"Ventana abierta"
20 - Enero - 2018
Griselda Mutual - Ciudad del Vaticano
El último domingo de enero el Pontífice meditó sobre
el evento del exorcismo en el "día de Cafarnaúm", cuando Jesús se
presentó como un poderoso profeta.
En la
soleada mañana invernal del 28 de enero, como todos los domingos, el Papa
Francisco se asomó a la ventana del Palacio Apostólico para rezar junto con los
fieles presentes en la plaza de san Pedro la oración mariana del Ángelus.
El
Santo Padre meditó sobre la liturgia del día, que presenta el ingreso de Jesús
a la ciudad de Cafarnaúm, la predicación en la sinagoga y la expulsión de un
demonio.
Jesús, un poderoso
profeta en obras y palabras
En
primer lugar el Papa recorrió el ingreso de Jesús en la sinagoga donde, según
la narración del evangelista Marcos, «Enseña de una manera nueva, llena de
autoridad»:
“Él
entra a la sinagoga de Cafarnaúm en el sábado y se pone a enseñar; las personas
quedan sorprendidas por sus palabras, porque no son palabras comunes, no se
parecen a lo que generalmente escuchan. Los escribas, de hecho, enseñan pero
sin tener una propia autoridad: se basan en la tradición, en lo que
dijeron antes de ellos Moisés y los profetas. Jesús, por otra parte, enseña
como alguien que tiene autoridad, revelándose a sí mismo como el Enviado de
Dios, y no como un simple hombre que debe fundar su enseñanza en tradiciones
precedentes. Jesús tiene plena autoridad”.
Pero
Jesucristo, prosiguió diciendo Francisco, no sólo enseña "de modo nuevo y
con autoridad plena", sino que al mismo tiempo “se revela poderoso también
en las obras”:
“En la
sinagoga de Cafarnaúm hay un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se
manifiesta gritando estas palabras: « ¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno?
¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios».
(V.24). Este espíritu inmundo conoce el poder de Jesús y también proclama su
santidad. Jesús lo increpa diciéndole: «Cállate y sal de este hombre». (v. 25).
Estas pocas palabras de Jesús son suficientes para obtener la victoria sobre
Satanás, que sale de ese hombre « lo sacudió violentamente, y gritando en
alta voz» (v. 26)”.
Cristo, nuestro
Maestro y amigo
Francisco
constató sucesivamente que el aquí arriba descrito, es un hecho que
“impresiona mucho a los presentes”. Todos están asustados y se preguntan: «¿Qué
es esto? [...] da órdenes a los espíritus impuros, y estos le obedecen!».
“El
poder de Jesús confirma la autoridad de su enseñanza. Él no pronuncia sólo
palabras, sino que actúa. Así manifiesta el plan de Dios con las palabras y con
el poder de las obras. De hecho, en el Evangelio vemos que Jesús, en su misión
terrenal, revela el amor de Dios sea con la predicación que con innumerables
gestos de atención y ayuda a los enfermos, a los necesitados, a los niños y a
los pecadores”.
De este
modo, Su Santidad explicó cómo el Evangelio del día nos muestra que Jesús es
nuestro Maestro, poderoso en palabras y en obras:
“Jesús
nos comunica toda la luz que ilumina las calles, a veces oscuras, de nuestra
existencia; también nos comunica la fuerza necesaria para superar dificultades,
pruebas, tentaciones. ¡Pensemos en la gran gracia que es para nosotros haber
conocido a este Dios tan poderoso y tan bueno! Un maestro y un amigo, que nos
indica el camino y cuida de nosotros, especialmente cuando lo necesitamos”.
Con esta
invitación a pensar en la gracia de conocer a Cristo, el Romano Pontífice
concluyó su alocución previa al rezo del Ángelus, elevando su plegaria a la
Reina de los Cielos:
“Que la
Virgen María, mujer de la escucha, nos ayude a hacer silencio alrededor y
dentro nuestro, para escuchar, en el estruendo de los mensajes del mundo, la
palabra con más autoridad que existe: aquella de su Hijo Jesús, que anuncia el
sentido de nuestra existencia y nos libera de toda esclavitud, también de
aquella del Maligno”.
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