"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
JOSÉ, LEVÁNTATE Y HUYE A EGIPTO
3 Después que ellos se retiraron, el ángel
del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al
niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque
Herodes va a buscar al niño para matarle.»
14 El se levantó, tomó de
noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto;
15 y estuvo allí hasta la
muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del
profeta: De Egipto llamé a mi hijo.
16 Entonces Herodes, al ver
que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a
matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo,
según el tiempo que había precisado por los magos.
17 Entonces se cumplió el
oráculo del profeta Jeremías:
18 Un clamor se ha oído en
Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere
consolarse, porque ya no existen. (Mt. 2, 13-18)
Pensamos
aquí, en cuantas reticencias nos acompañan, a veces, para realizar la voluntad
de Dios, tan manifiesta en su Palabra y en los Mandamientos y también en los
mandatos de los que están para protegernos y cuidarnos, nuestros superiores
que, si son fieles a Dios, sólo quieren ayudarnos en el camino de nuestra
santificación.
Meditar
en lo que José “guardaba y sopesaba en su corazón”, sería un buen ejercicio de
oración y por tanto de unión con Dios... Él, sin haberlo previsto y menos
pensado, se vio envuelto en una aventura en la que él no era el protagonista.
Era el Espíritu Santo, el que traía y llevaba a José, para realizar sus planes
santos. Y como en el alma de José, halló siempre un corazón blando y dócil como
la cera, se atrevía a pedirle actos heroicos que, él acogía y llevaba a
término, con una fidelidad nada común.
Cuando
Dios hablaba a José, por medio de un ángel, no le dejaba todo claro. Había
muchas incógnitas en su mensaje. Pero lo que sí estaba muy clara, era la
voluntad de Dios, bien manifiesta. José, también nos enseña ese silencio
acogedor entre tantas dudas que podrían surgir en su libertad, también santa:
“Como un niño en brazos de su madre”, opondría a todo, un abandono total.
Y
algo más que nos enseña José, es a desaparecer de la escena cuando su misión
con la familia de Nazaret había concluido. Jesús, ya joven y habiendo aprendido
de su padre legal, hasta el oficio de artesano (porque en los Evangelios se le
llama “el hijo del carpintero”), ya todo en este hombre bueno, había terminado...
¿Y qué queda de él?: pues muchos devotos que, queriendo seguir su ejemplo,
desean imitarle en tantas virtudes. Como, además, siempre estuvo al lado de
Jesús y de María, los “dos tesoros preciosos de Dios”, su santidad es muy
eximia, de aquí su poder de intercesión, tan grande.
¡Seamos contemplativos al estilo de este hombre: oración, silencio, amor a prueba a Jesús y a María! ¡Qué así nos lo alcance su gracia! ¡Amén! ¡Amén!
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