"Ventana abierta"
La hormiga y la lente de contacto
Una vez, una joven de nombre Brenda fue invitada a escalar una montaña. Aunque eso le causaba mucho miedo, decidió acompañar a sus amigos a un inmenso risco de granito para escalarlo. Se colocó el equipo, tomó un extremo de la cuerda y comenzó a enfrentar aquel gran paredón de piedra sólida.
Después de un rato subiendo, el grupo se detuvo para coger un respiro. Mientras descansaba, la cuerda de seguridad se balanceó golpeando a Brenda suavemente en el rostro. El golpe no fue muy fuerte, pero sí lo suficiente para sacarle el lente de contacto del ojo.
Así que allí estaba ella, con su visión borrosa colgada a la mitad del risco, cien metros sobre el suelo y cien metros para alcanzar la cima. Buscó y buscó, con la esperanza de que el lente hubiera caído en la roca y pudiera alcanzarlo, pero simplemente no estaba allí. Brenda comenzó a sentir pánico, así que comenzó a orar. Rezó pidiéndole al Señor que le diera paz y para que le ayudara a encontrar su lente de contacto.
Cuando llegó a la cima, uno de sus amigos le examinó el cabello y la ropa, pero no pudieron encontrar el lente. Brenda observaba a sus amigos, como admiraban el impresionante paisaje y, aunque ella no podía verlo con claridad, recordó el pasaje de la Escritura que dice que «los ojos de Yahveh recorren toda la tierra» y pensó: “Señor, Tú puedes ver todas estas montañas. Tú conoces cada piedra y cada hoja, y sabes exactamente dónde está mi lente de contacto… por favor, ¡ayúdame!”
Finalmente, bajaron por un sendero hasta el fondo del acantilado llegando en el momento que un nuevo grupo de alpinistas se disponían a escalar el risco. De pronto, uno de ellos les hizo señas, gritando,
– “¡Oigan, ustedes! ¿Alguien perdió un lente de contacto?”
Esto, de por sí, ya hubiera sido suficientemente sorprendente… pero, ¿sabes cómo el alpinista encontró el lente de Brenda? Una hormiga se movía lentamente sobre una rama en la cara de la roca, ¡cargándolo!
La historia no termina ahí. El padre de Brenda era caricaturista. Cuando ella le contó la increíble historia del lente, la hormiga y la oración, él hizo una caricatura de una hormiga cargando un lente de contacto que decía:
“Señor, no sé por qué Tú quieres que cargue esta cosa. No puedo comérmela y es extremadamente pesada. Pero si eso es lo que Tú quieres que haga, yo la llevaré para Ti.”
Creo que a nosotros nos haría bien repetir algunas veces: “Señor, no sé por qué quieres que lleve esta carga. No lo entiendo y no encuentro nada bueno en esto, pero si Tú quieres que yo la cargue, lo haré para Ti…”
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