"Ventana abierta"
Un rincón para orar
Sor Matilde
CONFESIÓN DE PEDRO
13 Llegado Jesús a la región de Cesarea de
Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: « ¿Quién dicen los hombres que es
el Hijo del hombre? »
14 Ellos dijeron: « Unos, que Juan el
Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas. »
15 Díceles él: « Y vosotros
¿quién decís que soy yo? »
16 Simón Pedro contestó: «
Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. »
17 Replicando Jesús le
dijo: « Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto
la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
18 Y yo a mi vez te digo
que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del
Hades no prevalecerán contra ella.
19 A ti te daré las llaves
del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los
cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos. » (Mt.
16, 13-19)
Jesús pregunta a sus discípulos quién dice la gente que
es Él. Y aquí se ve la ambigüedad de la opinión humana y también sus errores...
Y es que si Dios no ilumina nuestros corazones con su verdad, no podemos dejar
de ser unas pobres criaturas que sólo saben, y malamente, cosas de la tierra.
Pero hemos de pedir a Jesús no ser de “la gente”, sino de sus íntimos, que con
su Espíritu Santo nos ilumine el entendimiento para saber que Jesús apareció en
la tierra como un hombre cualquiera, pero no era uno de tantos, sino “el
Mesías, el Hijo del Dios vivo” y Dios como el Padre .
Simón Pedro respondió a Jesús, en nombre de todos los
apóstoles, con la seguridad que le daba el Espíritu Santo, el Espíritu de la
Verdad que es Dios, con el Padre y con el Hijo. Y su palabra no tuvo ninguna
vacilación o duda. Lo que él decía no era suyo, era pura revelación de Dios.
Por esto Jesús, a quien el Padre otorgo tales palabras, le confiere el primado
sobre todos los otros once compañeros y le asegura que será la piedra, Petrus,
en donde la Iglesia de Jesús se asentará firmemente hasta el fin de los siglos.
La Iglesia de Jesús está edificada sobre la fragilidad
de un hombre y el poder y la asistencia, en todo tiempo, del Dios vivo, por
medio de su Espíritu Santo.
Los poderes del infierno, a quienes Jesús en su misión
ha puesto en evidencia, querrán destruir su obra, pero “no la derrotaran”, pues
en ella, su Iglesia, ha depositado Jesús toda su gracia para la santificación
de los creyentes. Jesucristo ha dado toda su vida por Ella y es su Esposa, a la
que ha entregado su Amor y tesoros de sabiduría y poderes divinos, es su Amada,
su Predilecta, su Elegida. Todo el que ataque a la Iglesia ataca al mismo
Cristo, porque Cristo es la Cabeza y Ella es su Cuerpo: Cabeza y Cuerpo es el
Cristo total.
¡Amemos a la Iglesia porque la ama Cristo; amemos a su
Vicario porque Jesús lo ha amado y le ha entregado sus poderes para atar y
desatar siempre en la Verdad!
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