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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

domingo, 24 de julio de 2022

Homilía: "El Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se los pidan". Domingo, 24 - Julio - 2022.

"Ventana abierta"

“...el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se los pidan” (Lucas 11, 1-13)

Un conocido maestro de oración de nuestros tiempos, Anthony de Mello, se refiere a la oración de petición con estas palabras: "La oración de petición es la única forma de oración que Jesús enseñó a sus discípulos; de hecho, es prácticamente la única forma de oración que se enseña explícitamente a lo largo de toda la Biblia. Ya sé que esto suena un tanto extraño a quienes hemos sido formados en la idea de que la oración puede ser de muy diferentes tipos y que la forma de oración más elevada es la oración de adoración, mientras que la de peti­ción, al ser una forma «egoísta» de oración, ocuparía el último lugar. De algún modo, todos hemos sentido que más tarde o más temprano hemos de «superar» esta forma inferior de oración para ascender a la contem­plación, al amor y a la adoración, ¿no es cierto? Sin embargo, si reflexionáramos, veríamos que apenas hay forma alguna de oración, incluida la de adoración y amor, que no esté contenida en la oración de peti­ción correctamente practicada. La petición nos hace ver nuestra absoluta dependencia de Dios; nos enseña a confiar en Él absolutamente" (De Mello, Contacto con Dios).

El Señor nos ha dicho que no debemos insistir en nuestras peticiones porque el Padre sabe lo necesita­mos antes de pedírselo (Cfr. Mateo 6,8). Sin embargo, no deja de insistir que debemos pedir, como puede comprobarse en el texto que nos presenta hoy la liturgia de la Palabra. Lo más típico de la oración de Jesús, por lo que registran los evangelistas, parece ser la oración de petición. Jesús no sólo pide en su oración, sino que nos enseña a pedir. Lo que hemos llamado la Oración del Señor o el Padrenuestro, es una cadena de siete peticiones que se van desprendiendo del 'Padre nuestro'. La petición nos hace tomar conciencia de nuestra radical dependencia de Dios; nos recuerda nuestro límite y la generosa misericordia de Dios que se nos revela en Jesús. Esto aparece aún más claro cuando la petición más repetida de Jesús en los textos evangélicos es "que no se haga mi voluntad sino la tuya", o el "hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo".

Por eso, la pregunta que tendríamos que hacernos no es si pedimos, sino qué pedimos en nuestra oración, porque por allí suele estar el problema. Muchas veces no pedimos que se haga su voluntad, o que nos conceda lo que más nos conviene en una situación determinada, sino que pedimos lo que nosotros creemos que más necesitamos. Cuando el Señor dice que pidamos con insistencia, nos recuerda que lo que tendríamos que pedir sería el Espíritu Santo: “¿Acaso alguno de ustedes, que sea padre, sería capaz de darle a su hijo una culebra cuando le pide pescado, o de darle un alacrán cuando le pide un huevo? Pues si ustedes que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!”

Entonces, recordemos siempre lo que nos dice el Señor: “Pidan, y Dios les dará; busquen, y encontrarán; llamen a la puerta, y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama a la puerta, se le abre”. La oración de petición nos pondrá en contacto con nuestros límites y hará que nos relacionemos con el Señor desde nuestra pequeñez. No dejemos de pedir, ni pensemos que la oración de petición es de inferior calidad a otras formas de encuentro con Dios. Pero no olvidemos pedir el Espíritu Santo, para que nos ayude a entender los planes de Dios y a ponerlos en práctica.

Por: P. Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

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