Dominicas Lerma
Comentarios a la Palabra de Dios
27 DE DICIEMBRE - SAN
JUAN APÓSTOL Y EVANGELISTA
FIESTA
I Jn. 1, 1-4
1 Pedro, apóstol de
Jesucristo, a los que viven como extranjeros en la Dispersión: en el Ponto,
Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos
2 según el previo
conocimiento de Dios Padre, con la acción santificadora del Espíritu, para
obedecer a Jesucristo y ser rociados con su sangre. A vosotros gracia y paz
abundantes.
3 Bendito sea el
Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo quien, por su gran misericordia,
mediante la Resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha
reengendrado a una esperanza viva,
4 a una herencia
incorruptible, inmaculada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros
(v.
1) - Las primeras
palabras, ya acentúan el misterio. No se menciona el nombre de quien se habla,
ni siquiera el género masculino, sino el neutro “lo que era desde el
principio” o “desde el origen”. Este principio no se refiere al
comienzo de la creación sino al primer origen que es el Padre: “…me
has amado, antes de la creación del mundo” (Jn. 17, 24). La realidad de la
que se habla, procede de la eterna razón primordial del amor de Dios: “el
Logos de la vida”, este es “La Palabra” en la que Dios se
revela a sí mismo, dando vida. Para Juan y los discípulos, esta primordialísima
realidad del Logos de la vida, primero es oída, después vista,
“contemplada” con los ojos y palpada con las manos.
(v.
2) - Esta enorme
pretensión tendrá sentido sólo si el Logos realmente “se hizo carne”
(Jn. 1, 14). Y la encarnación del Logos es revelación de vida divina y no la
manifestación de un espíritu, sino de Jesucristo “venido en
carne” (I Jn. 4, 2). “Testificamos y os anunciamos” ¿qué?: “la
vida eterna” “que estaba en el Padre”, es decir, “desde el
principio”.
(v.
3) - Este versículo
concluye los versículos 1 y 2. Los testigos no anuncian ideas filosóficas, sino
“lo que han oído y visto”. Y esto para que tengamos comunión con los
testigos, porque a su vez, los testigos tienen “comunión con el Padre y con su
Hijo Jesucristo”. Juan quiere decir que la comunión con Dios se da a través de
la comunión con los testigos. Y por fin en este versículo se nombra ya a
Jesucristo.
(v.
4) - En el
versículo 3 se mencionó la finalidad de la predicación y ahora se menciona
la finalidad de la carta. Los dos fines se aúnan, la comunión con
Dios es fuente de gozo, ¡un gozo colmado! (5, 13). El autor escribe para
fortalecer en sus cristianos la seguridad de salvación “el gozo colmado”
(2, 5).
- Nos
preguntamos ¿quiénes son esos que “testifican” de los que aquí se habla
en plural?. No parece un plural mayestático, sino que hay que suponer la
existencia real de un grupo de testigos, cuyo portavoz es el autor de la carta.
Estos conceptos tan realistas: ver, tocar, contemplar, oír,
se explican por contraste con la herejía gnóstica, que la carta
trata de combatir. Esta, ofrece la unión inmediata con lo divino por medio
de la gnosis: capta inmediatamente a Dios por la energía mística de
la gnosis. Niega que la carne del Logos sea camino de salvación y niega
la encarnación. La verdad cristiana afirma que la comunión con Dios sólo se
da por medio de la fe en el Logos encarnado, en Jesús hecho carne.
En la carne de Cristo, hemos palpado lo eterno y divino. Acontecimiento
histórico real del que los primeros testigos oculares, dan fe. Así, los
discípulos de Juan, tienen este encargo que transmitir a las posteriores
generaciones, pues la fe es un contacto real con Jesús encarnado.
Pero nosotros, que “no vemos”, no estamos en situación peor que los que
palparon (Jn. 20, 25s.) porque a nuestra fe se une una bendición: “Dichosos
los que sin ver, creyeron”
Jn. 20, 2-8
2 Echa a correr y
llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les
dice: « Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.
»
3 Salieron Pedro y
el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro.
4 Corrían los dos
juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó
primero al sepulcro.
5 Se inclinó y vio
las vendas en el suelo; pero no entró.
6 Llega también
Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo,
7 y el sudario que
cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte.
8 Entonces entró
también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y
creyó
- En esta
sección de Juan se entrelazan dos hilos narrativos: el
descubrimiento del sepulcro vacío (que aquí lo hace sola María
Magdalena) y la carrera de los dos discípulos, “Pedro y el otro
discípulo a quien amaba Jesús”, hasta el sepulcro vacío. El versículo 2, hace
de conexión entre ambas historias. En su origen estas narraciones fueron
narraciones independientes. 1) El relato de María procede de
la tradición, así como los relatos sinópticos sobre el sepulcro, 2) y
la historia de Pedro y Juan se debe a este último.
(v.
2) - “Se han llevado del
sepulcro al Señor y no sabemos…”. Este plural es un reflejo de la
tradición por lo que María no fue la única en acudir la mañana de Pascua al
sepulcro vacío, sino que lo hicieron varias mujeres. “Se han llevado al Señor”
falsa interpretación de María, de lo que más tarde se comprobará.
- En los
relatos de Juan pascuales se emplea con singular frecuencia como título
soberano cristológico el de “Señor” (en total 14 veces, nada menos que
1/3 de todos los casos que aparece en Juan). Pero en todos los relatos este
título está nimbado de una aureola especial; predomina un singular balanceo
entre confianza y distancia, una especie de solemne
turbación. El resucitado, no pertenece ya desde el primer momento a este
mundo; tiene ya su “lugar” propio en el ámbito divino, por ello faltan los
tratamientos familiares de Jesús desde el entorno terrestre.
(v.
3-8) - El relato comienza con
cierta tensión: el sepulcro está abierto; Jesús no está allí; María alarmada
avisa a los dos discípulos y salen corriendo para ver lo ocurrido. Con esta
minuciosidad Juan nos quiere decir algo: No es una marcha pausada, sino una
carrera en toda regla. Ambos discípulos salen a la vez, pero el
“otro discípulo” corre más que Pedro y llega antes al
sepulcro, pero no entra y todo lo que ven en perfecto orden nos da el sentido
ordenador peculiar de Juan: la resurrección de Jesús no provoca ningún
caos en el sepulcro vacío. Primero inspecciona Pedro, después Juan. "Y
vio y creyó…”. Se barruntan las ideas latentes del autor en todo el
relato. a) Ante todo se advierte cierta rivalidad entre Pedro
y el discípulo amado, manifiesta en la carrera competitiva que acometen. b) En
la tradición joánica no se pasa por alto la aparición del Señor a Pedro, de
aquí la precedencia y su posición especial pero c) el interés
primordial del narrador parece estar en “el otro discípulo”.
Pero lo
importante es que éste entra en el recinto sepulcral, ve lo que había
de ver y cree. No es necesario para él ningún encuentro
con el resucitado. d) “El otro discípulo” es como la réplica
del titubeante Tomás y es por tanto, destinatario de la bienaventuranza de
Jesús: “Dichosos los que no vieron y creyeron”. Mientras que sobre Pedro
no se dice una sola palabra, se supone que cree y no necesita de mensajeros de
la resurrección.
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