“De niño, aquellos frailes me producían una misteriosa atracción”, nos revelaba fray José Luis Gago, argumentando
su vocación tan temprana. La proximidad de la casa paterna y las
concurrentes visitas de Ángel y Eugenia, sus padres, al convento de San Pablo,
favorecen habituales contactos infantiles con los dominicos y su
precoz respuesta a Dios en la Orden de Santo Domingo.
Nacido en humilde familia cristiana el 4 de
julio de 1934 es llevado a la piscina bautismal, el 16 de julio del mismo año,
en la pequeña parroquia de Santa Marina de su Palencia natal. El 22 de mayo de
1941, con siete años, recibe la Primera Comunión con Angelines, su hermana
mayor, y es confirmado en la Fe de la Iglesia, el 3 de marzo de 1944.
Ante la perplejidad de sus padres, a los diez
años, les solicita ingresar en la escuela apostólica que los dominicos poseen
en Corias (Asturias). Separado de su familia y experimentando la carente
realidad de la postguerra española, vive seis años de severa “escuela ascética”
-por no decir espartana- hasta acabar el bachillerato.
24 de setiembre de 1950. La pequeña hierbecita,
se ha tornado en tronco joven de dieciséis años. Las altas bóvedas góticas del
convento de San Pablo -su iglesia de infancia- que fundara el propio santo
Domingo en Palencia, le reverberan ahora en los oídos esta pregunta:
.- “¿Qué pedís?”
.- “La misericordia de Dios y la vuestra”, contesta, postrado, en unísono con sus
compañeros novicios. Se cumple su anhelo de vestir el mismo hábito -blanco y
negro- de Santo Domingo; de aquellos frailes de “misteriosa atracción”. El
venerable P. José Merino, su Maestro de novicios, le vota para profeso temporal
como religioso de la Orden de Predicadores. Profesión que pronuncia el 25 de
septiembre de 1951.
Retorna José Luis a los verdes parajes
norteños. Ahora a Cantabria, en el Santuario de la Virgen de Las Caldas de
Besaya, donde los dominicos albergan el estudiantado de filosofía. Tres años,
hasta 1954, fray José Luis conjuga el estudio de la filosofía con la
armonización de cientos de voces varoniles que alaban en el coro al Señor y a
su Madre de Las Caldas, mientras el Besaya se aleja a sus plantas.
Salamanca, la vieja ciudad universitaria, la de
grandes pensadores y teólogos dominicos, le abre sus puertas para estudiar en
la Pontificia Facultad de Teología de San Esteban, donde obtendrá la
licenciatura en teología. Entre veranos con relente de la Peña de Francia,
intercala sosiegos a su mente y espíritu.
La exuberante riqueza de la fachada plateresca
en el atardecer salmantino, fascinaba al joven dominico cuyo convento llevó
siempre litografiado en el corazón. Fue en san Esteban donde comprometió
solemnemente su vida con Jesucristo y santo Domingo para vivir en pobreza,
castidad y obediencia, el 5 de julio de 1954.
Sus paseos por el armónico gótico del Claustro
de los Reyes y los cantos gregorianos en su noguerado Coro, trenzan, más aún,
su vocación dominicana. Hasta que el 5 de julio de 1957, es consagrado diácono:
“ENVÍA SOBRE ELLOS, SEÑOR, EL ESPÍRITU SANTO,
PARA QUE, FORTALECIDOS CON TU GRACIA DE LOS SIETE DONES, DESEMPEÑEN CON
FIDELIDAD EL MINISTERIO”, proclama el obispo imponiendo las manos.
El 30 de marzo de 1958, es la fecha que fray
José Luis llevará perpetuamente tatuada en su alma. Enfrentado al monumental
retablo de Churriguera de san Esteban, arrodillado, el obispo unge con óleo
perfumado las manos que consagrarán el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo:
“DÍGNATE,
SEÑOR, CONSAGRAR Y SANTIFICAR ESTAS MANOS POR ESTA UNCIÓN Y NUESTRA BENDICIÓN.
QUE TODO LO QUE BENDIGAN SEA BENDITO Y QUE TODO LO QUE CONSAGREN SEA CONSAGRADO
Y SANTIFICADO, EN EL NOMBRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO”.
El
dulce himno “Veni
Creator” fondea e impregna de emoción hasta el vértice
de la alta bóveda de San Esteba. El obispo pronuncia la oración consecratoria y
le impone sus manos: “TE ROGAMOS, PADRE TODOPODEROSO, QUE CONFIERAS
A ESTOS SIERVOS TUYOS LA DIGNIDAD DEL PRESBITERADO. RENUEVA EN SUS CORAZONES EL
ESPÍRITU DE SANTIDAD; RECIBAN DE TI EL SEGUNDO GRADO DEL MINISTERIO SACERDOTAL
Y SEAN, POR SU CONDUCTA, EJEMPLO DE VIDA”. La colocación de la estola y el
revestido de la casulla, completan exteriormente su sacerdocio. A fray José
Luis, se le confiere el Orden Sacerdotal. Desde ahora ya se le puede conocer
como: el
Padre Gago.
Días más tarde -6 de abril de 1958-, el
palentino templo de san Pablo se convierte otra vez en recurrente de su vida
dominicana y de gozo familiar: su primera Misa: su “cantemisa”. “Hoc est enim Corpus meum…”, dice en sacrosusurro.
La comunión tomada de sus manos, la bendición de Dios Todopoderoso, el
“besamanos” con colonia… Rostros alborozados, lágrimas jubilosas en las
mejillas de sus padres, hermanos y asistentes. ¡Banquete en el Hotel Central!
¡Impensable!. Sonaba a fiesta muy grande.
Después Roma, a vista de pájaro desde Santa
Sabina, adiestrándose para Maestro de novicios.
Inmediatamente, secunda como pedagogo en el
noviciado palentino de la Orden a su querido y venerado P. José Merino. Por
“línea directa”, el P. Gago define a su “maestro” como “hombre
de oración, contemplativo y apostólico, y de grande amor a la Virgen”. Dos años pasa, desarrollando a más, otros variados
servicios a la comunidad y en la pastoral del templo: misiones
populares, cánticos de amanecida en los “Rosarios de aurora”, colas jóvenes en
su confesionario que, tras la absolución, apostillan: “¡Qué bien confiesa el
P. Gago!”. Y a la hora
del paso de las fechas, al cierre de emisiones en “La Voz de Palencia”, el P.
Gago anuncia el Evangelio en su espacio “Dominus Tecum”. Estrena el escenario
de su segunda vocación: periodista.
1964: es trasladado a
Pamplona como director de la emisora de Radio Popular, asignada a los
dominicos. Ejerce también como Consejero conventual y Delegado Diocesano de
Radio y TV. En la Universidad de Navarra se licencia en Ciencias de la
Información. Bajo su dirección radiofónica la emisora adquiere un predicamento,
auge y premios, ausentes hasta su llegada. Los seis años en la vieja Iruña, han
dejado estelas de amistad, cariño, afables relaciones y reconocimiento hacia el “Dire”, que
tantos lamentan su despedida.
La comunidad de dominicos de San Pablo de
Valladolid le ha elegido prior. El P. Gago, ha de trasladarse a la ciudad
castellana en 1970. Allí los dominicos, tienen igualmente asignada la emisora
de Radio Popular de Valladolid. Y, “como el Pisuerga pasa por Valladolid”, el
P. Gago es nombrado director de la emisora: encaje perfecto. Paralelamente
dirige una pequeña revista, -“la
revistilla”, la adjetivaba él cariñosamente-: “Amigos de fray Martín”. Con fray
Benigno de la Cruz, propagará la devoción a su hermano de Orden: san Martín de
Porres o “fray Escoba”. El santito limeño tendrá mucho “cuajo” en la vida de
fray José Luis. Asimismo, promoverá desde este destino, la Orden Seglar
Dominicana (OSDE). Toda su actividad no le restará tiempo para aún ocuparse y
preocuparse de cuanto conllevan las celebraciones y la atención sacramental del
culto y la liturgia del templo dominicano.
La madurez y el reconocimiento de su persona,
le demandan labores y responsabilidades más graves y de más alta
responsabilidad. Madrid es su destino en Santo Domingo el Real, en 1975. Así,
se le encomienda la dirección del Secretariado de Medios de Comunicación Social
y Consejero Provincial de la Orden. Consultor del Secretariado Nacional de MCS
de la Conferencia Episcopal y Consejero de Radio Popular. Alecciona a los
futuros periodistas desde la cátedra de “Ética y Deontología periodística”, en
la Facultad de Ciencias de la Información, durante una década.
Pero la impronta del ser del P. Gago, es la
comunicación; el "aliis tradere" dominicano. Así, secundado por José
Andrés Hdez. y D. Bernardo, convertirá, como Director General (1981-83), las
atomizadas emisoras diocesanas de Radio Popular en una cadena católica,
generalista, viable en lo comercial y de calidad: la actual Cadena COPE. Sus
“fichajes” de primeros espadas de la comunicación nacional como Luis del Olmo o
Encarna Sánchez, entre otros, atraerán diversos e innumerables oyentes a
quienes se les pueda hacer llegar la Buena Noticia del Evangelio, la Palabra.
.- “La COPE no tiene porqué ser un
púlpito. Debe ser claramente católica, eso sí, pero a la vez generalista y comercialmente
posible” señalaba el P. Gago. En paralelo, creó la programación religiosa
de la COPE, cuyo tratamiento exigía fuera de la misma calidad y rigor que
cualquiera otra. Añadiendo:
.- “Debe hacerse, además, con un profundo amor a
la Iglesia viva”.
Formó parte de la Comisión mixta de TVE -
Conferencia Episcopal, asomándose a la pequeña pantalla, en la dirección del
programa religioso “Pueblo de Dios” de televisión española, al
alimón con la radio, hasta completar su periplo laboral el año 2000.
.- “Este año toca jubileo.
Pues lo asumo y me “jubileo” yo también”, comentaba con su característica “chispa” de humor.
El año 2002, es reintegrado a san Pablo de
Valladolid donde servirá de prior, nuevamente, hasta el 2008. Asume la
restauración tanto del propio templo de san Pablo, como la de la Cueva de santo
Domingo en Segovia.
El carisma de Domingo de Caleruega y de sus
frailes es la predicación del Evangelio de Jesucristo, y el “gusanillo” de la
radio, ése, no se le ha jubilado. Mantiene, pues, colaboraciones en RNE, Onda
Cero Radio y otros medios escritos y de radio y televisión, terminando casi sus
días, enganchado al micrófono de sus orígenes: COPE-Valladolid.
Dios, va a ir retirando al P. Gago, poco a
poco, con la delicadeza de una madre, de su vitalista existencia para pasarle
de la jubilación al “descanso total”. Y entra en diálogo con el P. Gago con
un mieloma múltiple que durará cuatro años. Diálogo que fray José Luis agradece
en su libro póstumo, “GRACIAS,
la última palabra”:
.-”Hiciste muy bien, Señor, por
más que la sangre y la piel se resista, aún, a la renuncia. Tú mismo me lo vas
explicando con la paciencia de quien sabe enseñar. ¿Cómo no darte gracias,
Señor Dios de la Gloria, si has metido mi insignificante historia en la
historia de tu Hijo Jesús? Gracias por la enfermedad”.
Hasta
su muerte, el 22 de diciembre de 2012, recorre un camino de sufrimiento y
dolores martiriales. Aparentemente injusta paga hacia su bondadosa, fructífera
y humilde trayectoria. Pero desde la fe…,¡ay la fe!, su fe: pura
elección y paga del amor de Dios al dominico bueno y fiel que siempre fue, como
el siervo del Evangelio: “Has
sido fiel en lo poco, yo te daré lo mucho. Pasa, fray José Luis, al Banquete de
tu Señor”.
Y como refrendo personal, al término de sus
días escribe también, explota, el dominico absoluto que siempre fue:
.- “Cuando
el ocaso asoma y te han firmado en la carne la cercanía de la caducidad,
tampoco tengo conocimiento exacto del porqué tú, y no otros, has perseverado en
la hermosa vocación dominicana. ¡Cómo no agradecer y amar apasionadamente mi
Orden dominicana!”
FRAY JOSÉ LUIS GAGO, O.P. - DOMINICO Y
PERIODISTA
51 AÑOS DE SERVICIO AL EVANGELIO, A LA ORDEN, A
LA IGLESIA
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