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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

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Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

domingo, 5 de noviembre de 2023

Ángelus: "La tradición mariana en los siglos IV-VI. El origen y el destino final de la madre de Dios. La figura ética de María: dimensión antropológica de su santidad originaria. 1.". Domingo, 5 - Noviembre - 2023

    "Ventana abierta"

La tradición mariana en los siglos IV-VI. El origen y el destino final de la madre de Dios

Por Hno. Jesús Bayo Mayor, FMS


I

Hemos visto en temas anteriores las enseñanzas de los padres de la Iglesia sobre la maternidad divina y la virginidad perpetua de María. Veremos a continuación qué dicen los padres de los siglos IV sobre la santidad de María desde el inicio hasta el final de su vida. Esta reflexión se especificará en los dogmas de la Inmaculada y de la Asunción. También haremos una breve alusión a la forma en que abordan los padres de estos siglos la intercesión y la invocación mariana.

1. La figura ética de María: dimensión antropológica de su santidad originaria

Además del aspecto teológico, debemos considerar la dimensión humana en la divina maternidad de María y en su santidad. Algunos herejes minusvaloraban el aspecto humano en Cristo y en María (docetas, gnósticos, maniqueos) para dar una respuesta al problema del bien y del mal. Estos grupos filosóficos creían que el Bien procedía del alma (mente, intelecto, espíritu), y que el Mal estaba relacionado con el cuerpo (lo material y carnal). También había otros herejes, monofisitas y apolinaristas, que sobrevaloraban el espíritu y la transcendencia del Verbo: veían en Cristo un cuerpo aparente, sin encarnación y sin pasión.

Entonces aparecían las siguientes preguntas. Si Dios se hizo hombre, ¿qué asumió de María? ¿Qué cualidades tiene la Madre de Dios como criatura? Los padres nos dirán que Dios hace todo bien, que María es buena como criatura humana, que la libertad humana está dañada por el pecado, pero que María está sana y si algo no era puro, el Espíritu la santificó y la hizo capaz de recibir la santidad de Dios.

Durante los siglos iv al vi se da a María el título de Toda Santa (Panaghía), ligado a los otros de Madre de Dios (Theotokos) y siempre Virgen (Aieparthenos). En el judaísmo y durante los primeros siglos del cristianismo, se reservaba el atributo de Santo para Dios (Trisaghio), y para el Templo, donde estaba el Sancta sanctorum que contenía el Arca de la Alianza y las Tablas de la Ley. Ahora bien, María es templo del Verbo encarnado, sagrario del Espíritu Santo y arca de la nueva Alianza. Por la Encarnación del Verbo, María tuvo dentro de sí misma al Dios-Santo, fue morada del Espíritu, el Altísimo la cubrió con su sombra, fue llena de Gracia, y dio a luz al Santo de Dios, el Emmanuel o Dios-con-nosotros.

Juan Crisóstomo ve en María imperfecciones por ser criatura humana. Ella tuvo crisis de fe, dudas y turbación, pero hizo un camino en la fe como discípula. Sin negar la santidad de María, subraya la santidad de Jesús y sigue la línea teológica de Orígenes y Tertuliano.
Basilio también dice que María experimentó las pruebas de la fe y del dolor, propias de toda criatura humana. El Espíritu Santo la purificó y la hizo fecunda, por lo cual ella respondió desde la fe.

Jerónimo dice que Dios eligió una virgen creyente, no eligió una viuda. María es santa por su respuesta virginal desde la fe, la obediencia y el amor. Ambrosio considera que María es una discípula en camino, toda santa, madre y virgen totalmente consagrada a su Señor.
Agustín piensa que María es una criatura que ha respondido a Dios desde la fe y ha concebido en su seno por haber creído. Dice que todo hombre lleva la marca del pecado, y María es de nuestra naturaleza. Sin embargo, el obispo de Hipona añade lo siguiente, sin poder explicarlo: “En relación a la Santa Virgen María, por el honor del Señor, no quiero oír hablar de pecado, pues si es Madre de Dios no podía pecar”.
Para Agustín, en María todo es fruto de la gracia: la maternidad y la santidad. Juliano el Apóstata, le ataca directamente: “Tú dices que el pecado original se transmite a todos por generación”. Agustín le responde: “pero el pecado de nacer se aquieta por la gracia de renacer” (se refiere a la purificación del bautismo). Según Agustín, aunque María no fue bautizada debió ser purificada de alguna forma para ser Madre de Dios. Agustín enfrentaba el problema de la universalidad de la redención por Cristo, pues todos tenemos necesidad de redención, incluso María. Agustín no puede explicar cómo se realiza la redención de Cristo en María, pero intuye una pista: “Por el honor del Señor, no puedo admitir que ella tenga pecado”.

San Efrén ve en María una santidad excepcional, toda pura y bella. Afirma que María y Jesús son las dos grandes bellezas de la humanidad. María y Jesús están asociados en todo. Dice que María es la luz y Eva la sombra. Por eso, sostiene que el cuerpo de María no sufrió la corrupción después de la muerte.

En resumen, María es santa porque está junto a Cristo. Ella respondió a Dios desde la fe y la obediencia, fue prepurificada, por el honor del Señor, y no cometió pecado alguno. Su santidad no es de tipo ritual, sino que consiste en la plenitud de la gracia porque es la Virgen-Madre toda entregada al Hijo de Dios y llena del Espíritu Santo. Es el único Dios-Santo quien la santifica.

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