"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
¡MATEO, SÍGUEME!
9 Cuando se
iba de allí, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el
despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme.» Él se levantó
y le siguió.
10 Y sucedió que estando él a la mesa en
casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa
con Jesús y sus discípulos.
11 Al verlo los fariseos decían a los
discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?»
12 Mas él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los
que están fuertes sino los que están mal.
13 Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.» (Mt. 9, 9-13)
San Mateo, al oír la voz inconfundible del Maestro
Jesús: “¡sígueme!”, cambió su oficio de recaudador de impuestos,
ladrón y pecador a apóstol de la Buena Nueva de Jesús.
Mateo, vivía en Cafarnaúm, ciudad populosa y comercial adónde
Jesús, el Rabí de Galilea, solía ir
y predicaba y curaba a muchos enfermos, haciendo a
vista de todos, muchos milagros. Mateo, recababa allí, impuestos a los
de su propia raza, para entregarlos a los romanos, el Imperio que sometía
a sí a los judíos. Por esto, su persona, era despreciable y
aborrecible para los suyos.
La Palabra de Jesús, tan poderosa, y el cambio radical
que, veía en los que tocaba, le fueron ablandando a Mateo el
corazón y cuando Jesús lo vio, tras su mostrador de impuestos, y
lo llamó: “¡sígueme!”, lo dejó todo y dócil se fue con
el Maestro. Y se sentó a comer con Él, y con otros
amigos suyos publicanos y pecadores. ¡No era para menos, ante la alegría
de Mateo de sentirse perdonado y elegido, el celebrarlo con una comida e
invitar a sus amigos, de la misma condición que él!
Este “banquete de misericordia”, no fue comprendido por los
fariseos, que seguían a Jesús, pero para espiarlo y tener
de qué acusarlo ante la Ley. El lenguaje de Jesús que, es
transparente, les resulta oscuro e incomprensible, pero aún
esto, Jesús, les sigue predicando la bondad de Dios
que, como Médico poderoso, puede curar todas las dolencias del cuerpo
y del alma y también su animadversión.
Y es que la compasión que Dios quiere de nosotros, “hemos de
aprenderla” de quien es “Médico de misericordia”.
Nosotros, por nosotros mismos, no la tenemos, ni siquiera la
deseamos. Sólo, la gracia puede cambiarnos el
corazón para “ser misericordiosos, como el Padre del
Cielo, es misericordioso”. Mateo, con esta gracia tan
poderosa, pudo cambiar su atractivo por las riquezas y el dinero, por
un amor exclusivo a Jesús y al Evangelio
que, Él predicaba, como propuesta de una
Vida Nueva, en el arrepentimiento y la conversión al Amor.
¡Nosotros Jesús, necesitamos oír muchas veces tu Palabra: “¡Ven y
sígueme!”, para que, se cambien nuestros diosecillos, en la
adoración y la entrega el Dios vivo y a Aquel que, nos puede
hacer libres y hacer entrar, a formar parte de la familia de
Dios: los que han creído en Jesús y lo han amado sobre todas las cosas!
¡Jesús, te lo pedimos con humildad y seguros de ser
escuchados! ¡Amén¡¡Amén!
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