"Ventana abierta"
Rincón para orar
Son Matilde
LA COMPASIÓN
36 « Sed compasivos, como vuestro Padre es
compasivo.
37 No juzguéis y no seréis
juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados.
38 Dad y se os dará; una
medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros
vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá. » (Lc.6, 36-38)
La compasión es la hermana de la
misericordia. Un corazón compasivo se conmueve ante la miseria ajena y da un
paso más: se entrega para remediar la penuria.
Dios Padre no nos juzga según nuestros
pecados, sino que se compadece para darnos ocasión al arrepentimiento. El
juicio está en la cabeza antes de pasar por el corazón. Pero Jesús dice: “no
juzguéis”. No hacer juicio ni para bien ni para mal… Esto pertenece a Dios,
porque, ¿quién nos ha nombrado juez? Suspender el juicio es cosa prudente y
santa. Hablar bien o callar, pero si no se puede decir algo bueno, mejor es el
silencio de la mente y de la palabra y no mentir. Y el último juicio que es la
condena, ¡ni hablar! Ofrecer el perdón es cosa divina, “sólo Dios puede
perdonar pecados” y le ha dado este don a sus hijos.
Y repartir al necesitado, antes de que me
pida… Dios quiere ser mirado a través de los hombres…
Nuestro Dios no es un ser solitario. Él se
entrega eternamente a su Hijo en el amor del Espíritu Santo, y así pide a sus hijos
adoptivos: darnos entre nosotros, sin medida, en el Espíritu Santo, es decir,
con amor y en el Amor. Esta actitud buena, que Jesús primero practicó, será la
que llene nuestro “saco” de la vida, de buenas obras y así como damos como
hombres, se nos dará a la medida de Dios: medida buena, apretada, remecida,
rebosante de gloria y cielo…
¡Que el Señor nos lo conceda!...
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