"Ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL
VIERNES DE LA VIGÉSIMA SEXTA SEMANA DEL T.O. (2)
“Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo?
Bajarás al infierno”.
El Evangelio de hoy (Lc 10,13-16) nos presenta
la conclusión del “envío” misionero de los setenta y dos, que hubiésemos leído ayer, de no haber
coincidido la fecha con la Fiesta de los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y
Rafael. En el pasaje de este envío cabe resaltar el uso del número doce, o
múltiplos del mismo, siempre que hay envuelta una “elección”, pues para la
cultura hebrea ese número significa precisamente eso. De ahí que sean doce las
tribus del pueblo elegido y doce los apóstoles elegidos por Jesús, etc.
Ya Jesús había advertido a los discípulos que
no iban a ser recibidos bien en todos lados, que los enviaba como corderos en
medio de lobos; que si no eran bien recibidos en algún lugar siguieran su
camino, no sin antes hacer el anuncio del Reino. Jesús es consciente que Él
mismo no fue bien recibido entre los suyos (Cfr. Lc 4,24), es decir, contempla ese mismo
fracaso entre las posibilidades de sus enviados. Pero a la misma vez sabe que
hay que llevar a todos la Buena Nueva, y que la tarea evangelizadora es muy
grande para Él solo, que necesita “obreros para la mies”.
Entonces aprovecha la oportunidad para lanzar
unas maldiciones sobre las tres ciudades en las cuales concentró su labor
misionera: Corozaín, Betsaida, y Cafarnaún. Compara las primeras dos con Tiro y
Sidón, ciudades paganas, advirtiendo que en “el día del juicio” le irá mejor a
estas últimas. Entonces se muestra más severo aún con la ciudad que había
convertido en su “centro de operaciones”, Cafarnaún, diciéndole: “Y tú,
Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno”. Lo cierto es que en
ningún otro lugar realizó más curaciones, milagros y portentos. De hecho,
Cafarnaún es la ciudad más nombrada en el Evangelio. Y aun así, la acogida del
anuncio, la respuesta, fue, a lo sumo, tibia. “Vino a los suyos y los suyos no
le recibieron” (Jn 1,11).
Esas palabras fuertes de Jesús resuenan hoy. Y
al igual que a aquellos primeros setenta y dos discípulos, Jesús le dice a los
que vienen a traernos la Buena Nueva del Reino: “Quien a vosotros os escucha a
mí me escucha; quien a vosotros os rechaza a mí me rechaza; y quien me rechaza
a mí rechaza al que me ha enviado”. Y lo que se vale para estos, vale también
para nosotros, para nuestros pueblos: “Y tú,…., ¿piensas escalar el cielo?
Bajarás al infierno”. Pero la buena noticia es que Jesús no se cansa de llamar
a nuestra puerta (Cfr.
Ap 3,20).
Así, nos envía también a nosotros, los que nos
acercamos a Él, a llevar a todas partes la Buena Nueva del Reino (como ovejas
en medio de los lobos), cada cual según su carisma, puesto al servicio del
cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia (Cfr. 1 Cor 12,12). Hoy debemos preguntarnos:
¿Estoy dispuesto a aceptar el reto, incluyendo las posibles consecuencias?
Que pasen todos un hermoso fin de semana; y no
olviden visitar la Casa del Padre. Él les espera con los brazos abiertos y está
dispuesto a ofrecerles a su único Hijo.
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