"Ventana abierta"
Rincón para orar
Sor Matilde
HAZ LIMOSNA, ORA Y AYUNA
1 « Cuidad de no practicar vuestra justicia
delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis
recompensa de vuestro Padre celestial.
2 Por tanto, cuando hagas
limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las
sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en
verdad os digo que ya reciben su paga.
3 Tú, en cambio, cuando
hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha;
4 así tu limosna quedará en
secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
5 « Y cuando oréis, no
seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las
esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad
os digo que ya reciben su paga.
6 Tú, en cambio, cuando
vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu
Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te
recompensará.
16 « Cuando ayunéis, no
pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los
hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga.
17 Tú, en cambio, cuando
ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro,
18 para que tu ayuno sea
visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu
Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. (Mt. 6, 1-6;
16-18)
Con estas lecturas hoy comienza la Cuaresma…
Son días muy especiales para prepararse para vivir el
Misterio Pascual: la Muerte y Resurrección de Cristo… No vale cualquier
preparación… Sólo será buena si, como Jesús, nos ponemos en manos del Espíritu
que, fue el que guió a Jesús al desierto, para allí ayunar y orar y estar en contacto
con el Padre… Por tanto, la Cuaresma no lo hacemos nosotros, sino que el
Espíritu la hace en mí… ¡Esto es un gran descanso y alegría, porque ante la
Cuaresma uno se siente sin fuerzas e ignorante por saber cómo hacer y por dónde
comenzar!…
Si el Espíritu nos guía y hace estos días en nosotros,
sólo nos queda dejarnos guiar… Así, como “Jesús cogió de la mano al ciego y lo
sacó de la aldea, para curarlo”… El Espíritu, lo primero, “nos saca de la
aldea” de nuestra vida rutinaria y nos hace ver todo con sus ojos… Y lo que
vemos, nada más entrar en este retiro, de mí “que hacer”, es el poder del
pecado en mí: mis inclinaciones, las tentaciones a las que me somete el Maligno
y ese combate entre mis apetitos y la voluntad de Dios…
Por esto, se me pide en este tiempo, ayunar de lo que,
sin pensar mucho, me salta a la vista… En alguno será su deseo de parecer bien;
en otros, el apego a lo que veo claramente que me hace daño; y en alguno, el
apetito de las cosas creadas, con sentido posesivo; o… o… Cada uno de nosotros,
si quiere vivir la Pascua en plenitud, habrá de ofrecer a Dios lo que Él le
está pidiendo… ¡Y no son cosas raras, no hemos de buscar muy lejos, está cerca,
en la intimidad de mi corazón, que por ser a veces algo de lo que no quiero ni
pensar, no puedo confesarlo y por tanto, lo echo al olvido!…
Pero no, Jesús nos da la mano para que con Él, hagamos
el itinerario de la conversión. Él fue tentado y no sucumbió y nos puede
ayudar… Su Palabra será luz en mi sendero, Palabra orada y meditada una y otra
vez, hasta que se haga vida en mí… La Palabra de Dios en estos días es, si
cabe, más viva y eficaz…
Cuando me dices Jesús: “cuando ores, entra en tu cuarto,
cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto”, estás cogiéndome de
la mano, con suavidad, pero persuasivamente, para orar allí donde el Espíritu
desea hablar al Padre… Es en lo escondido donde se produce un diálogo filial y
en este oír y hablar, la gracia va construyendo “su casa”, que es vivir como
hijos, sin temor alguno y sólo del Amor…
Y Jesús también me dices que: “mi limosna sólo la vea el
Padre”… Y la oculte, si fuera posible, a mis dos manos… ¡Es que hay un gozo muy
diferente en dar limosna en presencia del Padre y sin ningún testigo!... Y la
recompensa del cielo es este gozo divino…
Y así también con el ayuno por amor a Dios…
¡Señor, que yo me ponga en tu presencia al comienzo de
la Cuaresma y escuche con afán y de continuo tu Palabra, porque en su fuerza,
está mi conversión a Ti!...
¡Quiero ser un verdadero hijo de Dios!... ¡Ayúdame Señor,
yo sólo no puedo!
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