"Ventana abierta"
Rincón para orar
Sor Matilde
AMAR Y REZAR POR LOS ENEMIGOS
38 « Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y
diente por diente.
39 Pues yo os digo: no
resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele
también la otra:
40 al que quiera pleitear
contigo para quitarte la túnica déjale también el manto;
41 y al que te obligue a
andar una milla vete con él dos.
42 A quien te pida da, y al
que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda.
43 « Habéis oído que se
dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.
44 Pues yo os digo: Amad a
vuestros enemigos y rogad por los que os persigan,
45 para que seáis hijos de
vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover
sobre justos e injustos.
46 Porque si amáis a los
que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los
publicanos?
47 Y si no saludáis más que
a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los
gentiles?
48 Vosotros, pues, sed
perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial. (Mt.
5,38-48)
Se dijo a los antiguos: “ojo por ojo y diente por
diente”… ¿Como un precepto para lo que es connatural al hombre: vengarse lo
justo de lo que yo he sido ofendido?… El espíritu de venganza y de ira están
muy frescos en mi alma… Esto no procede de Dios, sino del pecado que hay en mí.
No pertenece a la imagen y semejanza de Dios con las que me creó, pues del Amor
no procede más que Amor y el pecado es desamor y desemejanza… San Pablo nos
describe este drama en una de sus cartas: “Desgraciado de mí, ¿quién me librará
de este cuerpo de muerte?: Gracias a Dios, por Jesucristo Nuestro Señor.(Rm.
7,24)
La venganza queda totalmente diluida cuando aparece el
Amor de Cristo. Su gracia es la que hace este cambio que es imposible al
hombre, por estar herido por el pecado. Con ella, donde el hombre viejo me
reclama odio, yo puedo amar; donde justicia, por la ofensa recibida, yo puedo
perdonar; donde la ira quiere satisfacer mi deseo de venganza, yo puedo
presentar la mansedumbre de un cordero, la dulzura de Cristo… Esto es
revolucionario en las relaciones humanas, pero esto es ser cristiano y seguidor
de Cristo.
Yo solo nada puedo, pero con Cristo todo me es posible
cuando se trata de amar. “Sin Mí no podéis hacer nada” y “todo lo puedo en
Aquél que me conforta”…
¿Y en qué quicio se realiza este milagro en que el
hombre no se reconoce a sí mismo?…: Pues el pecado siempre es mirada sobre sí
mismo… Pero, cuando cambio el objeto de mi contemplación y pongo los ojos en
Jesús, en Dios, mi “yo” parece desaparecer y una fuerza y poder sobrehumano
sustituye mi “ego” por un “Tu”, que me entrega todo su ser para que yo sea como
Él, Bueno, ¡el único Bueno!... Perfecto, ¡el único Perfecto!, con la perfección
de Dios, y todo esto envuelto en oración, que siempre será, en este caso, de
súplica por mi impotencia y confianza en Él; de don generoso, para que Dios
bendiga y llene de paz a los que menos me aman o parece que no pueden amarme…
Todas estas luchas y victorias se realizan en el campo de la oración, donde
surgen copiosos frutos de santidad y amor…
¡Señor, concédeme, por favor, el poder amar, sin esperar
recompensa a cambio!;
¡El poder orar por mis enemigos, como un salto en el
vacío, sabiendo que siempre caigo en tus brazos!... ¡Ayúdame Jesús en mi
debilidad, sé fuerte conmigo y con mis buenos deseos e intenciones!...
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