Iniciar un proyecto lleva consigo un riesgo. Es verdad que, en la vida, si no corremos algún riesgo… fácilmente nos quedamos a las puertas y nunca entramos. Las iniciativas, proyectos e ilusiones si no se empiezan, probablemente, se quedan en el olvido… y al final, no llegan a realizarse.
Hoy en día por aquello de que disponemos de tantos medios, vamos dejando pasar el tiempo y, al final, algunas de nuestras iniciativas no ven la luz. Han quedado en el olvido (han muerto).
Nos sucede en el campo o dimensión personal. Leemos, pensamos, estudiamos, comparamos… pero si las iniciativas las vamos aparcando… llega un día en que se olvidan, mueren.
Y… entrando en el campo personal, de poco sirve conocernos, valorarnos… si luego nos perdemos en situaciones caducas y olvidamos aquello que de verdad nos enriquece y nos ayuda a crecer como personas, sin olvidar lo que nos caracteriza. Por el contrario, no correr ningún riesgo por el miedo a equivocarse, estancarse y perder todo iniciativa.
Arriesgar, tiene sus posibles consecuencias, pero no emprender un proyecto por cobardía, riesgo… es de cobardes. No hacer nada para no equivocarse… no tiene futuro. Es enterrar toda iniciativa.
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