"Ventana abierta"
Un mensaje sobre la verdadera felicidad
MásFe
Staff
Cuando Steven subió a
su camioneta, pensó mucho en Ben. Ben tenía un ligero retardo mental y
algunos chicos de la escuela secundaria se burlaban de él. Pero, Ben
siempre estaba feliz. Nunca nadie lo vio sin una sonrisa.
Steven había visto cómo algunos chicos se burlaban de Ben y
cómo él no parecía preocuparse.
Steven podía ver el dolor en los ojos de Ben, pero su sonrisa
feliz nunca se desvanecía. Steven estaba seguro de que a todos les
agradaba Ben, incluso a los chicos que lo molestaban.
Steven recordó un día en particular en su clase de
inglés. La tarea tenía dos partes. Primero tenían que escribir sobre
lo que les gustaba y, luego, lo que cambiarían si pudieran.
Cuando los alumnos comenzaron a leer sus composiciones, se
dieron cuenta de que todos hablaron sobre lo mismo.
Les gustaban sus teléfonos inteligentes, sus sistemas de juego, sus autos lujosos y sus citas costosas. Con respecto a lo que cambiarían, se enfocaron en los demás. Cambiarían cómo actuaría este grupo o esa persona, cómo calificaría este maestro o cómo los tratarían sus padres. Después, llegó el turno de Ben.
Ben no sabía si leer lo que había escrito y, al principio, algunos se rieron de él. Pero, a medida que continuaba, la clase se calmó.
Ben dijo que le encantaba mecer a su hermanito y darle de
comer en biberón. A Ben le gustaba cuando el bebé se dormía en sus
brazos. Le gustaban las galletas recién salidas del horno, los arcoíris,
los amaneceres y las puestas de sol.
Le gustaba ver a los animales recién nacidos en la primavera. Le gustaban las luces de Navidad y ver a su familia reunida en la mañana de Navidad. Nada en la composición de Ben hablaba sobre regalos caros, todo era sobre la familia y la alegría de vivir a su alrededor.
Cuando Ben leyó su
parte sobre lo que cambiaría, una persona podría haber escuchado caer un
alfiler. Nunca mencionó a alguien más. Dijo que si pudiera, se
cambiaría a sí mismo. Sería un mejor hijo, un mejor hermano, un mejor
amigo.
Deseó poder leer y escribir mejor, y ser más
inteligente. Pero, las razones que dio no fueron para su propio beneficio,
sino para poder ayudar a otros, especialmente a sus hermanos
menores. Nunca mencionó que deseaba que otros lo trataran mejor, ni se
quejó de ninguna manera.
Steven fue llamado a continuación. Después de escuchar lo que dijo Ben, Steven se sintió avergonzado por lo que escribió. Steven sabía que Ben, en su simple lista, había mencionado lo que realmente tiene un valor en esta vida.
Steven ni siquiera
podía leer su ensayo. Lo guardó y habló desde su corazón. Todos los
que siguieron hicieron lo mismo. Steven sabía que Ben, a su manera simple, los
había cambiado a todos.
Esa noche, Steven fue a su casa y le preguntó a su madre si
podía darle de comer a su hermanita en biberón. Su madre parecía
sorprendida. Steven siempre había actuado molesto por tener un bebé
ruidoso en la casa y, de hecho, estaba molesto. Pero, cuando sostuvo en
sus brazos a su tierna hermanita y ella le sonrió, él se sintió más cerca del
cielo que nunca antes.
Los pensamientos de Steven volvieron al presente y vio a todos los otros alumnos subir a su camioneta. Cuando la camioneta estaba llena, los llevó a su casa, entró y su madre les entregó unas galletas recién salidas del horno.
Luego, se dirigieron
al hospital. El mismo mal que hizo que Ben tuviera un ligero retardo mental
estaba acabando con su vida. Sus compañeros esperaban llevarle un poco de
alegría.
Ben los saludó con su sonrisa habitual. Aparte del hecho de que se veía débil y pálido, nadie imaginaba que su vida estaba acabando. Estaba feliz, como siempre. Le encantaron las galletas calientes e insistió en compartirlas con todos. Su alegría y su risa eran contagiosas. Los que habían ido a animar a Ben, al final fueron los que resultaron animados por él.
Ben falleció al día
siguiente. El funeral fue muy parecido a Ben, lleno de felicidad por el tipo de
vida que Ben había vivido. Su familia no tenía mucho dinero y los muchos amigos
de Ben donaron dinero para cubrir los gastos del funeral. Asimismo, hicieron un
fondo para la lápida.
Cuando llegó el Día de los Caídos en Guerra [celebración en
los EE.UU.], Steven fue al cementerio específicamente para ver lo que se había
escrito en la lápida de Ben. Cuando Steven leyó lo que estaba escrito,
sintió que nada podría ser más apropiado, decía: “Él siempre fue feliz e hizo
que otros se sintieran felices también”.
Esta historia me conmovió y me hizo pensar que es cierto cuando dicen que la verdadera felicidad no se encuentra en las cosas materiales, sino en los momentos que uno pueda compartir con los demás, en lo más sencillo de la vida, como Ben lo mencionó en su composición.
Fuente: Meridian Magazine
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