"Ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL MARTES DE LA VIGÉSIMA SÉPTIMA
SEMANA DEL T.O. (2)
“Esta tenía una hermana llamada María que,
sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra”.
El Evangelio de hoy nos narra el pasaje del
alto que Jesús hace en esa última “subida” a Jerusalén, para visitar a las
hermanas Marta y María (Lc 10,38-42). La Escritura nos dice que “Jesús quería
mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro” (Jn 11,5). Estos hermanos vivían en
Betania, una aldea distante como a cuatro kilómetros de Jerusalén, y Jesús
pernoctaba a menudo en su casa. Eran amigos.
Nos dice la Escritura que mientras Marta
parecía una hormiguita tratando de tener todo dispuesto para servir al huésped
distinguido que tenían, María, “sentada a los pies del Señor, escuchaba su
palabra”. Marta, quien aparenta tener mucha confianza con Jesús, le pide que
regañe a María, y le diga que la ayude con los preparativos. Esta petición de
Marta suscita la famosa frase de Jesús que constituye el meollo de esta
perícopa: “Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una
es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán”.
El mensaje de Jesús es claro: Solo una cosa es
necesaria; escuchar y acoger la palabra de salvación que Él ha venido a traer.
Lo que Marta está haciendo no está mal; ella quiere servir al Señor, pero lo
verdaderamente importante no es el mensajero; es el mensaje de salvación que
trae su Palabra. En su afán de servir, Marta se desenfoca y olvida que Jesús no
vino a ser servido sino a servir (Mt 20,28). Jesús no quiere que le sirvan;
quiere que acojan el mensaje de salvación que Él ha venido a traer. Por eso
María ha escogido lo que debe, lo que Jesús considera verdaderamente necesario,
se ha concentrado en la escucha de la Palabra, actitud que Él mismo nos ha
señalado es más importante que cualquier relación, incluyendo la de parentesco
biológico (Cfr. Lc 6,46-49; 8,15.21).
Con su actitud, María se convierte en el modelo
del verdadero discípulo de Jesús y de toda la comunidad creyente. En los cursos
de formación cristiana que impartimos, al discutir el tema del “discipulado”,
utilizamos este pasaje para ilustrar dos de las seis características del
discípulo de Jesús: “se sienta a los pies del Maestro” y “escucha al Maestro”.
El verdadero discípulo tiene que escuchar la palabra, acogerla, y vivirla, como
María, madre de Jesús y primera discípula, quien “conservaba estas cosas y las
meditaba en su corazón” (Lc 2,19.51).
Eso no quiere decir que debemos abandonar el
servicio al Señor; lo que significa es que en el afán de servir no podemos
apartarnos de la escucha de la Palabra, que es la que guía y da sentido y
significado a nuestro servicio. De ese modo nuestro servicio se convierte en
una respuesta a la Palabra.
En una ocasión leí un comentario sobre este
pasaje en el que el autor, cuyo nombre no recuerdo, decía que probablemente
Jesús, después de contestarle a Marta, se dirigió a María y le dijo: “Anda,
ahora ve a ayudar a tu hermana”.
Hoy, pidamos al Señor que abra nuestros oídos,
y más aún, nuestros corazones, para escuchar, acoger, y poner en práctica su
Palabra salvífica.
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