"Ventana abierta"
Para la oración
P. Leonardo Molina García S.J.
Prólogo (o epílogo) de parábola de las
semillas
Un profeta llega a la plaza del mercado
con un saco lleno de bolsas. «Hay dentro semillas especiales” anuncia.
-¿Especiales? ¿Qué tienen de
especial? Pregunta la gente que lo rodea.
-Estas semillas no son para sembrarlas a
volea --explica- Hay que sembrar cada día solamente una semilla. Y cada mañana
debes regar el sitio donde has sembrado las semillas. Y cada tarde tienes que
sembrar una nueva semilla. Y una vez que lo hayas hecho, inclina tu cabeza y da
gracias a Dios por su amorosa presencia.
-Está bien -interviene un labrador. Pero
¿qué hemos de hacer para estar seguros de que van a brotar?
-Oh, no te preocupes. Dios se cuidará de
ello - le asegura el profeta.
- Y ¿qué es lo que producen? -pregunta un
curioso.
-¡Sólo Dios lo sabe! -replica el profeta.
Los que las han empleado de este modo han descubierto que las semillas
contienen poder para transformar el corazón.
La mayor parte de los oyentes se río para
sus adentros, dio media vuelta y se marchó. Sólo unos pocos se llevaron a casa
las bolsas con cierta esperanza. Pero, también éstos se sintieron totalmente
desilusionados cuando, al abrir las cajas, se encontraron con semillas,
aparentemente vulgares.
-¡Se trata de una broma! Se dijeron. Y
arrinconaron las bolsas en un trastero.
Solamente Prakash y su esposa Rohini,
decidieron utilizar las semillas como era debido.
A la mañana siguiente, muy temprano,
limpiaron su patio trasero y lo dividieron en dos parcelas, una para cada uno.
Y colocaron unas marcas, en fila, para la siembra. Al volver del trabajo, por
la tarde, Prakash cavó un pequeño agujero en una esquina y sembró la primera
semilla. Rohini hizo lo mismo en la esquina de su parcela.
Permanecieron ambos en silencio, por unos
momentos, agradeciendo la amorosa presencia de Dios. A la mañana siguiente
regaron los sitios donde habían sembrado las semillas y por la tarde sembraron
nuevas semillas, concluyendo la tarea con una breve oración.
Prosiguieron cumpliendo este ritual, con
fidelidad, día tras día. ¡Comenzaron a aparecer brotes, después árboles,
después flores y frutos -de notable y exótica variedad- ¡toda una fiesta para
los ojos y el paladar!
La noticia se difundió, y llegó mucha
gente de cerca y de lejos para ver este auténtico jardín del Edén, como
comenzaron a llamarlo.
Los que regresaban de su visita al jardín
no se cansaban de ponderar a sus vecinos las frutas deliciosas que habían probado,
el exquisito aroma de las flores, el esplendor de los rostros y el brillo de
los ojos de Rohini y Prakash. Estos, por su parte, les indicaban el lugar donde
habían sembrado ¡aquellas semillas especiales en su patio trasero!
Esta parábola ilustra, brevemente, el
método y los beneficios que obtendrás si sigues el presente programa de
Ejercicios Espirituales en la vida ordinaria. Hay abundantes gracias para todos
aquellos que siembren «buenas semillas» y tengan confianza en que Dios se
cuidará de ellas y hará que den fruto abundante a su debido tiempo (Ver Marcos
4, 26-29).
Este libro contiene semillas especiales,
en forma de narraciones, anécdotas y poemas, así como también citas de la
Escritura y de otras fuentes. No está hecho para ser leído de una sentada sino,
poco a poco, una o dos páginas al día. Incluye, también, sugerencias sobre qué
y cómo orar (ejercicios espirituales), que van llevando al lector, paso a paso
y día a día, a ser más plenamente humano y a vivir una vida superior.
Algunos de los que han utilizado este En casa con Dios, han encontrado en él una ayuda para conseguir una enriquecedora experiencia de contacto con Dios, no solamente durante los períodos estrictos de oración (“siembra de las semillas”) sino también en medio de la rutina de sus tareas cotidianas (vida ordinaria).
«Dos libros nunca deberían faltar en
ninguna casa: la Biblia, que narra los milagros de Dios, y el catálogo de
semillas que los confirma»
(Surtan Hillis).
Y así; la vida
/ para general sorpresa
/ descubre que los árboles tienen lengua
/ que los raudos arroyos escriben en
prosa,
/ que las piedras hablan a voces
y que hay algo bueno en todas las cosas.
(W. Shakespeare)
Comentario mío:
Aquel o aquella que quiera seguir en la
vida corriente una espiritualidad según san Ignacio, puede usar (o comprar)
este libro con 300 ejercicios magníficos, al alcance de todos. Naturalmente
usarlo cada día (al menos) y seguir el ritmo, sin prisas. Allí donde encuentres
jugo espiritual, allí te detienes, no pases adelante pues es signo de que Dios
por su Espíritu te está hablando. Tiene, como es normal, muchas citas de la
Biblia que debes consultar para esa riqueza de habla, de Dios hacia ti (siempre
evangelio) y de ti hacia Él se conviertan en una conversación de hijos a su
Padre.
Puede servir para hacerlo en grupo o practicarlo individualmente. Aconsejan los expertos que haya acompañamiento espiritual de vez en cuando. A mí me ha ido muy, muy bien. Y las personas que lo han practicado afirman lo mismo. Sólo un problema: que algunos lo leen como un libro, de corrido. Hay que hacerlo despacio, ejercicio a ejercicio… Dios no tiene prisa. El que avisa, no es traidor...
Libro: En casa con Dios. De H Lewis. Editorial El Mensajero.
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