"Ventana abierta"
EL FRACASO DE UN CRISTIANO
P. Leonardo Molina García S.J.
¿Fracasos?
El párroco de un pequeño pueblo llegó a la
iglesia animado y motivado para realizar otra Misa vespertina, pero la hora
pasaba y el pueblo no llegaba. Después de 15 minutos de retraso, entraron tres
niños, después de 20 minutos entraron dos jóvenes. Así que el sacerdote decidió
comenzar la misa con los cinco. En el transcurso de la Misa, entró una pareja
que se sentó en los últimos bancos de la iglesia.
Cuando el sacerdote predicaba y explicaba
el Evangelio, entró otro señor, medio sucio, con una cuerda en la mano.
Decepcionado y sin entender la causa de la débil participación de los fieles,
el sacerdote celebró la Misa con amor y predicó con entusiasmo y celo.
Cuando volvía a su casa fue asaltado y
golpeado por dos ladrones que llevaron su carpeta donde estaban su Biblia y
otras pertenencias de valor. Llegando a la casa parroquial, curó sus
heridas, describió ese día como el día más triste de su vida, un
fracaso de mi ministerio; pero … no importa, todo lo hago con Dios y para Él.
Después de cinco años, el sacerdote
decidió compartir esta historia con los feligreses en la iglesia. Cuando
terminó de contar el fracaso de historia, una pareja lo
detuvo y dijo:
- “Padre, la pareja de la historia que se
sentó en el fondo éramos nosotros. Estábamos al borde de la separación por
problemas y discusiones que teníamos. Esa noche decidimos que lo mejor
era divorciarnos, pero primero decidimos venir a la iglesia para dejar nuestras
alianzas y luego cada uno seguiría su camino. Pero después de escuchar su
homilía esa misma noche, hoy estamos aquí con el hogar y la familia
restaurados”.
Mientras la pareja hablaba, uno de los
empresarios más exitosos que ayudaba en el sustento de esa iglesia le saludó y
le decía:
- “Padre, soy el señor que entró con
una cuerda en la mano. Yo estaba al borde de la quiebra, perdido en las drogas,
mi esposa y mis hijos se habían ido de casa por mis agresiones. Esa noche traté
de suicidarme, pero la cuerda se rompió, así que salí a comprar otra. Cuando me
puse en camino, vi la iglesia abierta, decidí entrar a pesar de mi atuendo
sucio, y con la cuerda en la mano. Esa noche, su homilía entró en mi
corazón y salí de allí con ánimo de vivir. Hoy estoy libre de las drogas, mi
familia volvió a casa y me convertí en el mayor empresario del pueblo.”
En la puerta de la entrada de la
sacristía, el Diácono gritó:
- “Padre, fui uno de los ladrones que
lo robaron. El otro murió esa misma noche cuando hacíamos el segundo robo. En
su maletín, había una Biblia. La leí cada vez que me despertaba por la mañana.
Después de tanto leer, decidí participar en esta iglesia.”
El Padre se quedó en shock y empezó a
llorar junto con los fieles. Después de todo, esa noche que consideraba como
una noche de fracaso, fue una noche muy productiva.
MORALEJA DE LA HISTORIA
Ejerce tu llamado (trabajo / misión) con
dedicación y celo independiente del número de participantes.
Dale lo mejor todos los días, porque cada
día eres un instrumento del bien para la vida de alguien.
En los peores días de tu vida todavía
puedes ser una bendición en la vida de alguien.
Dios puede usar las “malas circunstancias”
de una vida para producir grandes victorias.
Mi reflexión: Bonita historia, pardiez.
Pero mi maldita costumbre de reflexionar,
me ha llevado a otras introspecciones, que alguien puede pensar que son simples
especulaciones.
Ese cuentecillo, que puede (seguramente)
ser irreal, entra en la literatura americana (¡la yankee!) muy proclive a lo
maravilloso, lo espectacular. Primero comienzan poniendo las dificultades,
pero, al fin, todo bien, dando fórmulas mágicas. Pueden ser las fábulas
españolas de Samaniego que tanto nos enseñaron en la niñez. No hay
problema: la solución vendrá pronto. Seguro. Optimismo a raudales.
Pero, pero ¿y si resulta que, en
verdad, la parejita siguió imperturbable el camino del divorcio, el
hombre se ahorcó abrumado por los problemas y los fracasos, y el ladrón
disfrutaba sin remordimientos de los robos y sin propósito de enmienda
porque todo les iba bien ? Y eso, aunque vayan mucho a la Iglesia, se confiesen
con curas benévolos, y su conciencia esté nítidamente limpia…Los sermones light
o fuertes pasaban por encima de ellos.
Las dos opciones pueden darse. Quizás se
nos acerquen a nuestro modo de vivir o de pensar.
Pues, por otro lado, creo correcta la
historia. Pero, por distinto camino. Leyendo el capítulo 4 de san Marcos
despacio, comprendo algo cómo entiende Jesús el funcionamiento del Reino
de Dios. Veamos:
“En
otra ocasión se puso a enseñar a orillas del lago. Se reunió en torno a él tal
gentío que tuvo que subirse a una barca que estaba en el agua y sentarse en
ella, mientras toda la gente quedaba en tierra, junto al lago. Les
enseñaba muchas cosas con parábolas, les decía instruyéndolos: ¡Atención!
Salió un sembrador a sembrar. Les dijo: —El reinado de Dios es como un
hombre que sembró un campo: de noche se acuesta, de día se levanta, y la
semilla germina y crece sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma
produce fruto: primero el tallo, luego la espiga, y después el grano en la
espiga. En cuanto el grano madura, mete la hoz, porque ha llegado la
siega”.
Sorprendente parábola: de modo que viene
Jesús a decirnos: “tú, siembra, siembra, que yo me ocuparé de su crecimiento…”
Cristiano padre, madre de familia, siembra.
Jubilado, siembra, profesional, siembra, colega, siembra, sacerdote, siembra.
Amigo, siembra
Vaya, ¿y sin esperar fruto? Pues así, así
confiarás más en el Señor. A veces, el Señor nos abre la sorpresa del éxito de
la sembradura. Pero, a veces, tiene esa claridad un ritmo desesperante… OTRO, marca
los tiempos. Y lo hace mejor que nosotros.
Sembrar
Sin saber quién
recoge, sembrad
serenos, sin
prisas
las buenas
palabras, acciones, sonrisas…
Sin saber quién
recoge, dejad
Se lleven
la siembra las brisas.
Con un gesto que
ahuyente el temor
Abarcad la
tierra,
en ella se
encierra
la gran
esperanza para el Sembrador
¡abarcad la
tierra!
Cristina de Arteaga
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