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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

sábado, 24 de diciembre de 2022

Reflexión: "La desilusión de la Navidad". Sábado, 24 - Diciembre - 2022

"Ventana abierta"

La desilusión de la Navidad
GLOBAL
Por Fabio Arévalo


Tendría ya unos ocho años, pero aún conservaba intacta la inocencia de la Navidad y creía en el Niño Dios. Por ello aquella nochebuena me propuse conocerlo en persona para agradecerle algunas cosas y reclamarle muchas desilusiones. Estaba decidido a estar muy despierto a las 12 PM tendiéndole a Jesús una especie de redada

Mis padres intentaron hacerme dormir de mil maneras, aunque el sueño me venció a la media noche. Muy temprano el 25 desperté con frustración por el fracaso de mi operación y no olvidaré jamás aquella mañana de Navidad, mi decepción fue mayúscula porque no encontré casi nada en el pesebre, ni debajo de mi cama, ni en el deslucido árbol de nochebuena. Si el Niño Dios llegó fue solo a verme y no había respondido mi carta.

Esa noche del 24, había vivido un extraño sueño que llenó mi corazón de dudas. Algunas lágrimas mostraban mi tristeza. Mis padres no estaban bien económicamente, teníamos muchas carencias, la comida era escasa; mis hermanos muy pequeños se alegraban con una pandereta y un sonajero. Me senté en el borde de la cama y seguí llorando, mientras recordaba al ángel que en mis sueños me había dicho algo que no podía creer y que me había quitado la ilusión de niño.

Por eso mi llanto y mi tristeza esa mañana de 25 de diciembre. Con su chillona voz celestial había dicho: “Me extraña que a tu edad no lo sepas: el Niño Dios y Papá Noel no existen, son los adultos, generalmente los padres, los que compran los regalos”.

Después de levantarme y para evadir un poco la tristeza salí a caminar y me encontré con muchos niños jugando en las calles y comentando entre ellos los regalos recibidos, que por cierto eran hermosos. ¡Claro!, pensé, los padres de estos niños tienen dinero suficiente para comprárselos.

Seguí andando, sin rumbo fijo, y así pasé por un barrio más pobre, por el hospital, la iglesia y vi que todos los niños tenían algún juguete entre sus manos. Los sentimientos eran similares en todas partes. Padres e hijos del barrio rico, pobre, la iglesia o el hospital llevaban en sus rostros la misma expresión de felicidad, sin relación con el valor material de los regalos, se reflejaban en sus miradas la emoción, la alegría, el amor. Fue entonces cuando mis labios volvieron a sonreír.

Esperé la noche para hablar con el ángel de mis sueños y cuando llegó le conté lo que había visto. Me escuchó con atención. Sonriente y juguetón como siempre me dijo: “Mientras haya gente buena, corazones abiertos, personas que amen a los niños, a las que nos les importe el color de la piel o la posición social, el Niño Dios, Papá Noel o los Reyes Magos seguirán llegando, ellos jamás dejarán de venir”. Empecé a tener otra idea sobre el significado de los regalos y el bondadoso sentido de la Navidad.

Cuando ya estaba por volver a la dura realidad, cuando la mirada dulce y la risita sonora de mi ángel se fueron apagando, vi que se elevaba hacia el cielo. Yo me quedé mirando cómo se perdía en la noche y entonces me pareció ver entre las estrellas las siluetas de los Reyes Magos y de Papá Noel que se alejaban con las bolsas repletas de cartas ilusionadas. … una de aquellas cartas era la mía.

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