"Ventana abierta"
Fiesta de san Ignacio
P. Leonardo Molina García. S.J.
Ignacio esplendor de la Iglesia
En la antigua liturgia que la Iglesia proponía, refiriéndose a san Ignacio, decía que el santo era “nitor Ecclesiae” (esplendor de la Iglesia, luz en la Iglesia, reformador de la Iglesia). Esplendor, luz, reformador en la comunidad cristiana. Certera definición.
A imitación de Jesús, de quien iba tomando cada día en su peregrinación como modelo, Ignacio se siente atraído por este Jesús a quien apenas conocía y que en su conversión después de la herida, iba tomando como modelo.
Digo bien, iba tomando. Porque Ignacio tuvo un fulminante encuentro con Jesús. En su convalecencia, la lectura del Gersón fue la ocasión por la que Dios se metió en su vida con una llamarada de entusiasmo.
Pero, en adelante, fue descubriendo, paso a paso, tanteando, discerniendo quién era ese Jesús y a lo que le iba llamando
El peregrino era un buscador, un tanteador de experiencias. El tesoro escondido, la maravillosa perla preciosa, del reino de Dios era algo misterioso, pero era un misterio que le envolvía alucinadamente. No le dejó ya nunca; ese tesoro le envolvía todos los momentos de su vida y que tenía su origen en la eucaristía largamente celebrada. Su encuentro con el misterio del Reino fue una auténtica seducción “ me sedujiste Señor, me sedujiste, eras más fuerte que yo y me venciste”
Peregrino, caminante, seducido. Tenemos la fortuna de que él iba escribiendo sus experiencias místicas. No era un ángel, ni un alucinado. Era una especie de relojero de la experiencia de Dios en su peregrinaje. Los Ejercicios, comenzados en tiempos tormentosos y seguidos a través de su vida, personales, eclesiales y políticos, van plasmando sus encuentros luminosos y una guía para ser entre nosotros esplendor, luz y reforma.
Los jesuitas han tomado y toman este librito de instrucciones, como el mejor instrumento de su apostolado. Nunca han dejado de maravillarse al ejercitarlos “a la letra” respetando el guion original.
Pero han buscado aplicaciones actuales
El Padre General Peter Hans Kolbenbach resumió el espíritu de los Ejercicios en cuatro frases lapidarias. ¿Qué alumno deben formar los jesuitas? ¿Qué cristiano debe formarse en esta espiritualidad?
Decía:
1. Conscientes. Los cristianos debemos ser conscientes del mundo en que vivimos. Deben salir de su propio amor, querer e interés. Los demás me interesan. Como Jesús, el mundo con sus variedades, sus valores, contravalores están en nuestro corazón. Todos son mis hermanos. Convivir, denunciar, favorecer, optar. (Meditación de la encarnación) Conscientes, sensibles, para ayudar. Jesús curó llamativamente muchos ciegos, sordos, mudos, paralíticos. ¿Nos suena?
2. Competentes. Si el lema de los jesuitas es, A mayor gloria de Dios, nada ni nadie nos puede impedir que trabajemos “las realidades temporales” a la luz de Dios. Competentes (que no competidores) para el servicio de los demás. No hay oficio, ni profesión, ni edad, ni situación cultural, ni salud ni cargo que nos impida hacer bien aquello que tienes entre manos. Nadie está excluido de esa misión. Es tu locus theologicus ineludible. Haciendo el bien, sembrado, hay futuro.
3. Compasivos. Como Jesús, la mirada de un creyente siempre tiene que ser de misericordia. (Mateo 9,36) ¿Cómo ayudar?, ¿cómo solucionar, ¿cómo empatizar con los demás especialmente, preferentemente, con los más necesitados? Actuar con misericordia más con los enfermos que con los sanos. Como Jesús Campo inapelable a la ayuda. (Marcos 2,17) Y si la ayuda es universal, tanto mejor.
4. Comprometidos. Unas frases de Ignacio plasman esta imitación de Jesús “modelo y guía”:
+ Más en las obras que en las palabras
+ Contemplativos en la acción
+ Hombres para los demás
+ En todo amar y servir
Curiosamente, estos cuatro ítems, pueden adaptarse a las cuatro semanas ignacianas. Decíamos al principio que Ignacio era y es “nitor Ecclesiae”. Luz, esplendor, reformador. Honra entre nosotros, gracia de Dios y ejemplo. Y en nuestro caso, intercesor
¡Gracias, Señor!
Leonardo Molina S.J.
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