"Ventana abierta"
P. Horacio Solís Iglesias. S.S.P.
Aquí estoy
Todo cuanto nos sirve
para una comunicación, nuestras relaciones interpersonales de encuentro,
convivencia, amistad, ayuda… en el fondo, son un lenguaje. ¿Qué pensar o cómo
actuar en el lenguaje que nos ocupa, la amistad? Creo que una de las
exigencias, si no la primera, es: la sinceridad.
Cada día vamos
escribiendo una historia, nuestra historia personal. Es y debe ser, una
historia sincera, de compromiso, de ayuda mutua. Una historia donde en su
ambiente, se respira sinceridad y mutuo compromiso. Todo se llena de sentido
cuando el mensaje llega cargado de sincera amistad y responsabilidad.
La auténtica amistad
es como el amor, siempre perdona. No manipula, es creativa, su lenguaje no
destruye, siempre restaura y descubre nuevos caminos de encuentro, se renueva…
No cansa. Siempre une, la verdadera amistad no esclaviza, colabora, comparte,
perdona. Nos invita a salir de nosotros mismos. Es contraria a toda comodidad,
es exigente.
Un peligro acecha a
la comunicación y al lenguaje de la amistad: Las nuevas tecnologías. Se
necesita primero el encuentro, un sincero y responsable diálogo. La verdadera
amistad es exigente, pide siempre “detalles”. La persona agradecida está
siempre atenta, es sencilla y educada. No olvida esos pequeños detalles. Sabe
colocarse al lado del otro y pedir perdón porque saber perdonar es volver a
caminar juntos.
Decía la Madre Teresa: “La paz comienza con una sonrisa” La vida está llena de pequeños detalles que dan sentido a nuestra existencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario