"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
SI ENCONTRAMOS EL REINO DE DIOS, VENDAMOS TODO
44 « El Reino de los Cielos es semejante a
un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a
esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el
campo aquel. »
45 « También es semejante
el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas,
46 y que, al encontrar una
perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra. (Mt.
13,44-46)
Nos pone aquí Jesús, dos parábolas del Reino. En la
primera nos dice que, “el tesoro está escondido” y el que lo encuentra quiere
esconder a todos su hallazgo, porque no quiere que se lo quiten. Y mientras,
hace todo lo pertinente para adquirir, con sus bienes, todo lo necesario para,
a escondidas y sin mostrar su intención, comprar el campo. Dice un salmo: “es
verdad, Tú eres un Dios escondido”. Y es que, lo que vale de veras, nunca está
“a pública subasta”, para ser manoseado y tocado con “manos impuras”. Porque,
“el Reino de Dios, está dentro de vosotros”, y no fuera.
Este Reino, es sobre todo un tesoro que a nada se puede
comparar. Vamos por la vida buscando el amor, no cualquier amor, que, éstos, se
nos ofrecen por todas las esquinas y a todas las horas. El amor que buscamos es
el Amor de Dios, aunque no sepamos formularlo con estas palabras. Todos los
demás amores, por sus frutos se conocen: dejan gran vacío y aumenten mi sed de
amar. Y si cultivamos el amor humano, sano, aún éste, me deja insatisfecho,
porque no es el Amor de Dios, el Espíritu Santo, la Tercera Persona en la Trinidad
de Dios, tres veces Santo.
Dios, quiere darnos el Espíritu Santo, pero sólo lo
entregará a los corazones que han cavado un gran vacío en ellos, entonces,
cuando llega, uno, reconoce enseguida que, es Él, el que siempre esperábamos y
con esta “llenura”, entraremos en la vida eterna, sin hacer un corte sustancial
entre mi vida terrena y la Bienaventuranza. Y aquí se cumple ya en nosotros, lo
que Jesús ha hecho de verdad en mi ser: “todo nuevo”.
En la segunda parábola, se nos habla de “una perla de
gran valor”. Esto, lo distingue el comerciante porque es experto en apreciar
“lo que vale de veras”. En las dos parábolas, Jesús, nos dice que, “lo venden
todo, para comprar el objeto precioso”. Es decir, que, venden todas las
seguridades y apoyaturas humanas, porque, ante la Roca que es Jesucristo, el
Reino de Dios, nuestros montajes para tener vida, son irrisorios y débiles,
carentes de fuerza y poder auténtico. Todos nuestros proyectos, no son más que
fuegos fatuos, que, se desvanecen en mí mismo, donde han sido formulados.
Porque los planes de Dios para mi vida, son siempre salvadores y eternos,
llenos de su Amor.
¡Dichoso el hombre que, cuando planea su vida, cuenta en
todo con la voluntad de Dios sobre él! Éste, “camina de baluarte en baluarte,
hasta ver a Dios en Su Reino”. Y cuando habla de algo futuro, añade siempre:
“si Dios quiere”! Esta, es una muy buena costumbre, pues tanto en lo próspero
como en lo adverso, su espíritu está ágil y moldeable para adaptarse al querer
divino que, siempre será lo bueno y lo mejor para mí.
¡Estemos vigilantes y despiertos, pues cuando menos lo
espere, se me mostrará el Reino de Dios y el vivir para siempre con Él, será ya
una realidad muy gozosa!...
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