"Ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
Hoy celebramos la
Fiesta de la Sagrada Familia, y la liturgia nos presenta como lectura
evangélica (Mt 2,13-15.19-23) un pasaje entrelazado con el que leíamos hace dos
días, fiesta de los Santos Inocentes, Mártires (Mt 2,13-18).
El Evangelio de hoy, leído a la luz de la Fiesta de la Sagrada Familia que celebramos, nos presenta a José protegiendo a su familia, a María y al Niño Dios. Una obligación nacida del amor, que es el “pegamento” que le da sentido y unidad a la familia cristiana; el mismo amor que hace a María, recién casada y acabando de dar a luz a su primogénito, seguir a su marido sin cuestionar cuando este le dice que tienen que marchar a Egipto, regresar cuando es el momento propicio, y establecerse en Nazaret, no como un acto de sumisión servil, sino de conciencia de que todo lo que dispone el marido es producto del mismo amor, y para beneficio de la familia.
Como primera lectura
la fiesta nos propone dos opciones. La primera, tomada del libro de Eclesiástico
(3,3-7.14-17) nos enfatiza la importancia del amor y respeto en las relaciones
familiares, especialmente entre padres e hijos y madres e hijos, y cómo ese
amor y respeto son agradables a Dios: “el que respeta a su padre tendrá larga
vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha”. Jesús, aún después de
cobrar conciencia de su divinidad, y de manifestárselo a sus padres, no dejó
por eso de cumplir con su obligación de honrarles y obedecerles en todo. Así,
en el pasaje del Niño perdido y hallado en el Templo, Lucas nos dice que luego
que sus padres le “encontraron” en el Templo: “Él bajó con ellos a Nazaret y
siguió bajo su autoridad” (Lc 2,51a).
En la segunda (Col 3,12-21), san Pablo enfatiza la armonía que debe
existir en las familias, incluyendo las “familias extendidas” de nuestra
comunidad, nuestra parroquia, nuestros grupos de fe: misericordia entrañable,
bondad, humildad, dulzura, comprensión, perdón, agradecimiento. Y que todo sea
“en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él”.
La Fiesta litúrgica de la Sagrada Familia nos presenta una faceta importantísima del misterio de la Encarnación. Dios pudo simplemente haber optado por “aparecer”, pero optó por encarnarse en el seno de una familia como la tuya y la mía, la “Sagrada Familia”, proporcionándonos de ese modo el modelo a seguir; no como los “nuevos” modelos que se nos pretenden imponer.
Hoy es un buen día
para hacer introspección sobre nuestras relaciones familiares, las relaciones
con nuestros cónyuges, con nuestros padres e hijos, con nuestros hermanos.
¿Están esas relaciones fundamentadas en el amor? ¿Servimos de ejemplo a
nuestros hijos para que nos obedezcan, no por autoritarismo, sino por amor?
¿Honramos y respetamos a nuestros padres y madres? “El que honra a su padre
expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros” (Eclo 3,3-4).
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