"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
EL SEMBRADOR, ESPARCIÓ BUENA SEMILLA
1 Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó
a orillas del mar.
2 Y se reunió tanta gente
junto a él, que hubo de subir a sentarse en una barca, y toda la gente quedaba
en la ribera.
3 Y les habló muchas cosas
en parábolas. Decía: «Una vez salió un sembrador a sembrar.
4 Y al sembrar, unas
semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron.
5 Otras cayeron en
pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener
hondura de tierra;
6 pero en cuanto salió el
sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron.
7 Otras cayeron entre
abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron.
8 Otras cayeron en tierra
buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta.
9 El que tenga oídos, que
oiga.» (Mt. 13, 1-9)
¿Por
qué Jesús habla a las gentes en parábolas? Explica su razón Mateo en los
versículos siguientes, citando el (Salmo 78, 2): “abriré mi boca en parábolas y
declararé las cosas ocultas, desde la fundación del mundo”. Pero, esto, es para
los que tienen los oídos y los ojos bien abiertos para el bien que, se les
manifiesta, alegóricamente, en estas parábolas. Pero a los duros de oídos que,
han cerrado sus ojos para no ver y tienen el corazón que, no entiende, por la
perversión de sus obras (Mateo 13, 10-17), a esos, no les llegará el rocío de
la gracia de la conversión y quedarán prendidos en la ignorancia de los
Misterios del Reino.
El
Sembrador, es Cristo que, esparce su semilla por todas partes. La semilla, es
la Palabra de Dios. Está, en Jesús y anteriormente en sus profetas y enviados,
llegó a todos los hombres. Pero unos, la oyeron y guardaron en su corazón para
que, al calor de su intimidad, fuera fermentando y llegara a dar buen fruto.
Más, a otros, les sirvió de escándalo, donde tropezaron y les llevó a la
perdición: unos, porque no la miraron como Verdad para ser salvados y así, en
esta ignorancia, el Maligno, les arrebató la Palabra y se hicieron estériles al
Reino de Dios; Otros, sí que acogen con alegría la Palabra, pero, están
demasiado rodeados de su vida cómoda y egocentrista, así que, cuando hay que
dar testimonio por la Palabra, se echan atrás y llegan hasta a renegar de Ella.
Así, se cumple lo que Jesús dijo: “Al que me niegue ante los hombres, también
Yo, lo negaré ante mi Padre del Cielo”. Y, por último, están los que ahogan la
Palabra en las mil solicitudes de este mundo y llegan hasta asfixiarla...
¡Qué
importante es estar en vela, pues en todo tiempo, la Palabra nos insinúa actos
de amor y de entrega a Dios! Y éstos, a veces, nos pueden ser imperceptibles,
por no haber puesto a Jesús en el centro de nuestro corazón. Porque “lo que no
es Jesús, no es nada”. Y siempre, habrá ofertas a nuestro alrededor que, nos
quieren desviar de Cristo. Y si no estamos muy alertas, nos fabricamos un dios
a la medida de nuestros deseos y apetencias...
La
plegaria del “Padre Nuestro”: “hágase tu voluntad, así en la tierra como en el
cielo”, tendría que estar de continuo en nuestro corazón, para que, el Espíritu
Santo, nos moviera con suavidad a escoger lo que a Dios más agrada, que es, la
imitación de Jesús, su Hijo que, nunca se apartó del beneplácito del Padre,
pues en Él, estaba la salvación de todos los hombres...
¡Señor,
mira nuestro barro que, es muy frágil, pero que, a veces, se endurece en
nuestro espíritu y no deja que “el Dedo Divino”, hunda su impronta, para que la
imagen y semejanza de Dios, se grabe en todo nuestro ser, porque sólo
reconocerás como hijo, aquel que lleve grabado “el Sello del Dios Vivo” ...
¡Ten
misericordia de nosotros Señor y sálvanos con tu poder!... ¡Amén!… ¡Amén!...
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