"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
2 Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga.
3 Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha;
4 así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
5 « Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga.
6 Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
16 « Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga.
17 Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro,
18 para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. (Mt. 6, 1-6.16-18)
Jesús, en este Evangelio, nos denuncia el que queramos vivir de las apariencias. ¿Y por qué esto?: Porque buscamos el elogio y el halago de los hombres. En los tres casos que nos propone Jesús: la oración, el ayuno y la limosna, se ve claro que este simular procede de que vivimos de cara al mundo y no, en lo profundo, de cara a Dios...
Creo que hay que
comenzar, no en rectificar mi intención y tratar de ser auténtico, sino
remontarnos más arriba y darme cuenta de que, si mi corazón vive y está en
presencia de Dios, todo lo que mis fuerzas sean capaces, estos errores es
imposible que se den... ¿Qué hay más absurdo, por ejemplo en mi oración, cuyo
fin es hablar con Dios, que cambiar este objeto precioso por criaturas caducas,
que hoy son y mañana desaparecen?... Dios es el principio y el término de mi
oración, y si éste desaparece, lo que queda es un absurdo que acaba
destruyéndome a mí... Y para hablar a mi Padre Dios, ¿qué más necesario que,
“entre en mi cuarto, cierre la puerta y hable a mi Dios en lo escondido”, donde
Él habita? ¡Dios, es una Persona! y sabrá qué hacer con mi oración, hecha en fe
y amor...
Y lo mismo cuando hago
limosa, también en secreto, que, si fuera posible, ni siquiera Dios lo supiera.
Porque amo a mi hermano pobre, y en él estoy amando a Cristo… Amo porque amo, y
mi recompensa es simplemente el amor...
Y con el ayuno, ¿qué
diremos?: que su práctica en sí, no tiene valor alguno, se salva su valor por
la intención con que lo práctico: estamos de acuerdo en que, el comer en exceso
y cosas exquisitas, o el acumular lo que me gusta, embota la mente, y mi ojo
interior está nublado para ver la realidad y más las cosas de Dios... Ayuno de
algo, para tener más afilado mi espíritu y adorar a Dios, “como quiere ser
adorado: en espíritu y en verdad”. Y esto, sólo es posible, cuando aparto de
mí, no sólo lo dañino, sino todo lo que me ata, con una dependencia, aunque
ésta sea mínima...
¡Jesús, sabía lo que
nos decía al hablarnos en este Evangelio, porque solo Él sabe lo que,
verdaderamente nos da la alegría espiritual, la paz, y el amor!…
¡Que el Señor nos escuche la oración que le hacemos, en verdad y en espíritu!... ¡Amén!
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