"Ventana abierta"
Auto de Navidad II
Enviado por el Padre Leonardo
Santo Padre, no me quites por favor
la mula (o el mulo) y el Buey de mi Nacimiento…
Es posible, bueno, es verdad, que no
los cita para nada el Evangelio. Y que tu dices
en tu obra que no los quitemos, que los pongamos junto a la cuna del
Niño Dios. Tienes razón, pero es tan bonito… Te voy a presentar una bonita
justificación en forma de teatrillo.
Bradshaw. (Vestido con piel de buey) -¿Eres tu, muchacho? ¡Pasa! Todavía no
hay nadie aquí. Vamos, entra.
Greene .- (17 años, vestido de asno). Avanza tímido unos pasos y se para) Me
siento tan torpe…
B..- ¡Es natural! Da un trotecillo,
para irte acostumbrando.
G.- Ayer, cuando el señor Doggar vino
a decirme que Ud le dijo que dijese que
hiciese yo el papel éste de asno, porque
el sr Stone estaba indispuesto…No sabe usted la impresión tan grande que me
supuso! ¡No he podido dormir en toda la noche! ¡Me gusta tanto este papel! No
tengo miedo, sr Brad, de no hacerlo bien…!
B.-
Vamos, ¡ponte erguido! Todo saldrá a pedir de boca! Estoy seguro de que
tú harás un asno muy simpático…
G.- Perdone, señor B. pero yo no
quiero hacer un asno muy simpático. Yo quiero interpretar al asno. El burro del Santo lugar, el del
establo ¿Cree usted que podré, señor? ¿Piensa Usted que seré capaz de representar…de vivir el asno?
B.- ¿Qué edad tienes?
G.- 17 años, señor.
B.- Mira, tú aún no estabas en el
vientre de tu madre cuando yo ya
llevaba 3 años bajo esta piel del buey. Tuve que vestirla por
primera vez una Navidad por hacer un favor…y ya van para 19 temporadas que me
arropo en él cada Navidad…
G.-. Pero la vez primera que usted
hizo el papel del buey ¿no se dio cuenta de que vestía la carne de uno de los primeros y más nobles amigos de Jesús?
B.- Pues…la verdad es que…que no me
acuerdo ya. Todo se gasta Greene ¿comprendes? Es posible que yo, a mis 30 años,
tuviera también mis ilusiones, como todo el mundo, pero han pasado ya 19 años y
estoy en torno ya de la cincuentena…todo se gasta. Pero este asno y este buey…a
fin de cuentas, no son nada más que simples figurantes…
G.- Pero ellos ALIENTAN, Señor… alientan ahí junto a ese Pequeño que
duerme en la paja y que tiembla del frío. Estamos en lo más crudo del invierno, señor B.
(a esto B. , el herrero, cesa en su sonrisa y le presta atención al
muchacho)
Se hallan los tres ahí en aquel establo. El viento pasando por
debajo de la puerta…si es que había puerta; la llama de la vela, siempre en un
tris de apagarse. El techo, mísero, endeble,
sólo protegido por las telarañas y afuera: la noche y la nieve.
Hace un frío
terrible señor B. y, si nosotros dos no ALENTAMOS aquí, si no alentamos…¡el
Pequeño puede morir de frío!
B.-. ¡Es verdad…! No había reparado
en eso…!
¡Dios mío bendito! Alentaré, alentaré.
G. Y con toda la fuerza de mis pulmones!..
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Leía este fragmento, me hizo
impresión y me quedé pensando: ¿qué mal , qué daño hacía que estén las dos
figuras? Y la contraria, ¿qué daño irá a
traer, el que no estén?
Me impresiona, me conmueve mucho la
fe infantil, la ternura de cada pequeña figurita de un Belén: el herrero, el
zagal, una oveja, una gallinita, los patitos.
En el río, la lavandera: me entristece quitar cada una de las sencillas
piezas de un Belém en enero (y en el corazón).
Me preguntaba también si, viendo que
tenían que ponerse en viaje y que ya se
acercaba el tiempo del dar a luz ¿no adquiría José un borriquillo? ¿Harían a
pie el viaje? Y en el establo ¿no quedaría al cobijo, algún buey? A Egipto,
¿irían también a pié?
Me repugna quitar de mi Belém de
barro, al asnillo y al buey.
He entrado (en la sierra de Soria) en
alguna que otra majada de ovejas, para llevarme abono de una pequeña huerta que
teníamos.
El pastor, un vecino nos lo proporcionaba.
Y nada más entrar es posible
el notar la calidez del ambiente, incluso la "paz" en aquel refugio, con los más sencillos y
domésticos animales del mundo.
Allí el alentar de esos seres producía paz a
todos, y una calefacción nada despreciable.
En la cocina, junto a la chimenea,
durmiendo el gato, y el perro.
En el verano,
a veces, en la chimenea anidaban las golondrinas y desde abajo era
posible verlas entrar y salir. Vacas, caballos, cuadras, cocina, chimenea,
leñera, ovejas, todo sin mucho orden pero con mucha vida.
¿Sería algo parecido
el portal del niño Jesús?
Años de vida más sencilla, menos mecanizada y más
pacífica. Muy trabajadora, pero muy humana, con mucho tiempo para hablar, para
pensar.
Y nos enseñan valores no despreciables: sencillez, vida familiar (¡ay las noches junto a la
chimenea, con los padres, los abuelos, sin televisión, sin play station, y sin tantos
deberes…!)Y con piedad profunda y sincera, con fantasía.
Lo dicho: me siento muy triste de
romper en añicos una fe infantil (mía) de pequeñas figuritas de barro. Casi,
casi, vivas (que ALIENTAN)
Aceptado por Leonardo. Y que sirva de FELICITACIÓN Y
DESEOS FUTUROS
André
Obey
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