"Ventana abierta"
Un poco de humor litúrgico
Hola amig@s:
De nuevo ante ustedes en este blog, y si lo desean también el de ustedes " Seguir la senda. Ventana abierta".
Dios creó al hombre y a la mujer; después inventó el humor.
José Aldazábal dice:
"Después que Dios creó el mundo, hizo al hombre y a la mujer. Pero para que no se fuera a hundir todo, a continuación inventó el humor.
Existen con frecuencia en nuestras parroquias unas enfermedades litúrgicas muy curiosas:
La afasia litúrgica:
Es un súbito bloqueo de los órganos vocales durante los cantos, al final de las oraciones y a la hora de contestar "amén" al recibir la comunión.
Suele notarse por el silencio casi completo o por una voz muy delgada y de tono incierto.
Es un mal que ataca más a los hombres que a las mujeres.
Suele curarse en seguida en el momento en que se toma un café o una cerveza en el bar de la esquina más cercana a la parroquia.
La delanterofobia:
Es un miedo irremediable a los primeros bancos de la Iglesia.
Se puede llamar también "humildad litúrgica".
El que padece este mal suele tener un ataque apenas entra en la Iglesia, y se deja caer preocupado en uno de los bancos más cercanos a la puerta.
Es una enfermedad útil para casos de incendio o evacuación precipitada del local.
También sirve para evitar los reproches de Jesús a los fariseos soberbios y merecer sus alabanzas a los publicanos humildes.
La doble corriente auricular:
Es una enfermedad que se debe a la apertura simultánea de ambos conductos auriculares, que permite que el sonido que entra por uno salga libremente por el opuesto, sin pasar por el cerebro ni el corazón, y mucho menos a las manos y su actuación en la vida.
Los síntomas se vuelven agudos cuando las ondas sonoras van cargadas de algún aviso, reconvención o instrucción comprometida, tanto en las lecturas como en la homilía.
Síndrome homilético:
También se da a veces, es un estado de semi-trance debido a la exposición a sonidos vocales prolongados en una sala grande.
La condición se agudiza cuando hay un fuerte perfume de flores o la iluminación no es la adecuada.
El paciente tiende a perder contacto con la realidad y a menudo tiene una defectuosa percepción del paso del tiempo.
En casos agudos el paciente puede caer en la total inconsciencia.
Inspirado en el Boletín de la diócesis de Arkansas, en EE.UU.
¡Qué enfermedades más raras que tienen por allá...!
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