"Ventana abierta"
Dominicas Lerma
Comentarios a la palabra de Dios
SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ
II Sam. 7, 1-5.12.14a.16
1
Cuando el rey se estableció en su casa y Yahveh le concedió paz de todos sus
enemigos de alrededor,
2
dijo el rey al profeta Natán: « Mira; yo habito en una casa de cedro mientras
que el arca de Dios habita bajo pieles. »
3
Respondió Natán al rey: « Anda, haz todo lo que te dicta el corazón, porque
Yahveh está contigo. »
4
Pero aquella misma noche vino la palabra de Dios a Natán diciendo:
5 «
Ve y di a mi siervo David: Esto dice Yahveh. ¿Me vas a edificar tú una casa
para que yo habite?
12
Y cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré
después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré el
trono de su realeza.
14a
Yo seré para él padre y él será para mí hijo.
16
Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí; tu trono estará firme,
eternamente. »
- La promesa dinástica a David fundamente
el mesianismo real. La profecía se elabora a base de una
contraposición: no será David quien edifique una casa (un templo) a Jahvé (v.
5) sino que será Jahvé quien levante una casa, (una dinastía) a David (v.
11). La promesa de refiere esencialmente a la permanencia del linaje
davídico sobre el trono de Israel (v. 12-16). Así lo entiende David
(v. 19.25.27.29; 23, 5; Sal. 89, 30-38; 132, 11-12). Es el texto de la
alianza de Jahvé con David y su dinastía, rebasando pues a Salomón su hijo.
- Pero el claroscuro de la profecía deja
entrever un descendiente privilegiado en quien Dios se
complacerá. Es el primer eslabón de las profecías sobre el Mesías, hijo
de David (Is. 7, 14; Mi. 5, 2; Ag. 2, 23). Act. 2, 30 aplicará el
texto a Cristo.
- En esta profecía, con este símbolo
mesiánico, el pueblo de Dios toma conciencia que convierte en esperanza.
(v. 14a) - Es
una fórmula de adopción, como en Sal. 2, 7; 110, 3; pero también es
la primera expresión del mesianismo real; cada rey de la dinastía
davídica será una imagen (imperfecta: v. 14b; Sal. 89, 31-34) del rey ideal del
futuro.
Rm 4,13.16-18.22
13
En efecto, no por la ley, sino por la justicia de la fe fue hecha a Abraham y
su posteridad la promesa de ser heredero del mundo.
16
Por eso depende de la fe, para ser favor gratuito, a fin de que la Promesa
quede asegurada para toda la posteridad, no tan sólo para los de la ley, sino
también para los de la fe de Abraham, padre de todos nosotros,
17
como dice la Escritura: Te he constituido padre de muchas naciones: padre
nuestro delante de Aquel a quien creyó, de Dios que da la vida a los muertos y
llama a las cosas que no son para que sean.
18
El cual, esperando contra toda esperanza, creyó y fue hecho padre de muchas
naciones según le había sido dicho: Así será tu posteridad.
22
Por eso le fue reputado como justicia.
- La promesa no se funda en la Ley
sino en la fe.
(v. 13) - La
palabra clave aquí es la PROMESA. Y su contenido, a favor de
Abraham viene descrito en conexión con un pasado (Gen 18,18). Abraham, tendrá
una descendencia innumerable, es decir, “los herederos del mundo”, los
creyentes en general. Pero según (Gal 3,16), es sobre todo Jesucristo, el “heredero
del mundo”. Pablo enfrenta aquí la Ley a la justicia de la fe, mirando a
Abraham. Como la Ley de Moisés, llegó después de Abraham, da Pablo beligerancia
a esta oposición, con cierta naturalidad. Pero para el judío, no es tan clara
la conclusión que saca Pablo. Ellos son los depositarios de la promesa hecha a
Abraham y no la Iglesia universal, en Cristo su Cabeza, como afirma Pablo.
(v. 16-17a) -
Brevemente se establece la correspondencia entre la fe de Abraham y la
eficacia de la gracia de Dios al presente. Así la promesa debía
ser firme para toda la descendencia. Validez universal de la
realidad salvífica. Aquí deberían identificarse judíos y cristianos, pero los
judíos se cuentan entre los hijos de Abraham sólo en razón de la fe. Abraham es
padre de todos nosotros, por tanto de la única comunidad de salvación, que es
la Iglesia. Así judíos y gentiles quedan unidos en ella, como se pone de
manifiesto claramente en la unidad de la voluntad salvífica de Dios. La fe
cristiana del presente, no es otra que la fe de Abraham (V 17b-25).
(v. 17b) - “La fe
en Dios que da vida a los muertos y llama al ser las cosas que no existen”.
Delante de Dios, es como hay que entender esta afirmación de Pablo (3,30, IICor
1,9). Ya en el judaísmo se reconocía a Dios como el que resucita a los muertos,
de donde lo ha tomado Pablo. Pero no se refiere al rejuvenecimiento milagroso
del poder fecundante de Abraham sino al (V5): “el que justifica al impío”.
En ella tiene lugar la vivificación de los muertos, nuevo acto creador de Dios
con el que “llama al ser las cosas que no existen”.
(v.
18)
- Abraham creyó “esperando contra toda esperanza”.
He aquí la paradoja de la fe que consiste en esperar cuando no hay esperanza.
La fe es suscitada por Dios y resultado de una acción divina vivificante. Se
apoya en la llamada de Dios que suscita la vida y que se escucha en el
Evangelio. Abrazar el Evangelio como oferta generosa de salvación que Dios
hace, es una fe en esperanza, contra toda esperanza. Esta es la del cristiano
en la Iglesia.
(v. 22)
- Y “se le imputó como justicia”. Porque Abraham
fue así, por eso dice la Escritura que se le tomó en cuenta como justicia.
Mt. 1, 18-24
18
La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada
con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra
del Espíritu Santo.
19
Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió
repudiarla en secreto.
20
Así lo tenía planeado, cuando el Angel del Señor se le apareció en sueños y le
dijo: « José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo
engendrado en ella es del Espíritu Santo.
21
Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su
pueblo de sus pecados. »
22
Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del
profeta:
23
Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre
Emmanuel, que traducido significa: « Dios con nosotros. »
24
Despertado José del sueño, hizo como el Angel del Señor le había mandado, y
tomó consigo a su mujer.
(v. 18) -
Es un relato conciso y sobrio del nacimiento del Mesías si lo
comparamos con la narración de Lucas tan rica en detalles. S. Mateo supone al
relatarlo que conocemos los pormenores de la concepción milagrosa y del
nacimiento. Mateo quiere presentarnos en primer lugar a José como
el final del árbol genealógico: “esposo de María”, es decir, según el decreto judío era considerada como
legítima esposa, aunque aún no había José introducido en casa a su desposada.
Y María estaba encinta por obra del Esp. Santo, pero Mateo anota
que José no lo sabía, pues decide al verla en esta estado, repudiarla
en secreto. Nada nos dice de la turbación, de la pesadumbre, de las
cavilaciones, de las dudas y titubeos del esposo. Sólo sabemos el resultado:
decide separarse con gran sosiego.
(v. 19) -
Dice que “José
era justo”. “Justo” en la Biblia es el hombre que busca a Dios y que
sujeta su vida a la voluntad de Dios, como el devoto del salmo 118; pero
también es justo el hombre prudente y bondadoso. Es el hombre en quien Dios se
complace.
(v. 20) -
Y cuando ha tomado la decisión Dios interviene. “José hijo de David” (fuera de este caso sólo a Jesús se le concede este
título honorífico). Se le introduce en el contexto de la historia divina, es
uno de sus “hijos”.
- José con sencillez y docilidad procede
como le había encargado el ángel: no debe temer llevar a María a su casa, pues
lo obrado en ella es un milagro de Dios.
- Con respeto y delicadeza se indica el
misterio, son cosas divinas que no deben ser profanadas por la
curiosidad del hombre o por el lenguaje. Sólo se nombra que es obra del Esp. Santo@. Es el mismo Espíritu que llena a los profetas y a los
héroes, pero también el que obra en el silencio y actúa ocultamente. La Virgen
es un vaso de elección expuesto al soplo del Espíritu de Dios.
(v. 21) -
Ahora el mensajero habla claramente: dará a luz y se le pondrá el
nombre de Jesús. El otorgar el nombre era privilegio paterno, pero José
además de no intervenir en la procreación, tampoco le da nombre.
- Jesús = Salvador.
Otros a través de la Biblia han llevado este nombre: Josué: Jesús
Sirac o Eclesiástico (Eclo 50, 29); también un
sumo sacerdote que después de la cautividad intervino en la
restauración del culto (Esd. 2-5). Todos ellos fueron medianeros de alguna
manera de la salvación de Dios. Pero en Jesús esta salvación va más allá: salvará
a su pueblo de sus pecados, “su pueblo” no es el judío solamente sino el nuevo pueblo de
Dios en donde Jesús ostentará el poderío.
(v. 22-23) - Mateo concluye las
palabras del ángel indicando el cumplimiento de una profecía. El
hecho del nacimiento de este niño es significativo 1) para el tiempo presente: tiene lugar el milagro
del Esp. Santo; 2) para el tiempo futuro en que este niño llevará a
cabo la liberación de su pueblo, y 3) y para el pasado que aparece
con una nueva luz. Ahora las palabras de Isaías contienen un mensaje de
alegría, no cuando fueron pronunciadas a Acaz. El nacimiento virginal del
Mesías ya estaba indicado en el A.T. y el segundo dato de “Dios con nosotros” es un nombre tan rico como el de Jesús. (Is. 43,
1s) Dios siempre estuvo con su pueblo, cerca de su pueblo en todo
acontecimiento, pero se le prometía una cercanía totalmente nueva y
distinta: Dios está presente en una persona humana, más próximo y activo
que hasta entonces.
(v. 24-25) - La proximidad de Dios en
Cristo, queda garantizada hasta el fin de los tiempos. La última frase de
evangelio de Mateo echa una mirada retrospectiva al principio del mismo. Dios
siempre está presente en Jesucristo y nunca más estaremos solos o
perdidos.
Lc.2, 41-52
41
Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua.
42
Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta
43
y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin
saberlo su padres.
44
Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le
buscaban entre los parientes y conocidos;
45
pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.
46
Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en
medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles;
47
todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas.
48
Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: « Hijo, ¿por qué
nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando. »
49
El les dijo: « Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la
casa de mi Padre? »
50
Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio.
51
Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba
cuidadosamente todas las cosas en su corazón.
52
Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los
hombres.
- El clima religioso en que creció Jesús es
el de la piedad del A.T. y una parte importante eran las
peregrinaciones al Templo (Ex 23,14-17). La Sagrada Familia hacía más
de lo que exigía la Ley, pues María también hacía la peregrinación, aunque no
la obligaba. Y el Niño los acompañaba, para irse acostumbrando al cumplimiento
de la Ley.
(v. 42-45)
- La fiesta Pascual de los Ácimos, duraba siete días y
la Sagrada Familia se quedó allí los siete días. Al final María y
José emprenden la vuelta. Se viajaba en una caravana y la fila no era compacta
sino que iba dividida en grupos de parientes y conocidos. Esta forma de
peregrinar era muy segura y aumentaba la libertad de movimientos. El
Niño Jesús desprendido de la solicitud de María, se quedó en
Jerusalén. Esta decisión de Jesús, es un enigma. Terminada la primera
jornada, se le echó de menos.
(v.46-47)
- Los pórticos del atrio exterior del Templo lo usaban
los doctores de la Ley para dar lecciones. Los rabinos enseñaban mediante la
discusión. Se pregunta y se responde, se escucha y se añade algo. Jesús, está
sentado en el suelo, en medio de los doctores (10,25; Mt 7,28s; Jn7, 15). Algo
de esta vocación docente asoma ya en el Templo de Jerusalén. Los
doctores se admiran del conocimiento que tiene de la Ley.
(v.
48)
- Las palabras de María, son expresión espontanea del
dolor y la angustia durante las largas horas de búsqueda. María es una
verdadera madre y le habla como a niño todavía, aunque ya es un muchacho, pero
nada hizo hasta ahora a espaldas de María y de José. En Él hay enigmas: “¿por
qué lo has hecho así con nosotros?”. La seguridad con la que se expresa
Jesús consterna a los padres. Jesús los sitúa constantemente ante nuevos
misterios, más que los otros niños. Es que la conciencia que tiene de sí,
supera a la de cualquier ser humano.
(v.49-50)
- Las primeras palabras que los Evangelios ponen en boca de
Jesús nos muestran una profunda conciencia de sí mismo: desligan a Jesús de
toda dependencia humana y lo pone por encima de toda inteligencia limitada.
Juan Bautista conoce su vocación siendo ya hombre y Jesús la conoce ya en los
umbrales de la juventud (1,80). Así, esta narración se sitúa entre las dos
menciones de la sabiduría de Jesús (2,40.52). Jesús tiene sabiduría porque es
hijo de Dios (Sab 2,13). Jesús tiene que “estar en las cosas de su
Padre”. Se refiere Jesús al Templo, por ser el lugar consagrado a Dios,
donde Él se hace presente. Llama Padre a Dios en su lengua materna: “Abba”
(voz con que los niños pequeños llaman a su padre carnal). Más tarde Jesús
conservará esta designación de Dios (Rm 8,15; Gal 4,6) y será el fundamento de
sus relaciones con Él y de los suyos con Dios.
- Sobre la vida de Jesús se cierne una
necesidad que rige su actuación (4,43), que lo lleva al sufrimiento y a la
muerte y por tanto a la gloria, a la suya (9,22; 17,25). Esta voluntad de Dios,
Él la sigue incondicionalmente.
- Con su venida, el antiguo Templo pierde su
posición en la historia de la salud. Un nuevo Templo viene a ocupar su lugar.
El templo está allí donde se realiza la comunión de Padre e Hijo (Ap21, 2s).
- Tampoco María y José entendieron estas
palabras. Sólo gradualmente se le levantan a María los velos que encubren los
abismos del amor de Dios y de su Ungido. Por muy familiar que se nos hiciera
Jesús, aún entonces nos quedarían oscuridades y enigmas. El acceso a Jesús será
siempre en la tierra a través de la fe.
(v.51-52)
- Nazaret es la ciudad a la que tiene que bajar Jesús.
Comienza un nuevo descenso:” estaba sujeto a ellos”. Con la
obediencia se prepara a su glorificación después del bautismo (Act5, 32).
Los acontecimientos de la historia de la infancia tienen
carácter de revelación; son hechos y palabras. “María los
conservaba en su corazón” (“2,19).Ella única podía ser el testigo fidedigno
de la vida de Jesús.
Jesús pasa de infante (2,12.16) a niño (2,17.27.40) y a
muchacho (2,43). Ahora ocupa el primer puesto el crecimiento en sabiduría.
Jesús también crece en la comunión con los hombres (Isam2, 26). Jesús espera
hasta que llegue el momento del crecimiento en plenitud y entonces se
presentará como el mayor de los profetas pues los supera a todos por la
sabiduría de su conocimiento de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario