Querid@s amig@s, acompañemos a María en su soledad.
Al extraer esta maravillosa reflexión de esta Religiosa, Madre general Congregación Celadoras del Reinado del Corazón de Jesús, Francisca Sierra Gómez, me he permitido hecerme eco de sus palabras publicando, meditando y apreciando su mensaje, para tod@s ustedes, en todo lo que vale.
Hoy es Sábado Santo. Tú, Jesús, has muerto. Todo es tristeza, soledad, ausencias, añoranzas... Tú descansas ya y nosotros, junto a tu Madre, estamos reunidos con ella. Tu madre se ha quedado sin su Hijo. Le ha visto sufrir tanto... Le ha acompañado en los momentos buenos y malos, y ahora...sola.
Pero esa soledad de maría es como una espera a una transformación, a una resurrección.
Tú has muerto. Pero Jesús, ¿qué es lo que quieres decir con tu muerte, con esa soledad de tu Madre? Que junto con tu Madre, para resucitar tengo que morir; que junto con tu madre, para resucitar tengo que llevar al sepulcro toda mi historia. Quiero llevar al sepulcro mi forma de pensar, mi forma de actuar, mi forma de amar, mis muertes, mis rebeldías, mis orgullos, mis faltas de esfuerzo... todo ahí, con tu madre. Y en esa soledad de tu madre, en ese amor de madre resucitaré a una vida distinta, a la alegría, al amor.
Hoy estoy con tu Madre, acompañándola y estoy con ella transformándome. Tus heridas me han curado, tu muerte me ha curado. Tu madre me insiste que deje todo ahí: mis gestos, mis detalles... todo. Todo está ahí. El día de la madre, que siempre ayuda a sus hijos, pero que me enseña la gran lección de la muerte de su hijo Jesús.
Con ella paso todo el día. Le suplico, le pido que arroje de mí todo y que mi tristeza se convierta en alegría, mi falta de amor en servicio, mi entrega en una fuerza que arrase en comunicar tu mensaje, Jesús.
Acompaño a la madre. Madre de la Soledad que en tus gestos está marcada la tristeza y el sufrimiento, pero que tu corazón está lleno de amor, de esperanza y de alegría porque sabes que esa muerte de tu Hijo es para gloria y alegría y resurrección de cada uno de nosotros...
Me quedo contigo, Madre mía. Hazme sentir también ese dolor que Tú tienes. esa alegría que Tú tienes. Acompáñame en esta transformación y ayúdame en este día de soledad, silencio... No hay ruido... El ritmo popular de procesiones se para... Esperamos ansiosos la resurrección y la alegría de tu Hijo.. Y con esa alegría y con esa espera acompañado de ti y no separándome de ti me intentaré poco a poco transformar dejando, hiriendo, depositando en el sepulcro de tu Hijo, todo, en el sepulcro de ti, Jesús... ¡Todo!
Virgen de la Soledad, quiero acompañarte, quiero sufrir contigo, enséñame a superar todo lo negativo que tú ves, sobre todo esas faltas de amor, esas faltas en que omito y que no percibo que tengo que amar más.
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