(Juan M. García T., poeta colombiano)
en la cruz sacrosanta descubiertos,
que para recibirme estáis abiertos,
y para no castigarme estáis clavados.
A vos, divinos ojos eclipsados,
de tanta sangre y lágrimas cubiertos,
que para perdonarme estáis despiertos
y para no confundirme estáis cerrados.
A vos, clavados pies para no huirme;
a vos, cabeza baja, por llamarme;
a vos, sangre vertida para ungirme.
A vos, costado abierto quiero unirme;
a vos, clavos preciosos quiero atarme
con ligadura dulce, estable, firme.
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