Las 7 palabras de Jesús (oración)
En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo….
“Cuando ayunes, perfúmate, para que nadie lo note;
y el Padre, que todo lo ve,
te recompensará”.
ni las largas caras lo que a Ti te gusta.
Tú eres Dios de corazones.
Tú estás acostumbrado a leer en secreto.
Tú no quieres apariencias,
a Ti te gusta la conversión verdadera.
“Aquí estoy, Señor,
para hacer tu voluntad.
Aquí estoy, Señor”.
por no saber decirte nada,
por ser avaros de nuestro tiempo
y no tenerlo para encontrarnos contigo.
Somos hombres, Señor, perdónanos:
por esconder la claridad del Evangelio,
por nuestras cobardías
y nuestros compromisos con el pecado.
Perdónanos, Señor, por nuestras faltas de amor,
nuestros arrebatos, nuestros prejuicios,
nuestra indiferencia, y todo lo que mata el amor.
Perdónanos, Señor,
por no saber perdonar,
por no saber reconciliarnos
con nosotros mismos,
y, menos aún, con los otros.
¿Cuándo será que sabremos amar como Tú amas?
¿Cuándo será que sabremos amar al otro por él y por Ti?
Perdona la fealdad de nuestra mirada.
Somos hombres, Señor, perdónanos.
Ayúdame, oh Señor, a que mis oídos sean misericordiosos, para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.
Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa, para que jamás hable negativamente de mi prójimo, sino que tenga una palabra de consuelo y de perdón para todos.
Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras, para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargar sobre mí las tareas más difíciles y penosas.
Ayúdame, oh Señor, a que mis pies sean misericordiosos, para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. Mi reposo verdadero está en el servicio a mi prójimo.
Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso, para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo. A nadie le rehusaré mi corazón. Seré sincero incluso con aquellos de los cuales sé que abusarán de mi bondad. Y yo mismo me encerraré en el misericordiosísimo Corazón de Jesús. Soportaré mis propios sufrimientos en silencio. Que tu misericordia, oh Señor, repose dentro de mí. Amén.
Fuente: Grupo de Oración Santo Cura de Ars.
para con ellos mirar,
porque si por ellos miro
nunca volveré a pecar
Préstame, Madre, tus labios
para con ellos rezar,
porque si con ellos rezo
Jesús me podrá escuchar
Préstame, Madre, tu lengua
para poder comulgar
pues es tu lengua patena
de amor y de santidad
Préstame, Madre, tus brazos
para poder trabajar,
que así rendirá el trabajo
una y mil veces más
Préstame, Madre, tu manto
para cubrir mi maldad
pues cubierto con tu manto
al Cielo he de llegar
Préstame, Madre a tu Hijo
para poderlo yo amar,
si Tú me das a Jesús,
¿Que más puedo yo desear?
Y esa será mi dicha
por toda la eternidad.
ayúdame.
De los enemigos del alma:
sálvame.
En mis desaciertos:
ilumíname.
En mis dudas y penas:
confórtame.
En mis enfermedades:
fortaléceme.
Cuando me desprecien:
anímame.
En las tentaciones:
defiéndeme.
En horas difíciles:
consuélame.
Con tu corazón maternal:
ámame.
Con tu inmenso poder:
protégeme.
Y en tus brazos al expirar:
recíbeme.
pues tenemos sed, Señor, mucha sed,
por tantas y tantas necesidades,
que no logramos satisfacer.
pero más que nada nos hace falta
tu gracia, tu amor y tu paz.
en nuestra vida;
tu ausencia es peor
que la sed inapagable
que está quemando nuestro ser.
que nos da la certeza
de un futuro de vida.
sentirnos unidos a Ti,
para saber compartir
y saciar nuestra sed.
no hemos sido realistas frente a las cosas!
Cuantas veces hemos creído poco en la inagotable
fuerza de vida que deriva de la cruz!
nos sintamos amados por Ti,
amados por Dios, hasta el fondo,
tal como somos;
y creamos que por la fuerza de la cruz
existe en nosotros una capacidad nueva
de dedicarnos a los hermanos,
según aquel estilo y aquel modo
que nos enseña y comunica la cruz.
hace nacer de verdad
un hombre nuevo dentro de nosotros,
suscita nuevas formas de vida entre los hombres,
conviértete en el preludio,
la promesa y la anticipación de aquélla vida plena
que explotará en el misterio de la resurrección.
y pedimos que comprendamos,
como ella comprendió,
el misterio que transforma el corazón del hombre
y que transforma al mundo.
atráeme hacia Ti.
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23, 46)
ponemos nuestra vida,
Tú nos la diste,
Guíala y llénala de tus dones.
como roca sólida y amigo fiel,
aún cuando nos olvidamos de ti.
Pero ahora volvemos a ti.
segura de tus manos,
que nos conducen a la Cruz.
y de callar mucho,
sentimos también la necesidad
de hablar para darte gracias.
Y para dar a conocer a todos los hombres
las maravillas de tu amor.
y encontramos la muerte.
Tu Hijo sin embargo no se paró
ante el pecado y la muerte,
sino que con la fuerza del amor,
destruyó el pecado,
redimió el dolor, venció la muerte.
es más fuerte que todo,
el don misterioso y fecundo,
que mana de la cruz.
que nos hace partícipes,
de la obediencia filial de Jesús,
Nos comunica tu voluntad.
de atraer a todo hombre a
la alegría de una vida
reconciliada y renovada por
el AMOR.
al ofrecer tu vida al Padre, para salvarnos!
Nos has trazado así el camino del Amor
que nos lleva a la felicidad eterna.
Te ofrezco mi vida como oración,
con sus dolores y alegrías
y con mi esfuerzo de vivir mejor tu evangelio.
y encontremos salvación por Ti.
Perdona nuestros pecados.
y amándote en nuestros hermanos que sufren hoy.
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