"Ventana abierta"
Los monaguillos prácticamente luchan por tener el
honor de ser el turiferario.
Ese es el nombre de quien lleva el turífero -el
incensario- en la procesión durante la misa. Quieren ser turiferarios
porque llevan un sobrepelliz más ornamentado y porque saben que la tarea del
turiferario es la más complicada y está reservada a los monaguillos mayores que
tienen más experiencia.
El uso del incienso es opcional en la mayoría de las
misas. Se utiliza para purificar el ataúd en los funerales y para
bendecir estatuas e imágenes. Sin embargo, muchos sacerdotes católicos
optan por no utilizar el incienso en la misa y en muchas parroquias se han
olvidado de cómo se utiliza y del significado que tiene en el culto. Durante
los últimos 50 años, se han abandonado y olvidado numerosas tradiciones
católicas. Muchos católicos se han limitado a cumplir con las
formalidades y no entienden el significado de las distintas devociones y
acciones de culto. Cuando apareció la oportunidad de abandonar las formas
antiguas, muchos sacerdotes optaron por dejarlas de lado en un intento de
simplificar el culto católico y de hacerlo más accesible para todos.
Incienso antiguo
El primer uso registrado del incienso para el culto
fue en Egipto alrededor del año 2400 a. C., es decir, 400 años antes de
los tiempos de Abraham. El incienso también se utilizó en la antigua
China y desempeña un papel en las ceremonias budistas, sintoístas y
taoístas. Los hindúes también han utilizado el incienso para el culto en
la antigüedad.
En el Antiguo Testamento, Dios le indica a Moisés la
manera en que debe construir el tabernáculo -el templo itinerante de
Dios. El libro del Éxodo describe los pasos que deben seguirse para
construir el altar de incienso que se colocará junto al altar de los
sacrificios (véase 30, 1-10). Cuando el sacerdote entraba al tabernáculo
por la mañana y por la tarde para ocuparse de las lámparas permanentemente encendidas
también tenía el deber de ofrecer incienso.
Así como las lámparas de aceite debían arder
constantemente en el templo como un signo de la presencia de Dios, también
había un pilar constante de humo que se elevaba hacia el cielo desde el
tabernáculo. El pilar de humo era un signo de la presencia constante de
Dios entre las personas para guiarlas. Anhelaban la columna de humo que
conducía al pueblo hacia el desierto durante el día y la columna de fuego que
los guiaba durante la noche.
Incluso Dios le dio una receta a Moisés para preparar
el incienso: "Consigue las siguientes sustancias aromáticas en cantidades
iguales: resina, ámbar, gálbano perfumado e incienso puro, y mezcla todo
eso, como lo hace un fabricante de perfumes, para hacer un perfume
salado, puro y santo. Reduce a polvo una parte de él y colócala delante
del Arca del Testimonio, en la Carpa del Encuentro, o sea, en el lugar donde yo
me encontraré contigo. Esto será para ustedes una cosa santísima"
(Ex 30, 34-36).
La ofrenda de incienso en la Misa
entonces es una parte importante del culto católico. Es en ese momento en que
nuestro culto en la tierra se conecta con el culto en el cielo.
Esta ofrenda judía de incienso continuó a lo largo de
todo el período del Antiguo Testamento -primero en el tabernáculo y luego en el
templo de Jerusalén. El incienso también se ofrecía durante las
ceremonias religiosas en las religiones paganas que los rodeaban. De
hecho, la mayoría de las referencias en la Biblia al incienso se dan cuando los
profetas del Antiguo Testamento se lamentan de que el pueblo judío había
abandonado muchas veces al Señor y había optado por hacer sacrificios a dioses
falsos, incluso ofreciéndoles incienso.
¿Por qué el pueblo ofrecía incienso en primer
lugar? Los sacerdotes de las religiones paganas creían que el incienso
era una "ofrenda espiritual". El humo era una sustancia
intermedia entre tierra y aire. Los demonios estaban marcados por un
hedor de azufre y el fuerte aroma del incienso los apartaba; mientras tanto,
los dioses buenos quedarían apaciguados y darían protección y prosperidad a
quienes les rendían culto.
El uso de sahumerios en las prácticas de la Nueva Era
conecta a las personas a una tradición que supuestamente viene de los indígenas
americanos de usar humo aromático para purificar la atmósfera de un área
–alejando negatividades y creando un ambiente positivo. En el debate
tranquilo sobre el uso de sahumerios queda implícita la idea supersticiosa de
que con el humo aromático se espanta a los espíritus malos y se complace e
invita a los "espíritus buenos".
Los paganos ofrecían sacrificios para obtener
beneficios de los dioses. Dios prohibió la ofrenda de incienso en el
Antiguo Testamento, no sólo porque era una forma de rendirle culto a los dioses
paganos, sino que además era una manera de invitarlos a sus vidas.
El aumento del
incienso
El padre de Juan el Bautista, Zacarías, era sacerdote
de la religión judía. Estaba por cumplir su turno en el templo cuando se
le apareció el ángel Gabriel y le informó sobre el embarazo de su esposa,
Isabel. En ese momento se estaba ocupando de la ofrenda de incienso de la
tarde. A medida que lo hacía, sus acciones evocaban al Salmo 141, 2:
"que mi oración suba hasta ti como el incienso, y mis manos en alto, como
la ofrenda de la tarde".
El salmista expresa el verdadero significado de la
ofrenda de sacrificio. El humo ascendente no sirve para apaciguar a
dioses falsos enfadados o para expulsar a demonios aterradores, sino
que es un símbolo de oración. El humo flotando en el aire y las
manos alzadas en el gesto tradicional de oración nos ofrece un símbolo muy
poderoso y conmovedor de oración pura y sincera al verdadero Dios.
Este hermoso acto de oración se observa en el anuncio
del nacimiento de Juan el Bautista. Que un sacerdote de la Antigua
Alianza esté haciendo una ofrenda de incienso cuando se anuncia el nacimiento
del precursor de la Nueva Alianza guarda relación con el uso del incienso como
una ofrenda de oración para adorar a Cristo, nuestro Señor.
La realización de este culto se describe en el libro
del Apocalipsis, cuando San Juan tiene una visión del culto en el cielo (véase
capítulo 4). Entiende que el culto en el cielo es la realización del
culto judío en el templo. Debido a esta visión y a que los primeros
cristianos eran judíos, tendría sentido suponer que los primeros cristianos
utilizaban el incienso en sus ceremonias eucarísticas.
Muchos católicos se han limitado a
cumplir con las formalidades y no entienden el significado de las distintas
devociones y acciones de culto.
La ofrenda de incienso tal como se la veía en los
primeros siglos de escritos de la Iglesia suele ser negativa. Una de las
formas más comunes de pedir a los cristianos que comprometieran su fe era
forzarlos a ofrecer incienso a los dioses paganos. Es probable, entonces,
que la práctica de utilizar incienso en el culto cristiano se haya abandonado
para evitar confusiones entre los fieles y para dar un testimonio claro: las
ofrendas de incienso estaban asociadas con el paganismo y entonces fueron
abandonadas por los cristianos.
El incienso en la adoración regresó en el siglo
quinto, una vez que el cristianismo ya estaba sólidamente establecido. Su
uso fue aumentando de este a oeste de modo tal que se universalizó su sentido
como símbolo de oración y una forma de santificación y purificación.
Revelación de incienso
A medida que aumentó el uso del incienso, su relación
con el libro del Apocalipsis se percibió con mayor claridad. El apóstol
Juan pudo ver claramente que la ofrenda de incienso era un hermoso símbolo de
oración. Entonces, escribe, "los veinticuatro Ancianos se postraron
ante el Cordero. Cada uno tenía un arpa, y copas de oro llenas de
perfume, que son las oraciones de los Santos" (5, 8). El humo del
incienso, junto con las oraciones del pueblo de Dios, se elevó a Dios de la
mano del ángel.
Los servidores en la misa católica se arrodillan ante
el altar durante el Santo -cuando los fieles cantan con los ángeles
"Santo, Santo, Santo es el Señor Dios del universo llenos están los cielos
y la tierra de tu gloria". De ese modo, repiten el cántico de los
ángeles en el cielo. Luego, el servidor mece el incienso mientras el
sacerdote ofrece al Cordero de Dios en el altar. En ese momento de la
misa, se abren las puertas del Cielo y se encuentran la tierra y el Cielo, y
logramos tener una breve visión de la gloria.
La ofrenda de incienso en la misa entonces es una
parte importante del culto católico. Es en ese momento en que nuestro
culto en la tierra se conecta con el culto en el cielo.
Además, se cumple la profecía de Malaquías. Dijo
las palabras del Señor: "Pero desde la salida del sol hasta su ocaso, mi
Nombre es grande entre las naciones y en todo lugar se presenta a mi Nombre un
sacrificio de incienso y una ofrenda pura" (Mal 1, 11).
El padre Dwight Longenecker es párroco de la Iglesia
Nuestra Señora del Rosario en Greenville, Carolina del Sur. Es autor de varios libros sobre apologética, relatos de conversión y
espiritualidad benedictina, entre los que se incluyen los siguientes: The Romance of Religión – Fighting
for Goodness, Truth and Beauty, Catholicism Pure and Simple, St. Benedict and
St. Therese: The Little Rule & the Little Way, Adventures in Orthodoxy,
Playing the Rosary for inner Healing, Listen My Son: St. Benedict for Fathers, Challenging Catholics: A Catholic Evangelical Dialogue, St. Benedict and St. Therese:
The Little Rule & the Little Way, Mary: A Catholic- Evangelical Debate y The
Path to Rome.
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