tú Señor, por tu Amor!¡Amén!
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